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La vergüenza de la desvergüenza

El día 5 de marzo, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, advertía que “Nos preocupa que algunos países no estén tomando el problema suficientemente en serio o hayan decidido que no pueden hacen nada”. Esta declaración la hacía en rueda de prensa sobre la pandemia del coronavirus o Covid19. Añadiendo: “No están mostrando el nivel de compromiso político que merece la actual amenaza que enfrentamos”; advirtiendo que la epidemia del coronavirus “no es un simulacro”.

No voy a entrar a examinar ni a comentar si uno de los países a que se refería el Sr. Adhanom, era España; entre otras razones porque dicho señor no los citó y el que escribe no está en la mente del mismo. Lo qué si puedo afirmar, por cierto, es que desde el día 5 del mes citado y la decisión de decretar el Estado de Alarma, pasaron ocho días; haciéndolo Pedro Sánchez a regañadientes y empujado por algunos de los ministros y la oposición, que lo venía pidiendo desde hacía días y que Portugal lo había decretado sin haber tenido muertos.

El objetivo de este artículo es simplemente mostrar el grado de responsabilidad, seriedad, nobleza, compostura y saber hacer, de ciertos políticos, periodistas, con título o sin él, actores o titiriteros varios, así como a los que se les suele denominar “famosos”, en relación con la desgracia que se nos ha venido encima, no solo a los españoles, sino a toda la humanidad, y que esos ejemplares menospreciaron su gravedad o la minusvaloraron. Dijo Jesucristo, o al menos dicen que lo dijo: “Por sus obras los conoceréis”; digo yo, por sus palabras les distinguiréis.

Me referiré únicamente a “lumbreras” españolas, ya que personajes extranjeros también lo tomaron a broma, como el escritor estadunidense Stephen King o la actriz mejicana Salma Hayek, así como el propio presidente de los EE.UU.

Pedro Sánchez, en relación con la cancelación de la feria tecnológica del sector, en Barcelona, manifestó: “De acuerdo a los expertos y la información disponible, no responde a razones de salud pública en España”. Esto lo dijo el día 13 de febrero; ese mismo día se producía en España, concretamente en Valencia, la primera muerte por coronavirus.

Ante el primer caso de la enfermedad, que se produjo el día uno de febrero en La Gomera, aseguró que el sistema sanitario español es “fuerte”, y “En nuestro país hay una red de alerta y detención con expertos profesionales que desde el primer momento trabajan siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS)”.

Al parecer, como siempre, dice una cosa y hace otra, o nada hace; el día que se produjo el caso de La Gomera, el virus ya había dejado 259 muertos y 11.000 afectados en todo el mundo, y según el ministro de Ciencia e Innovación, Pedro Luque, que me sospecho que por no estar ducho en estas lides, se le escapó decir en rueda de prensa, que ya sabían de la peligrosidad del coronavirus, por haber sido advertidos el día 2 de Enero; chafándole así el permanente discurso del presidente.

Otra que tal baila, es la vicepresidenta primera del gobierno, Carmen Calvo, que animó a las mujeres a acudir a la manifestación del 8M, algo importantísimo que cambiaría el orden del mundo, digo yo. Esta señora, en una entrevista televisiva sobre la participación de la mujer, se dejó contestar a la entrevistadora, y se quedó tan pancha: “Le diría que le va la vida, que le va su vida. Que le va seguir tomando decisiones para proteger su seguridad”. Pregunto yo, que tiene que ver la manifestación de las mujeres pidiendo igualdad, algunas piden también otras cosas, y su seguridad.

En la contestación, este caos de mujer, algo tenía de razón, ya que, a más de una, igual les va la vida posiblemente por tal celebración. Al día de escribir este artículo, 23 de marzo, entre posiblemente otras, se encuentran con la enfermedad Irene Montero, mujer de Pablo Iglesias la ministra de Política Territorial y Función Pública, Carolina Darias y la mujer de Pedro Sánchez, su madre y su suegro.

También se ha sabido que la propia Carmen Calvo se encuentra ingresada por problemas respiratorios; uno de los síntomas del coronavirus, sin que yo afirme que lo padece.

Ya cuando se produjo la cancelación de la feria tecnológica de Barcelona, se dejó decir: “No es por ninguna alerta sanitaria en nuestro país, que estamos en una situación de respuesta muy buena”.

En parecidos términos se expresó la ministra de Economía, Nadia Calviño, sosteniendo que no había razón para la cancelación de Mobile: “Tenemos una salud pública excelente y los contagios que ha habido han sido tratados correctamente. No hay motivos”. Motivos no habría, pero hoy tiene a dos compañeras, posiblemente tres, de gabinete con el virus y sus miembros se sientan a más de un metro de distancia uno de otro en el Consejo de Ministros.

Uno de los menos indicados, posiblemente, para restar importancia a la peligrosidad del coronavirus, es Pablo Echenique; sin embargo, se permitió twittear: “Frente al pseudoperiodismo de los reporteros con mascarilla, frente al clickbait del “vamos a morir todos”, frente a la extrema derecha pidiendo el cierre de fronteras por una gripe menos agresiva que la de todos los años, el rigor y la profesionalidad de Lorenzo Milá”.

En otra ocasión se dijo: “El coronavirus está absolutamente controlado en España”. Se ve que estaba perfectamente enterado.

Pues bien, los muertos, por desgracia, se suman por miles en todo el mundo por mor de una gripe de nada, y el gobierno terminó por hacer caso a la “extrema derecha” y acabó cerrando las fronteras.

Por cierto, en Italia, desde donde envío Lorenzo Milá su crónica, van al día de hoy, por una gripe menos agresiva que la de todos los años, como dijo Echenique, 6.077 fallecidos y roza los 64.000 contagiados, al día de hoy. Que tomen buena nota tanto D. Pablo como D. Lorenzo, que, seguro que tomaran, al igual que otros que obraron como ellos.

Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, manifestó el día 27 de febrero: “En España ni hay virus, ni se está transmitiendo”. Vamos, que ni se le espera, añado yo. Pues este señor es el que nos alerta de emergencias sanitarias, que vayan construyendo hospitales. Es un busto parlante que miente haciéndole el juego a Pedro Sánchez y que solo sabe anunciar las cifras de infectados y fallecidos. Entiendo yo que para eso valdría muy bien Tezanos.

Este mandado tuvo la desfachatez de desear “un gran éxito” al 8M. Posiblemente el gran éxito lo tenga el virus cuando de verdad salgan a relucir todos los afectados que participaron en la misma. Fue, o es todavía, un irresponsable.

El ministro de Sanidad, vamos, del ramo, Fernando Illa: “No tenemos ninguna recomendación específica sobre la suspensión del 8M”. Como diría el que fue ministro de Asuntos Exteriores, García-Margallo, cuerpo a tierra que vienen los nuestros.

Otra lumbrera del pensamiento comunista, Cristina Almeida, en relación con la manoseada manifestación del 8M, se atrevió a decir en una tertulia televisiva: “Es una reivindicación que va mucho más allá del riesgo personal”. “No me importa arriesgarme”. “Celebrar esto es mucho más que enfrentarme al virus”. Puede verse que a esta señora no le sobra ni la prudencia ni la inteligencia y si el populismo y la demagogia. Sea todo por un sueldo.

Rubén Sánchez, el “entendido científico”, simpatizante de Podemos y portavoz de FACUA, que sobrevive a base de subvenciones y apariciones en las televisiones de su cuerda, La Cuatro y la Sexta, se atrevió a asegurar que “El COVID19 es un virus que se parece más a la gripe que al Ebola y hay un alarmismo falso sobre la tasa de mortalidad”.

Cuando comenté lo dicho por Echenique, indirectamente hablé del periodista Lorenzo Milá, no tuvo inconveniente el día 25 de febrero, en asegurar desde Milán que “Aquí los médicos no se cansan de repetirnos que estamos ante un tipo de gripe”. “Es un tipo de gripe nueva, es verdad, no tenemos vírica, no tenemos de momento vacuna, pero al final es un tipo de gripe”. También apuntó que tiene un índice de mortandad bajo, “más bajo que la gripe común, en torno al 2%”. Ese mismo día, mientras enviaba su crónica, solo en Lombardía, ya se habían producido 323 afectados y 11 muertes. Hoy está a

la cabeza de casos registrados. Se comprueba que Lorenzo ha acertado de pleno.

Otro que mejor se hubiera callado, es Risto Mejide, que dando una lección de templanza soltó: “No hay nada de qué preocuparse, estamos muy tranquilos”, dijo mientras se burlaba abiertamente de las medidas de prevención tildándolas de apocalípticas. Hoy se encuentra afectado del virus.

Susana Griso, refiriéndose a la convocatoria del 8M: “Que el coronavirus no sea una excusa”. Hacía apenas una semana que comunicaba que el coronavirus era tan solo una gripe. ¿Qué forma y manía de hablar de lo que no se sabe!

El vocero semioficial del régimen socialcomunista, el periodista Antonio García Ferreras, dijo en su día, respeto del Ébola, en donde por cierto no hubo muertes, salvo el sacrificio de un perro: “Estamos ante una tragedia nacional y tenemos a una ministra cobarde”. Ese mismo periodista, en relación con el coronavirus, dice que está todo controlado. “Los liberales no se han dado cuenta de que el alarmismo tiene consecuencias muy graves. Esto va a ser una enfermedad que en abril se nos habrá olvidado”. Mayor desfachatez es casi imposible encontrarla en una profesión que debiera ser veraz y ajustarse a la realidad.

El jabonero de la izquierda y del separatismo catalán, Jorge Evole, no deja pasar la desgracia para menospreciar la gravedad de la enfermedad y de paso “zurrar” a alguno de sus colegas. “Este es un país de extremos. Mientras hay televisiones que están haciendo el agosto a costa del alarmismo (el negocio del miedo), otros medios, diría que la mayoría han optado por el sosiego recetando lo mejor que se puede recetar en estos casos: información. Y por ahí en medio, se ha colado algo de humor, otra vacuna ante el anuncio del apocalipsis”.

Está comprobado que este sujeto no ha solicitado la información que reclama para los demás y tiene la desfachatez de hablar, precisamente él, de extremos, cuando es un extremista sumo. Eso sí, se lo ha tomado con humor; humor que hoy no comparte nadie y menos los familiares de los fallecidos.

No contento con lo dicho, el 29 de febrero en una entrevista en la Sexta dice: “La sociedad debería entender el proceso en estos casos, hay que evitar el pánico. No tiene sentido caer en la histeria. La sociedad es un poco infantil. Es la más escéptica que ha habido en la historia y la más crédula a la vez”.

El que ahora lagrimea avergonzado, es el también periodista apesebrado socialista Iñaki Gabilondo, dándonos un consejo que él nunca siguió: “Los medios de comunicación y la sociedad deberíamos pactar no contar ni recibir otras informaciones que los datos reales y las advertencias de las autoridades sanitarias. Nada más”. No satisfecho con lo señalado, el 29 de febrero, en una entrevista en la Sexta, en cual, si no, dice: “La sociedad debería entender el proceso en estos casos, hay que evitar el pánico. No tiene sentido caer en la histeria. La sociedad es un poco infantil. Es la más escéptica que ha habido en la historia y la más crédula a la vez”.

Se le olvidó decir que esas advertencias deberíamos seguirlas siempre que las mismas fueran del PS en el poder; no cuando fueran del PP en el poder o fuera de él, pues nos estarían mintiendo.

Otros periodistas como Ana Pastor, Julia Otero, Ignacio Escolar, Antonio Maestre, etc., dieron pábulo a hacer creer al personal que lo del coronavirus no pasaba de ser una gripilla de nada.

Ante las opiniones de toda esta tropa, el New York Times carga contra la “vacilante respuesta” de Sánchez frente al coronavirus. El diario estadounidense tacha de “indiferente” la respuesta inicial del gobierno socialcomunista ante el Covid19 y destaca el “fracaso” del gobierno a la hora de adoptar medidas.

Esa gripe, que despreciaron y minusvaloraron políticos, siempre de izquierda y ultra, y periodistas, siempre de idéntico pensamiento, a mediodía de hoy 24 de marzo, ha causado en España 39.673 infectados y 2.696 fallecidos, ascendiendo a 381.387 casos y 16.572 fallecidos en 185 países.

A algunos debieran de exigírseles responsabilidades que, además no tuvieron, que yo sepa, la vergüenza de pedir perdón por su ligereza y desvergüenza. A los políticos seguro que se les pedirá, incluso penales por impudencia contra la salud pública con resultado de muertes. En Francia ya se la están pidiendo a dos ministros.

José F. Feijóo Carrasco, profesor y ex secretario de Ayuntamiento

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