Últimas noticias

Del disparate a la miseria moral, y viceversa… un paso y algunos años

No es la primera vez que trato este asunto que, desde diferentes puntos de vista, acaba siendo recurrente y haciendo necesario volver sobre él mientras la sinrazón de unos u otros, por acción o por omisión durante los últimos cuarenta años, siga degenerando la política, consecuencia de la también cada vez más degenerada sociedad a la que “representa” que, salvo en lo derivado de la tecnología, involuciona por días. Podríamos ir un poco más lejos y buscar la causa primera en una Transición que se calificó de modélica en muchos aspectos pero que no deja de traer causa en la situación actual por esas “rendijas” que quedaron abiertas por contentar a los que nunca lo estarían, y de la que hay que destacar la inconmensurable generosidad de los que mandaban entonces, con un sacrificio político digno de elogio, dejando su poder en manos de los que tenían un buen propósito, los herederos de los vencedores de la Guerra Civil que antepusieron la convivencia a recrearse en la victoria de 1939 y los logros de casi cuarenta años de avances y la izquierda derrotada que antepuso su deseo de libertad sobre el de venganza. Pero ni derecha ni izquierda valoraron en su medida el mal insaciable que se sentaba con ellos en aquella mesa, el nacionalismo, que no dio su verdadera cara en las negociaciones que produjeron la Constitución Española y guardaba su as en la manga: el tiempo y el mejor conocimiento de los otros componentes que al contrario, lo que se ha venido viendo durante estas cuatro décadas sin que, ni los unos ni los otros alternantes en el gobierno hayan demostrado verdadero sentido de Estado para ponerlos en su sitio con los cambios legislativos necesarios que hubieran evitado el despropósito, empezando por una ley electoral injusta que da una representación desproporcionada al nacionalismo, en el que unos y otros se apoyaron cuando no consiguieron mayorías suficientes y, cuando las tuvieron, su disfrute del éxito no les permitió ver al auténtico peligro.

Dicho lo anterior, vuelvo a resumir brevemente la secuencia de estas casi cuatro décadas desde la llegada del PSOE al gobierno aquel Octubre de 1982, con su mayoría absoluta “pendular” –la Historia de España se asemeja a las oscilaciones de este instrumento, como muchas veces nos muestra, que ahora pasa por otra situación más que crítica–. Con la perspectiva de los años se confirma lo que pocos vieron –o que otros no quisieron ver–: “Si este borrador de Constitución se aprueba, se acaba España”, me dijo mi padre (q.e.p.d.), que vivió los desastrosos años 30 del pasado siglo que lo llevaron –con 18 en su caso, en aquel Julio de 1936– a la Academia de Alféreces Provisionales de Riffien y tres meses después al frente. De momento no se ha acabado España, pero se están dando pasos cada vez más rápidos para que perdamos la última de las tres características que va quedando de las que algunos conocimos, la Unidad, porque la Grandeza –del 8º puesto industrial al 13º o más, sin entrar en desempleo, deuda, nivel de educación, etc., dice bastante– y la Libertad –que ha dado paso al libertinaje sin pena en muchos casos o a la “libertad si piensas como yo” que impone el socialcomunismo y “si no te borro”– están bastante lejos del lema que definía a España en los quince últimos años de la “dictablanda”, que permitía casi todo, salvo las andanzas del Partido Comunista –el PSOE estaba desaparecido, como casi siempre en las duras–, que los hechos de sus herederos actuales, el propio PC de Enrique de Santiago: “Si las circunstancias lo aconsejaran, estaría dispuesto a asaltar la Zarzuela y matar a los Reyes” –o algo parecido dijo en su día– y su franquicia podemita del PabLenin del Siglo XXI, demuestran que aportan poco o nada a la convivencia y al verdadero progreso social, salvo al propio de ellos. Me atrevo a comparar estas cuatro décadas con una carrera socialista de relevos –esa en la que cuatro corredores se van pasando el testigo– en la que el primero, Felipe González, llegó hasta dónde pudo –desastre educativo de la LOGSE (base para la degeneración moral, entre otras), corrupción, ruina, etc.–; el segundo, José Luis Rodríguez, llega un poco más lejos –más degeneración educativa (Educación para la Ciudadanía, por ejemplo) y social (matrimonio homosexual y aborto, sin entrar en detalles), más corrupción, ampliada por la de algunos miembros de la etapa anterior (Manuel Chaves y José Antonio Griñán con sus ERE, entre otros) desde sus taifas y, de nuevo, ruina, de la mano del mismo personaje al frente de las cuentas, Pedro Solbes; el tercero, Alfredo Pérez Rubalcaba (q.e.p.d.), pasó por esa etapa de número uno sin pena ni gloria, aunque el más que químico, “alquimista de la política”, ya había dejado constancia de sus artes de Rasputín “maquiavélico” durante su largo recorrido con los dos primeros “relevistas” y certificó el desastre del segundo con una derrota del PSOE, histórica hasta entonces, dejándolo en 110 escaños en las elecciones de Noviembre de 2011; una cifra que superaría a la baja por dos veces –Diciembre, 2015 y Junio, 2016– el cuarto relevista, Pedro Sánchez, al que poco después de cuatro meses de su “sorpresiva” llegada a la Secretaría General, cuando todavía no escribía en este medio, califiqué como el “clon de Zapatero” y no me ha dejado muy mal –perdón por la autocita– http://desdeelcaballodelastendillas.blogspot.com.es/2014/12/el-ps-de-pdr-snchz-pierde-algo-mas-que.html. Algo a lo que tampoco son ajenos los dos presidentes del Partido Popular, aunque lo hayan sido más por omisión que por acción, como vengo diciendo desde hace mucho tiempo y no pocas veces. José Mª Aznar y Mariano Rajoy se encontraron una España arruinada, desprestigiada internacionalmente y con una deriva educativa y social creciente, mucho más evidente esas lacras a partir de 2011 por la crisis económica internacional de 2008, los ridículos internacionales del que nos llevaba a “la Champions League de la Economía” y el añadido de las dos Españas que abrió el leonés de Valladolid con su ley de Memoria Histórica y su igualitarismo sectario disfrazado de falsa “igual-da”, pero los dos populares se centraron –el primero mejor que el segundo porque los daños no eran tan graves, posiblemente, pero desde el inmenso error de no aplazar las elecciones de 2004– únicamente en mejorar la economía y las relaciones internacionales, que no es poco dirán muchos y es cierto, pero ninguno abordó de verdad la batalla sociocultural que España necesitaba, con una Ley de Educación general para todo el Estado, la citada Ley Electoral que igualara la calidad de voto entre todos los españoles sin ponderar infinitamente más el voto nacionalista –cada día más separatista– en el que unos y otros se apoyaron para conseguir mayorías suficientes aunque dependientes y, lo más importante, ninguno de los dos se atrevió a recortar de verdad el gasto público, especialmente el autonómico, como primera fuente de ingresos y a levantar de verdad las alfombras de la corrupción cayese quien cayese, lo que, ante tales pasividades, facilitó la carrera de relevos en la que cada uno de los presidentes socialistas tomaba el testigo más cerca de la meta que históricamente ha caracterizado a ese partido desde su creación hace 142 años– la mitad desaparecido y la otra mitad de muy triste historia–, la destrucción de España que ya intentara en 1934 y propiciara en 1936/39 y que sigue “progresando” inadecuadamente mientras siga esta deriva camino al desastre final.

Y lo que hemos presenciado desde el pasado fin de semana no hace sino corroborar esta carrera de relevos del disparate que ha degenerado en miseria moral de buena parte de nuestra casta política a lo largo de este tiempo, primero con el congreso de la “unidad” del Partido Sanchista, que parece haber costado dos millones de euros que no creo que hayan salido de las cuotas de sus afiliados precisamente, en el que el cuarto y último relevo aparecía abrazando y sentado entre el primero y el segundo –el tercero estuvo “presente” en un busto digno de Cecilia Jiménez, la “restauradora” que destrozó la pintura del Ecce Homo de la iglesia de Borja (Zaragoza), como evidenciaba el rostro de sorpresa de su viuda al descubrirlo–. Esta unión demostraba que los tres son parte del mismo plan y desmontaba las críticas que el sevillano multimillonario hiciera en alguna ocasión discrepando de su sucesor. Presumía también el “presimiente” de un PSOE “muy español”, lo que no deja duda ante la “proliferación” de banderas de España y la sustitución del himno nacional por La Internacional socialista. Esos símbolos que la izquierda se harta de decir que “usurpa la derecha fascista”, pero que cuando tienen oportunidad de utilizarlos para demostrar que son comunes, los desprecia. ¡Ah! que a los que le sostienen la silla les puede molestar. ¡Acabáramos! Siempre “anteponiendo” los intereses de España a los suyos y los de sus socios este gran “patriota”. En mi anterior enlace –artículo del 3 de Diciembre de 2014– ya aludía a que el PSOE había perdido la esencia de tres de sus siglas, especialmente la “E”. No entraré en su promesa de “abolir la prostitución”, que tanto juego ha dado en las redes sociales, por un lado despertando la imaginación de alguien con buen sentido del humor que decía: “¡Qué no haría un hijo por su madre!” y por otro recordando el negocio de las saunas gay del suegro –la más conocida era la Adán, en la calle San Bernardo de Madrid– que no quedó claro si estaba implícito en esa abolición, así como los locales que tanto les gustaba frecuentar a algunos de sus compañeros andaluces condenados por el ya citado caso de los ERE. Tal vez, detrás de esta abolición se esconda la convocatoria de una “oposición restringida” para hacer funcionarias de “carrera” –el empleo público le gusta mucho a Falconeti, mientras acaba con el privado– a las desempleadas de la profesión más antigua del mundo, con la que no acabó la antigua Grecia o Roma y ni siquiera Franco. En fin, como señal del “progreso” del que presumió el líder, su vuelta atrás recuperando al genial Óscar López como jefe de gabinete –el que descubrió que sí “hay dos sin tres” razones para votar al PSOE– y ahora le adjunta a Antonio Hernando, el que provocó su marcha en 2016 –lástima que Javier Fernández y su gestora no forzaran para que fuera definitiva–.

También merece un comentario el “arrepentimiento” de Arnaldo Otegui que el lunes expresaba su «pesar y dolor por el sufrimiento padecido por las víctimas”, en ningún momento dejó claro que se refiriera a las producidas por los atentados de su banda, añadiendo que había sido “un padecimiento que nunca debió haberse producido» pero que lo extendieron durante más de cincuenta años con cerca de mil muertes y varios miles de heridos y mutilados. Declaración que inmediatamente se apresuró a aplaudir Pachi López, alias “Nadie” –“Harás cosas que nos helarán la sangre” (una más), le dijo la madre de Joseba Pagazaurtundúa, víctima de ETA en 2003–. Y no podía faltar el elogio pontifical de Zapatero: “Las palabras de Otegui tienen mucha trascendencia”, para añadir también que “Hay que pasar de la coexistencia a la convivencia”, como la suya con el líder bolivariano Nicolás Maduro, que tan pingües beneficios parece que le está reportando, supongo. Pero las formas se someten al fondo y ya el martes, en ese euskera reinventado desde varios dialectos vascos, el dirigente de BILDU se apresuró a aclarar su postura: «Tenemos a 200 presos en la cárcel y si, para sacarlos, hay que votar a favor de los Presupuestos, pues votamos. Así de alto y de claro os lo digo», o sea, que su “pesar” no es más un paso más de ese Do ut des recíproco que uno hace para seguir en su silla de Moncloa y el otro para tratar de llegar a Ajuria Enea con el apoyo socialista, para lo que pide que el doctor Plagio cum Fraude disfrute –nunca mejor dicho– de una nueva legislatura porque “con el PP y VOX lo pagaremos”. Así que ¡ojo PNV!, que con la boca pequeña de Urkullu se unía a los enfadados por esas declaraciones. La pregunta que dejaba en su editorial de ayer Carlos Herrera, centra muy bien el alcance de estas declaraciones: “¿Quién estará más contento con la situación actual, la familia de Miguel Ángel Blanco o la de Henri Parot?”. Ahí la dejo.

Mientras, Isabel Días Ayuso, una vez más, pone el dedo en la llaga tras las promesas de Sánchez: “Va a destruir empleo y dividir a España”.

Antonio De la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión

Artículo anterior Informarse antes de decidir… una buena medida 

 

About The Author

Otras noticias publicadas

Responder

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies