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Tabernas, literatura y horarios

Vino y literatura siempre han ido de la mano. ¿Por qué lo digo? Vamos a ello.

A una prensa de vino le debemos la literatura; en serio. Y al orfebre que le aplicó los tipos móviles, claro.

Se apellidaba Gensfleisch, pero fue más conocido por el Gutenberg que adoptó su padre. En efecto, este alemán sacó de una bodega el artefacto para comenzar la impresión múltiple de textos. Lo malo es que también de ahí proviene el BOE (la expresión “mientes más que la Gaceta” alude a su anterior nombre).

Ojo, no a los paraísos absentosos de Baudelaire; he dicho al vino. Por un poner, advirtió cierto crítico que en mi Desayuno para el muerto aparecía el navarro en treinta ocasiones. Me preocupaba la novela, cuando él razonó que, ambientada en Sanfermines, “era necesario ese detalle técnico” (sic).

Más adelante, hostelería dio cobijo a las tertulias literarias. Pionera, Fonda San Sebastián; celebres las también madrileñas del Pombo, con Gómez de la Serna; Café Suizo de Bécquer; y otras, hasta el persistente Gijón.

Recapitulemos. En febrero, ante la mortandad italiana, se suspendían el MWC de Barcelona y los carnavales de Venecia, mientras varios especialistas nos recomendaban poner las barbas a remojo. Por el contrario, nuestro gobierno andaba negacionista, y sus medios llamaban desestabilizadores a quienes dieron voz de alarma. Hasta aquel marzo de fútbol, actos y concentraciones varias; cuando, terminadas las de Madrid, Barcelona, Zaragoza, Bilbao…, dio volantazo.

Sin embargo, aún Illa después cuestionó usar máscara. Y es que, ya informado el estado de sitio (no el número real de bajas), las iniciativas eran contradictorias. “Orden más contra orden, igual a desorden”, saben los militares.

Chester Himes publicó Un ciego con una pistola, y en ese sentido muchos se han referido a aquellos titubeos como “palos de”. No me gusta; aquí caen siempre dichos estacazos en los costillares de los mismos: autónomos, trabajadores… Demasiada puntería para un comité de expertos que se demostró, como el caballero de Calvino, inexistente.

Encima, he deducido que el virus tiene manías. En los bancos se torna más agresivo a partir de las 11:30; para Correos, con la comida. Yo que pensaba que, contra él, era mejor distribuir usuarios que reunirlos…

Así mismo, a los hosteleros les obligan concentrar, reduciéndoles su tiempo.

En cambio, en esto el boletín apunta no dar resultado. Miren hacia el norte, aquellos países con más alcohólicos son los de mucha libación casera; record de suicidios en los que se encierran por el frío.

A mí me parece que en los establecimientos públicos se mantienen mejor las medidas de distanciamiento e higienización. Y la autoridad los inspecciona el cuádruple que las poco detectables fiestecillas en pisos. Opino que han vuelto, clandestinos y silentes, los antañones guateques. Así que, con restringir los horarios, creo que solo se agrava el problema de salud, en tanto quiebran negocios.

Además, se me van a cabrear desde Quevedo a Valle Inclán, y estos últimos tenían mucho carácter; Gutenberg, jurando en germano, tiene que dar miedo.

Jesús Javier Corpas Mauleón, escritor

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