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Una mezcla explosiva: La crisis del coronavirus y un gobierno incompetente

Parece mentira que personas a las que tengo por sensatas, independientemente de su ideología, todas respetables siempre que no se muevan desde el sesgo de “lo mío es bueno y lo demás malo”, se hagan eco y compartan lo que dice un panfleto que dista mucho de ser un periódico que, para empezar, está “dirigido” por un tal Ignacio Escolar -el apellido le viene que ni pintado, porque no parece haber salido de la escuela doctrinaria socialista- que según algunos periodistas ni siquiera lo es -aunque dicho sea de paso, tampoco hace falta serlo para dirigir un periódico, incluso bueno-, pero es que este personaje presume de ello y hay quien dice que hasta falsificó su máster -que tampoco sería el único, claro, incluso del PP, menos de los que se dicen, pero con uno que hubiera, para mí ya sería demasiado-. A este personaje, Ignacio Escolar, le regaló Rodríguez Zapatero el diario Público -se dijo que “para competir con El País por la izquierda”-, de la mano de Jaume Roures, que ambos llevaron a la quiebra, y a quien el ahora asesor de Nicolás Maduro y demás líderes bolivarianos populistas sudamericanos, ya le había regalado La Sexta, que también quebró el “amigo” catalán y fue salvada merced a la “brillante” decisión de Dª Soraya Sáenz de Santamaría -nefasta hasta decir basta, por muy Abogado del Estado y del PP que fuera, no me duelen prendas- de endosársela al Grupo ATRESMedia, al que parece haber fagocitado e impuesto su línea de extrema izquierda rompiendo la norma empresarial de que la absorbente diluye a la absorbida, pero no fue así en este caso. De no ser hijo de quién es, Arsenio Escolar, fiel escudero del socialismo de la época de Felipe González desde El País -del que fue subdirector- y después desde el periódico gratuito 20 minutos que fundó, este chico no sería nada, seguramente, pero la mediocridad progre se premia hoy si hay padrino y se hereda el apellido, que no el talento, pero si el resentimiento y el sectarismo.

Me refiero al artículo de eldiario.es que firmaba una tal Esther Palomera el viernes y me llega en esa fiebre de reenvíos que propician las redes sociales, que encabezaba con “El goteo de decisiones autonómicas y la presión de la oposición precipitaron la declaración del estado de alarma”. Pues mire, doña “Esterilla”, no, no ha sido “el goteo de decisiones autonómicas” -se refiere especialmente a Madrid y al PP, enemigos a batir para ZParo y su clon Pedro Sánchez tomó el testigo- sino el retraso e inacción de un gobierno incapaz -algunas, Madrid y Andalucía, están actuando mejor y más rápido que el gobierno- ni la “presión de la oposición”-. Isabel Díaz Ayuso se adelantó y “pidió medidas durante 10 días -1 de Marzo- para enfrentar el coronavirus y el Gobierno se negó”, y reclamaba la comparecencia de Sánchez en el Congreso, según recogía El Mundo el jueves. Pero el señor Sánchez estaba “muy tranquilo” permitiendo que se celebrara la maldita manifestación del 8M en Madrid, con la que se demostró que estaba pecando claramente de omisión -si no lindando con el delito de atentado contra la salud pública- y, como sus ministras, que cogían la pancarta con las manos enfundadas en guantes de látex -morados como es lógico-, sabía lo que se nos venía encima. Ese retraso en atender demandas de algunos políticos serios para tomar medidas a tiempo, junto al capricho de su socio-sostén PabLenin Iglesias de mantener la manifestación para que su consorte y ministra de “Igual-da”, Irene Montero, se diera un baño de masas que la animara del ridículo hecho con el borrador de una ley precipitada que no hay por donde cogerla, han sido causas significativas de la expansión exponencial de la pandemia en Madrid. Walter Ricciardi, científico italiano experto en el coronavirus ha dicho que “fue una locura que España -Sánchez, aclaro yo- no cancelara el 8M. Le hizo un favor al virus” –Sánchez, insisto-. También el New York Times, periódico de referencia del progresismo español, cuando interesa, destacaba que “España ha dado una respuesta vacilante ante el coronavirus” y el propio diario El País, que no es dudoso, recogía que “Las marchas del 8-M se celebraron en contra del criterio de la agencia europea”, aunque el gran Fernando Simón -“dejaría a mi hijo hacer lo que quisiera” porque esto era una “simple gripe”- echaba un capote a su jefe: “hasta el domingo por la tarde -justo después de la manifestación ¡qué ‘casualidad’!-, los datos entregados por la Comunidad no empezaron a reflejar un aumento preocupante de los casos en Madrid”. Y en La Sexta, esa “ventana de la verdad” que masacró a Cayetana Álvarez de Toledo por denunciar su juego sucio, otro dechado de la “democracia”, Cristina Almeida, animaba a estar en el 8M: “El machismo es un virus más peligroso que el coronavirus”. En lugar de haber tomado nota de Italia y cómo se estaba actuando allí, pensando que con dos o tres semanas de desfase podíamos sufrirlo en España, aquí se trataba de mantener como fuera en el sillón de Moncloa el trasero del más irresponsable personaje que ha deparado la Historia de España -en su mayoría nefastos, que evitaré nombrar para alargarme más-. Y lleva toda una semana anunciando un “estado de alarma en diferido” en tres comparecencias. Debería hacer caso a algo que escribe en Twitter como Felipe González Márquez, alguien que no sé si será o no el propio expresidente: ”Es el momento de afrontar una responsabilidad que no está al alcance de este Gobierno. Debe convocarse un gabinete de crisis donde no estén presentes los actuales ministros, sino gente cualificada. El experimento de la coalición ha caducado ya”. Como dijo acertadamente Pablo Casado cuando el irresponsable multicopista anunció las primeras medidas el martes: «Las medidas de hoy son tiritas que no taparán la hemorragia», además de tachar de “grave negligencia” la (no) actuación del ejecutivo, pero dejando claro su apoyo y demostrando mucho más sentido de Estado que el hoy presidente ante Mariano Rajoy al que, cuando la crisis del Ébola -un caso y el sacrificio de un perro, en 2014-, pedía comparecencias y dimisiones y acusaba de “desgobierno”- como recordaremos.

Termino resaltando otra grave irresponsabilidad en el otro extremo, “los extremos se tocan”. El no menos populista, líder perpetuo y vitalicio de VOX, Santiago Abascal, no contento con la cacicada de impedir candidaturas alternativas y cambiar estatutos para perpetuarse, en una asamblea a puerta cerrada en la que “sorprendentemente” salió “elegido” él, quiso también su baño de masas -parece que esto es consustancial con los líderes populistas de ambos extremos- y mantuvo, pese a los avisos en contrario, una segunda asamblea para fieles abducidos en el populista recinto de Vistalegre -que algunos llaman ya Vistatriste- de la que se sepa han salido ya media docena o más de contagiados y portadores del COVID19, más conocido como coronavirus. Y es que ahí está el problema, tres auténticos VIRUS para España, Sánchez, Iglesias y Abascal -cada uno con sus matices, diferencias y trasfondo- no saben qué hacer para mantener sus “coronas” a costa de lo que le pueda pasar a esa España que los dos primeros quieren romper y el tercero dice profesar un amor patriótico que lo llevó e eludir el Servicio Militar a base de prórrogas porque “el valor, se le supone” y si no, una talla menos de camisa y una bandera más grande u otro libro patriótico -que no lee- en las manos.

Y mientras sigue sin concretarse ese “estado de alarma en diferido” que anuncia el presidente, al que de momento se oponen dos de sus socios, Iñigo Urkullu y Quim Torra, que lo consideran como una aplicación encubierta del artículo 155 de la Constitución y que no puedo tratar por tener que cerrar ya mi artículo, doy gracias a Dios por vivir en Madrid, pese a que por razones obvias -ser centro de comunicaciones y tener mayor tráfico de personas y concentraciones- sea el foco donde más casos de coronavirus y fallecimientos hay. Y hago un llamamiento a muchos irresponsables que se han tomado las medidas adoptadas aquí ante esta crisis sanitaria como unas vacaciones y se han marchado a las playas, para que reflexionen sobre que pueden contribuir a expandir y hacer más larga e incontrolada la dramática situación, acumulando casos en lugares de peor infraestructura sanitaria, ante una triste realidad cuyo límite no se sabe dónde está. Yo, por supuesto, en casa.

Antonio de la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión

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