Decía ayer que “Los dos últimos domingos enmarcaban dos acontecimientos que tenían el mismo trasfondo, un ¡Basta ya! a los desmanes y la hegemonía comunista, que siempre se sabe como empiezan, los primeros, y como termina, aunque no cuando, la segunda.
El segundo documento al que aludía es una carta leída, que la religiosa Mª Victoria Olavarrieta le dirige desde Cuba, donde ejerce su apostolado, al Papa Francisco “con dolor de mi alma”, exclama, por su silencio ante los acontecimientos de los últimos días en la isla caribeña. Dice así:
<<A Su Santidad, Papa Francisco:
Los católicos cubanos, desde que empezaron las protestas en Cuba, estamos esperando que usted alce su voz. Duele mucho que mientras reprimen al pueblo, que salió a las calles pidiendo ‘LIBERTAD’, usted tenga palabras para felicitar el triunfo de Argentina en la Copa América, hable de los residuos plásticos en los mares y no haya hecho una oración en público por las muertes, los detenidos, los desaparecidos y todos los que están atemorizados en sus hogares, a lo largo de toda nuestra Patria. En los mares de Cuba, Santidad, además de plásticos, yacen los restos de los muchos cubanos que han muerto ahogados, tratando de escapar de la gran cárcel en la que los Castro convirtieron el país. Nuestra Iglesia ha sido perseguida, amenazada, vigilada, penetrada por los agentes de la seguridad del Estado. En estos momentos tenemos un seminarista desaparecido, Rafael Cruz Débora. Si los obispos cubanos sienten miedo de hablar, de ponerse del lado del pueblo, los entiendo, no sabe las amenazas que les han hecho, pero usted, con la inmunidad que le confiere su jerarquía, puede hablar y defendernos.
Ayer en La Habana intentaron reclutar a un joven que ya había cumplido el servicio militar obligatorio, para entrenarlo en golpear a los manifestantes. Entraron en su hogar, delante de sus padres lo amenazaron y como el muchacho se negó, le hicieron firmar un escrito donde decía que él no iba adonde la revolución lo necesitaba y le advirtieron que cuando todo esto pasara iría preso. Eso fue ayer. Hoy se los están llevando arrastrados, sin preguntarles nada. Los padres con hijos en edad de hacer el servicio militar están aterrados. Usted les dijo a los jóvenes: ‘Luchen por sus sueños, pero sueñen en grande. No dejen de soñar’. Los jóvenes cubanos que han nacido en dictadura, que han sido adoctrinados, educados en escuelas ateas, en una sociedad de partido único, que han crecido, unos comiendo y vistiendo de las ayudas de sus familiares en el exilio y otros en la más absoluta miseria, están soñando con ver a su país libre. Usted los invitó a soñar y ahora que los están matando por gritar su sueño, usted guarda silencio… -pausa entre sollozos-.
Usted pidió a sus pastores que olieran a oveja. De los sacerdotes cubanos que se han puesto del lado del pueblo, abiertamente, algunos están siendo golpeados por la policía, detenidos y silenciados por sus obispos, que temen por sus vidas. Y del acoso del gobierno a los obispos, usted que es el Papa, debe saber más que yo. Cómo les duele, Padre, a las religiosas y sacerdotes cubanos con los que he podido hablar, que usted mire para otro lado. Hoy una monjita cubana me decía que no podía concebir que usted no haya tenido unas palabras para Cuba, en estos momentos en que el mundo entero habla de los abusos del régimen y muy bajito, con la voz quebrada por el dolor, casi como hablando con ella misma, susurró: ‘Algún día tendrá que confrontarse con el Señor’.
Santidad, usted conoce el mensaje de la Virgen de Fátima. Muy malo debe ser el comunismo, cuando entre todas las cosas malas que hay en el mundo, nuestra Madre quiso dejar instrucciones de cómo podíamos evitar que ese mal se extendiera por el mundo. He tenido muchos alumnos venezolanos y he visto el sufrimiento de sus padres porque usted mantuvo silencio cuando asesinaban a los estudiantes en las calles de Caracas. La gente se muere de hambre en Venezuela y usted no condena públicamente a los responsables. La sangre ha corrido en Nicaragua y el Papa habla de todo, pero de los crímenes de los dictadores y de estas tres tiranías hermanas, usted no opina. Santo Padre, la Cristiandad no necesita un líder social ni un diplomático, nosotros queremos un Pastor, una piedra firme, donde se pueda sostener la Iglesia. El Vicario de Cristo en la Tierra no debe discriminar a sus ovejas. Las ovejas víctimas de los regímenes comunistas, nos sentimos como si fuéramos sus ovejas negras. Usted siempre pide que oremos por usted. Yo le pido que ore y actúe para que no muera más gente en Nicaragua, en Venezuela y en Cuba.
Me hubiera gustado escribirle en otro tono. En todos mis artículos donde lo menciono, siempre lo he defendido, pero hoy quiero ser la voz de las madres cubanas, que están viendo a sus hijos pasar hambre, que no tienen medicinas, quiero presentarle el dolor de las abuelas, a las que les fusilaron sus nietos gritando ¡Viva Cristo Rey! La vergüenza de los padres que no pueden mantener a sus hijos con el fruto de su trabajo y malviven esperando las remesas que les envían sus familiares en el exterior. Le presento las torturas a los presos políticos, el odio de hermano contra hermano que los Castro sembraron, los ancianos que vieron partir a las familias que crearon y murieron sin ver nunca más a sus hijos y a sus nietos. Clama al Cielo que este 13 de Julio, al mismo tiempo que recordábamos los niños, mujeres hombres que murieron en el remolcador Trece de Marzo, que el gobierno cubano hundió en alta mar, tuvimos que curar, sin tener con qué, las heridas que la policía y sus perros causaron a los manifestantes pacíficos en muchos pueblos y ciudades de Cuba. Los cubanos nos sentimos abandonados a nuestra suerte. En sesenta y dos años, no hemos podido liberarnos. Hoy se están enfrentando a un ejército armado, sin líderes y, hasta ahora, huérfanos de Papa.
Papa Francisco, perdóneme si le he ofendido, pero he tenido que elegir entre la respetuosa aquiescencia que se le debe a un obispo y la defensa de las víctimas del comunismo. Me duele que me digan que usted es un Papa comunista. El comunismo acaba con la moral de los pueblos, con su religión, con su esperanza. Ayer en Miami salieron a protestar por las calles, junto al pueblo, cuatro hijas de la Caridad, algunas de ellas ancianas, Sor Consuelo de México y Sor Elvira, Sor Reinelda y Sor Rafaela, cubanas. Entre la gente escuché decir “No hay Papa, pero hay monjas, ¡Cristo está con nosotros!”. Ayúdenos Padre, sigo rezando por usted.
Mª Victoria Olavarrieta>>.
Después de leer esta carta, hasta donde yo sé sin respuesta de Su Santidad ni comunicado por su parte de condena de la dictadura cubana, sólo voy a referirme a una entrevista publicada en el diario italiano La República, que el periodista Eugenio Scalfari le hacía al Papa Francisco, recogida en un artículo del diario español ABC, el 11 de Noviembre de 2016, en la que el Pontífice manifestaba su voluntad de “luchar contra las desigualdades que provoca el dinero…”, que lleva al periodista a preguntarle si “También se refiere a una sociedad de tipo marxista”, a lo que responde el Papa: “Si acaso, son los comunistas quienes piensan como los cristianos”. ¿Más de 100 millones de asesinatos perpetrados por el comunismo, frente a ese número de víctimas, muchas de ellas por el simple “delito” de ser cristianos? Si esa afirmación no se matiza muy bien, no hay más preguntas, Santidad.
Antonio de la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión