Esta corriente más social que filosófica, más antigua que moderna, más interpretativa y confusa que realmente directiva y práctica; proveniente del mundo moderno anglosajón, va -en mucha medida, sin darnos cuenta- suplantando una filosofía clásica, humanista y religiosa-trascendente a pasos agigantados, creyendo que estamos en una nueva dimensión o paradigma progresista… ¡Desde luego, lo que no sé, si es “un despertar” a la vida, a la sociedad, a una libertad artificial o a una simple moda, “que desaparecerá como vino”… Lo que sí es cierto y percibimos día a día, que nuestra sociedad se “agarra a algo”, que le dé estabilidad, que le genere tranquilidad… Porque si este movimiento o como lo quieran llamar: Woke, nos sigue manteniendo en una inseguridad permanente, en una constante incertidumbre, que nada es válido ni creíble, creándonos angustia y ansiedad cuyo “subsuelo emocional” es ante todo un estrés permanente; aún nos debilita más y nos hace elaborar una verdadera estenosis mental que esta reventado por los cuatro costados.
Esa constricción mental y emocional siempre en emergencia, nos hace más vulnerables, nos debilita nuestro sistema psicoinmune, nos deja a merced de corrientes advenedizas que prometen el “oro y el moro”, y son puro oropel, ropaje con costuras que rompen al primer estirón… Hemos abandonado los valores que han hecho de nosotros fortalezas desde una niñez disciplinada, sin caprichos y con un esfuerzo, que estamos dándonos cuenta de que hoy no es el camino correcto para alcanzar un objetivo que nos reporte rutina y felicidad.
Desde la otra orilla vemos, oteamos aquello que hemos perdido en función de una seudoprogresía, que nos está llevando a una degradación de la ética y de la moral, y muchos percibimos que el respeto y la tolerancia verdadera al ser humano, a la mujer, a la infancia, a la adolescencia, a la ancianidad…; se está desvirtuando o por lo menos aparecen más veces “quién muerde la oreja del perro”, a su contrario; y, vemos “niños-niños” participando más veces de las debidas, en conductas que nada dicen de una verdadera educación en libertad y respeto. ¡Nos echamos las manos a la cabeza, y susurramos cosas desahogando nuestra inquietud y desconfianza hacia el camino que hemos escogido!
Las emociones y los sentimientos, verdaderos hitos que mueven nuestro devenir diario, sin que los trasformemos en sentimentalismo a lo Walt Disney; sino en unos sentimientos que anteceden a la razón, para que el interfaz cerebral pueda conectar lo frontal con lo límbico, que es la razón con la emoción y podamos transformarlo en el bien que nos produce felicidad, que nos hace sacar lo mejor de nosotros mismos y de la sociedad en la que estamos, recuperando empuje, ánimo y coraje para no perder nuestra esencia, eso es ser una persona Woke (RAE: “Concienciarse de lo que uno es o desea”): Es uno de los principios básicos de nuestros cuatro sistemas operativos cerebrales, la supervivencia, la adaptación, la evolución y la razón. Ahí está la verdadera persona “woke”. “Cuando nuestra amígdala -dentro del sistema límbico-, ve algo peligroso, advierte al hipotálamo para ponerse en guardia frente al estrés, al miedo, la sin razón, al mal que nos rodea…” ¡Es otra acepción que tiene este término tan suspicaz como receloso, con tantas aristas como cada uno desee! Así nos beneficiamos en esa supervivencia y en la adaptación, siguiendo el conocimiento científico que nos guía en una realidad bienfundada para vivir de manera mejor y una evolución que gracias a las ciencias y la tecnología logramos una mayor calidad de vida.
Dr. Emilio Garrido Landívar, Psicólogo clínico y doctor de la Salud, Catedrático de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos (CEU)