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De la alegría al disgusto, un segundo

Andaba yo, como suelo, escrutando las noticias en este medio, cuando avizoro una que me alegra: Tudela anuncia dos corridas de toros. Continuo; pienso que he trabajado mucho y comienza a fallar la vista; me lavo los ojos; repaso; he leído bien, aquel coso no ha encartelado al diestro local. Pasmante.

Véase la fórmula opuesta de las grandes monumentales; Pamplona, por un poner. Eficazmente gestionada por la Casa de Misericordia, tienen a bien anunciar a los del terruño, sean espadas o ganaderías, así como repetir contrato los triunfadores. Cuando se juntan ambas cosas, ni te cuento. Digo triunfos y tierra, bastante lógico.

Javier Marín, sucediendo a Julián e Isidro, es torero. Percibido por cualquiera que lo trata, más aún por los que le hemos visto lidiar. Por encima, joven responsable y buena gente. Tomó la alternativa en Tudela, ciudad y plaza a la que está tan vinculado, igual que a su merindad; cortó tres orejas. También ha triunfado, saliendo a hombros o paseando mucho pelo, en Cintruénigo, Estella u otras. Por ello, no querer contratarlo se me hace error tremendo.

La empresa, quizá, sostiene “es mi negocio y hago lo que me apetece”. Cierto  y, sin embargo, relativo. Discrepo, en parte, por lo siguiente: Los matadores, sirva el ejemplo, se refieren al público como “el respetable”. En efecto, debiera serlo siempre, pues es el que pasa por taquilla. Si cuentan esos festejos (como disfrutan otras actividades) con subvención del consistorio o foral, más razón para que condicionen los que aprueban esa ayuda; y, sobre todo, se tenga en cuenta a los que la pagamos.

Además, recién terminaba un servidor la lectura de un artículo referente a la porción de tendido que, en localidades cabeceras, ocupan quienes se desplazan desde las limítrofes; abundante porción. De tal modo que, en este caso, además de los propios tudelanos, se desdeña a cirboneros, corellanos…; así como algunos de más lejos que, con el titular, habíamos decido ir para, segundos después, lo contrario.

Reflexiono que, en ocasiones la faena, mala faena, en vez de en el ruedo se realiza en el despacho. La sufre el espada, así como la afición en general. Porque, demostrado está, disfrutar diestros locales crea afición. Y no conozco coleta que empiece siendo figura. Alguno no lo quiere ver; cortoplacismo; matar la gallina.

El primer impulso, tras leer solo el título, fue publicar un elogio. No puedo hacerlo al quedar la iniciativa alicorta. La Chata de Griseras hoy la percibo más chata, no en el buen sentido de su nombre, sino debido a lo que le quitan.

En cambio, traslado felicitación a Javier Marín por su esfuerzo preparándose, su afición y su valentía. Todo mi apoyo ante frente a tal injusticia, que no dudo repararán otras empresas, o quizás esa, si una sustitución le permite enmienda. Ante el cainita refrán “nadie es profeta…” existen más hermosos, como “de sabios es rectificar”, “nunca es tarde…”

Acto seguido, me pongo a husmear ternas de diversos ruedos. Que los arrieritos tenemos que decidir camino…

Jesús Javier Corpas Mauleón, escritor

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Javier Marín dando un pase de pecho en Estella. Foto: J.J. Corpas

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