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Una campaña tutelada, con cuatro y media contra una

Sin duda si le pidiéramos a los españoles unas características para definir a este gobierno y allegados, “ocurrencia y contradicción” serían dos que liderarían la respuesta, desde su primera improvisación negando la existencia del COVID 19 porque no convenía a sus planes y entre dos de las más repetidas que exhaló con quince meses de intervalo el portavoz sanitario, el ya tristemente famoso Fernando Simón: “España, no va a tener, como mucho, más allá de algún caso”, que dijo ante el primer caso de un turista en Canarias y la de hace un par de semanas: “Decidimos el confinamiento porque no sabíamos qué hacer” –posiblemente la única verdad que haya dicho este personaje, silente durante tantos años, desde que saltó al primer plano de micrófono y atril–. Entre ellas, cientos como “nos va la vida en ello” –casi se le cumple la predicción– que la vicepresidente Carmen Calvo “dixit” y que, como buena socialista, sorteó la sanidad pública para irse al privado Ruber a pelear contra el virus de la pancarta del 8Morado, que ocultaron para no “estropearla”; decretos “urgentes” para colocar al socio en el CNI, favorecer la “okupación”, limitar la propiedad privada y acabar con las libertades, aderezados con “hemos vencido al virus y doblegado la curva”, apuntarse la salvación de “450.000 vidas” tras los primeros tres meses de prórrogas de encierro y aplausos manipulados o volvernos locos con el uso de las mascarillas. Pasó el verano y entre ola va y ola viene llegó otra prórroga incomprensible de seis meses, en clara controversia con el artículo 116.2 de la Constitución que lo regula, pero que coló y ya veremos cuándo se pronuncia el Tribunal Constitucional que, como para casi todo, llegará tarde –muy curiosa la rapidez con que lo hizo para sacar de la lista electoral del PP a Toni Cantó y otro par de cuneros improvisados, que ninguna falta hacían en esa lista, por cierto–. Y no menos ocurrencias fueron las baterías de mociones de censuras diseñadas desde Moncloa para encubrir la única que de verdad le interesaba a Pedro Sánchez, la de Madrid, después de la goleada de iniciativas con que Isabel Díaz Ayuso le iba ganando la batalla de la gestión de las crisis, sanitaria y económica principalmente, al que llegó al poder sobre una mentira y cabalga en esa “montura” desde entonces. Pero la “víctima” que buscaban les volvió a salir respondona y pese a las triquiñuelas legales que intentó la izquierda con el socio naranja, se adelantó de nuevo con una convocatoria anticipada de elecciones en la Comunidad que, pese a las mentiras de casi todos y posibles trampas que no me sorprenderían que intentaran los mismos en los días que restan de campaña, apuntan a un revolcón definitivo a la izquierda, al centro “liberal” que perdió el Norte y hasta la brújula y, con un poco de suerte, hasta a la resucitada “derecha” cuyo único objetivo es la venganza personal del que salió de los chiringuitos del PP con más pena que gloria y que tras repetidas deslealtades con el que lo recogía de la calle y una desastrosa gestión de un proyecto que parecía algo en 2014, hasta que demostró en pocos meses ser más de lo mismo, moría de inanición de no haber sido rescatado del pozo cuando llegó a Moncloa el amigo de George Soros, la agenda 2030, el NOM y el chavismo.

Y he aquí que nos encontramos en plena campaña en la que salvo en el caso de la convocante, la característica común de los partidos contendientes es la de las candidaturas tuteladas, puesto que los líderes de los partidos arropan a los improvisados o no cabezas de lista, en una muestra evidente del poco fuste de esos números uno. En el caso del Partido Siempre Opuesto a España ¿quién duda de que el candidato real es Pedro Sánchez, muñidor con la dulce Inés Arrimadas de los intentos de asalto –fallidos por cierto– a las comunidades del Partido Popular y que, cual Guadiana, vuelve a aparecer después de meses perdido para arropar al candidato “soso, serio y formal”, que mantuvo porque no tenía tiempo para preparar otro, tras la negativa, se comenta, de su ministra de Defensa, Margarita Robles? De ahí que con su desparpajo habitual, la Presidente en funciones madrileña haya dicho que “España me va a deber tres”, después de las dos que ya “le debe” por haber sacado del desgobierno al vicepandemias, y el más que previsible fracaso de Podemos, si a éste se añade el próximo día 4 el de un partido socialista claramente a la baja en Madrid –una reciente encuesta arrojaba una pérdida de seis puntos en intención de voto– pese a los desesperados intentos de maquillaje del siempre fiel cocinero del Centro de Invenciones Sánchez, José Félix Tezanos, colando de rondón un nuevo impulso a su jefe, al que da ganador de unas posibles elecciones generales y sitúa como líder mejor valorado del desprestigiado espectro político nacional. La inanidad de Ángel Gabilondo la deja clara Vicente Vallés al diagnosticarle el síndrome del “gabilondismo ayusista” tras prometer las tres medidas de Díaz Ayuso que criticaba: “no cerrar el Zendal, no subir impuestos y no cerrar la hostelería» que ahora dice “nunca hubiera cerrado”, en una clara discrepancia con su jefe.

Por orden de previsión de resultados, nos encontramos a continuación ese Más Madrid que en la etapa de Manuela Carmena demostró ser Menos Madrid, liderado por la “pistolera” anestesista Mónica García, que demuestra su sectarismo diciendo que “cerrará el Hospital Enfermera Isabel Zendal” pese a ser médico de profesión. Claro que poco se puede esperar si su líder nacional, el “becario” Íñigo Errejón, decía que “la prueba de lo bien que se vive en Venezuela es que se come tres veces al día”. Está claro que prefieren salvar una compañía sin aviones –53 millones de euros– que mantener el hospital contra pandemias que levantó en tiempo récord su enemiga por 100, ejemplo mundial y motivo de felicitación de Europa. Pero así son ellos, demagogos y populistas.

El siguiente en la previsión de resultados es VOX, cuyo cartel electoral habla solo. El único que no tiene recato en demostrar la tutela de la candidata y su perfil plano, ofreciéndonos al padrino y a la apadrinada mirando a dos infinitos distintos en una especie de brindis al Sol, tal vez de ahí ese vídeo en la capea que sus jóvenes replican sin descanso en Twiter. Pero los mítines en los que la candidata hace de telonera del jefe son muy significativos. Cuidado con que pueda haber algún “pinchazo” que dé paso al descabello, amiga Rocío Monasterio, ya vimos en estos dos años escasos de legislatura el “arte” con el capote para dar una de cal y otra de arena, con mensajes populistas que suenen bien a la parroquia y entregando a la izquierda la comisión para investigar las residencias o votando en contra de la bajada de impuestos que proponía Díaz Ayuso que ahora predicas en tu programa para coincidir también con Gabilondo, que en cualquier momento lo vemos aplaudiendo en un mitin del PP. Pese a todo espero que superéis el 5% con más holgura que los del otro extremo.

Turno para “Podemos, Podemas, Podemes”, que se está ganando –si no lo tiene ya– el puesto en la Antología del disparate, con esos discursos de la ministra de “Igual-da”, Irene Montero, que cada día daría más igual si no fuera por esas estupideces que algunos aplauden y por el despilfarro de su inútil ministerio. Pese al nuevo “sacrificio” del “vallecano de Galapagar” –ya se “inmoló” PabLenin Iglesias por los suyos al dejar el barrio en el que “vivía tan feliz, saludando al panadero y al vendedor de períodicos”– parece que los morados están casi en caída libre y ni siquiera se han atrevido a poner la foto del líder en sus carteles, todo un síntoma del tirón del que tiene “dos carreras y un doctorado”, pero confundía la obra de Kant, “Crítica de la razón pura” –a la que llamó “Crónica” en un debate con Albert Rivera en la Universidad Carlos III– o mezclaba en una entrevista la Ley de la Gravedad con la Teoría de la Relatividad. Merece unas líneas la intervención de su consorte “homenajeando” al lenguaje inclusivo ante una docena de oyentes LGTBI: “Os pido a todos, a todas, a todes que el día 4 de mayo no se quede un solo voto en casa” y que “quien lo desee pueda llevar a su hijo, a su hija, a su hije a una terapia de conversión”, refiriéndose a los centros educativos en los que hay “un niño, una niña o un niñe que está sufriendo”. Lo que me sorprende es lo que están tardando “algunes” progres en crear la “Plataforma de vocales discriminadas”. Las olvidadas “i” y “u” deberían ser reivindicadas por haber sido excluidas por este portento en su “discurse”. Hay que crear una “Plutifurmi por la u y la i” ya. Y por si no tenía bastante con eso la meritoria Irene, tuvo palabras de loa para su querida directora de Diversidad Sexual y Derechos LGTBI, Boti García, de la que dijo que “es un honor escucharla porque es una mujer que no solamente sabe de lo que habla y de las políticas públicas que hay que hacer, sino que las ha experimentado en su propio cuerpo”. ¿Se referiría a lo que su “mujera, mujero o mujere”, Beatriz Gimeno, directora del Instituto de la Mujer decía sobre “¡qué importancia cultural tendría una redistribución igualitaria de todas las prácticas, placeres y roles sexuales, incluida la penetración anal de mujeres a hombres!”? Tal vez. Díaz Ayuso ha ironizado diciendo que le enternece ver que Irene Montero y Pablo Iglesias se abrazan aunque sólo sea para atacarla” bromeando con que “lo que una Ayuso, que no lo separe Galapagar”.

Poco que decir respecto al sexto en discordia, Ciudadanos, del que ya decía antes que perdió el Norte y la brújula en ese intento de querer jugar a todo y olvidarse de su ideario original que decía que venían a “ocupar el espacio de centro izquierda” que dejaba el PSC en su giro nacionalista y, cuando Rajoy rompió la derecha, cambiaron a “Socialdemócratas, progresistas y liberales”, una mezcla difícilmente digerible para intentar ser una de esas “tres derechas” inventadas por la mano que mece la cuna desde Moncloa, para pescar en el río revuelto del explicable descontento dejado por el Registrador y su vicepresidente Sáenz de Santamaría, que lo lleva por el camino de la UPyD de Rosa Díez, la desaparición que le dan casi todas las encuestas al no llegar al 5% que exige la ley electoral madrileña para tener representación. Me temo que el tonteo de la dulce Inés con Sánchez los va a llevar del “Madrileños por Edmundo” a un posible “Edmundo por el barranco”, pese a la buena cabeza del candidato, desperdiciada en una opción sin ideología. Y es que “quien mucho abarca…”

Cuando se lea este artículo se habrá producido el único debate previsto en esta campaña para la noche del miércoles, día en el que escribo, que algunos nos tememos que pueda convertirse en un “cuatro y media contra una” –grave error en mi opinión si la media “verónica” optó por esa táctica en lugar de actuar contra los verdaderos enemigos, la izquierda–, pero no puedo hablar sobre lo que no se ha producido, así que tiempo habrá para analizar lo que ocurra en Telemadrid hoy, un medio, dicen –hace años que no lo veo–, poco amigo del PP y en particular de la favorita de los ciudadanos madrileños según las encuestas, en el que poco se puede hacer desde que su antecesora Cristina Cifuentes pactara con Ciudadanos blindar por seis años al director del ente para, supuestamente, desvincularlo de avatares políticos. También he escuchado que el director de TM, José Pablo López Sánchez, nombrado en 2017, parece derrotar “mejor” por la izquierda –Esperanza Aguirre dijo que esta televisión es podemita– pero no tengo referencias de esta persona salvo que procede de la Universidad CEU San Pablo y que entre 2005 y 2010 fue adjunto a la dirección general de La Sexta, lo que podría alimentar esa supuesta “querencia”, pero después, 2010-16, fue director general de 13TV que en teoría podría hacer pensar lo contrario. Parto de la base de que lo que en  mi opinión sobran son todas las televisiones autonómicas, fuentes de gasto desorbitado y, prácticamente todas, lugares de enchufismo y altavoces del gobierno regional de turno que en algunos casos duplica o triplica los canales autonómicos para mayor gloria del reyezuelo. No sé si desaparecerán algún día aunque no albergo muchas esperanzas.

Antonio de la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión

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