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Trabajar sobre la conciencia emocional, la propuesta de Aprendizaje-Servicio de ‘Emociograma’

Trabajar sobre la conciencia emocional, la propuesta de Aprendizaje-Servicio de ‘Emociograma’

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Alumnado del Centro municipal de Formación de Servicios Sociales, usuarios de Padre Meni y miembros de ANFAS han visitado tres centros escolares en el barrio de la Rochapea

Que la inteligencia emocional es un factor determinante para la salud mental y física es algo que los expertos no cuestionan. Que el trabajo con ese tipo de inteligencia permite aprender y el resultado es un aumento del bienestar, tanto personal, como comunitario, es una consecuencia lógica de lo anterior. El Alumnado del Centro de Formación de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Pamplona se centró en eso al diseñar ‘Emociograma’, un proyecto de trabajo con metodología Aprendizaje Servicio (ApS) que obtuvo el primer premio en la categoría de Formación Profesional del III Certamen de ApS.

La promesa del quienes lo diseñaron era compartirlo, ya que el trabajo en la metodología ApS no es tal, si no se extiende el trabajo realizado al resto de la sociedad. En los últimos días, varios equipos formados por unas 20 personas entre alumnado del Centro de Formación de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Pamplona, usuarias de la Clínica Psiquiátrica Padre Menni y miembros de la asociación ANFAS, han estado compartiendo su trabajo en sesiones informativas en el barrio de la Rochapea.

Para empezar, se han acercado a los dos centros escolares Cardenal Ilundáin y Bernat Etxepare; también se han visitado el Instituto de Txantrea, Iñaki Otxoa de Olza. En total 160 escolares de 3 a 13 años (desde 1º de Infantil hasta la ESO) han estado trabajando en las aulas sobre sus emociones. También se ha hecho una sesión con otras 20 personas, entre pacientes y trabajadores en Padre Meni.

Una túnica, pulseras, caretas: representar las emociones

‘Emociograma’ busca ayudar a manejar una gran variedad de emociones para desarrollar la propia conciencia personal y regular las emociones; un objetivo que se plantea tanto para la educación emocional en general de la comunidad, como para la de grupos conformados por alumnos de todas las edades y miembros de colectivos en riesgo o exclusión social.

En esencia tienen tres niveles. Para los más pequeños y las personas con discapacidad intelectual se juega con lo visual. A través de caras recortadas en cartulinas de colores a modo de pictogramas se hacen máscaras de emociones básicas: alegre, triste, emocionado, enfadado… El alumnado de Primaria hace eso mismo, pero con una ‘túnica de emociones’ fabricada en tela que recoge un catálogo de emociones más complejas plasmadas en pulseras. Cada chaval identifica la emoción que predomina en su estado y coge la pulsera correspondiente (autoconocimiento): alucinado, enamorado, etc. Para el final se dejan las emociones más difíciles de expresar: angustiado, confuso… que se trabajan a través de un soporte móvil.

Pero el objetivo de las sesiones es siempre el mismo, trabajar en la conciencia emocional, primera competencia para poder continuar con el desarrollo de la inteligencia emocional. En las sesiones, además de hacer reflexionar a los participantes sobre las diversas emociones personales, se explica cuáles son cómo funcionan. Por qué toda emoción es necesaria para la vida, cuándo se manifiestan como emociones no resuelta a las que hay que buscar origen o por qué la única forma de liberarlas es vivirlas plenamente.

Seis clases de Infantil y Primaria de Cardenal Ilundáin, tres de Bernat Etxepare y una del Instituto Iñaki Ochoa de Olza han estado estos días trabajando sobre ello, algo en lo que ya veían haciendo hincapié los centros escolares, por lo que ambos esfuerzos se han unido. Con la participación de los menores se ha trabajado también en un diccionario de ‘emociones básicas’ y se ha confeccionado, de la mano de ANFAS una pequeña guía de inteligencia emocional en lectura fácil, así como unas fichas descripticas, sencillas y breves para la regulación emocional.

Cuando las emociones repercuten en la salud

Los comportamientos sociales de riesgo derivados de una baja inteligencia emocional pueden dar lugar a problemas como la depresión, conductas violentas, consumo irresponsable o abusivo de sustancias tóxicas (drogas legales e ilegales), diferentes formas de adicción (juego, sexo, tecnología, etc.), desórdenes alimentarios ideas suicidas y suicidio consumado. En definitiva, producen dificultades en las relaciones sociales que conducen o pueden hacerlo, desde a la exclusión, al aislamiento, la soledad e, incluso, al abandono o muerte, etc.

Cada problema tiene su espacio, pero ninguna franja de edad está libre de padecer problemas vinculados la incorrecta regulación de las emociones. Sobre eso quiere trabajar ‘Emociograma’, mejorando, desde el trabajo a pequeña escala y de forma desinteresada, la salud comunitaria.

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