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La desontologización de las profesiones

El caso del trabajo social, entre su reconfiguración o su desaparición

La profesión de trabajo social, como disciplina, ha atravesado diversas etapas, acordes a la coyuntura política e histórica en la que se encontraba. Pero, fundamentalmente, observamos que, como disciplina, siempre se caracterizó por su auxiliaridad, esto sin menoscabar las aptitudes de la profesión.

Con elementos del cristianismo, vinculados a la caridad, entendida esta como la virtud de amar al otro como a uno mismo, tuvo su fecha de conmemoración el día 2 de julio, día cristiano de la Visitación. Estos elementos fundacionales fueron desplazándose o tergiversándose al punto tal de que la caridad fue reinterpretada durante la etapa liberal como beneficencia o altruismo. Y es al día de hoy que la palabra caridad tiene un sentido peyorativo. Tan tergiversada ha sido la disciplina, que hoy el día de su conmemoración es el 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, un pleonasmo,  por cierto: “Los derechos humanos parten de una expresión por demás redundante, puesto que sólo el hombre puede ser titular de derechos” (1). Despojados de su fuente iusnaturalista, se sustituye esta por derechos individuales y subjetivos, que no reconocen su origen en nada más que  el hombre. Esto genera la ruptura del hombre con su anclaje comunitario. Recordemos que el  ser humano es un ser inherentemente social. Esto implica que todo derecho debe subordinarse a un conjunto de obligaciones, para la sana  convivencia en comunidad. Hace  cuánto ya no leemos esa palabra en los libros de Trabajo Social?

Estamos, desde nuestro lugar profesional,  contribuyendo a la última oleada de alienación humana?

Con orgullo, la disciplina ha generado una afiliación histórica a las coyunturas sociopolíticas de turno. Se dice que ha acompañado los cambios sociales, que es “transformadora”.

Cuál ha sido el costo de esta mutabilidad? La pérdida de identidad. Y tal es así que hoy, la profesión se ha convertido lisa y llanamente en la herramienta, en el auxiliar, en el osito de peluche del feminismo. El trabajo social se deformó tanto  que devino en subsidiario del feminismo.

Estamos ahora ante dos puertas misteriosas:

La puerta número 1 no ofrece nada más  que seguir la línea de la subsidiariedad al feminismo, que a su vez, es subsidiario a los poderes globalistas y eugenecistas como la IPPF, la Open Society, George Soros, y demás megacorporaciones. Es el reduccionismo de nuestra disciplina a mera herramienta o accesorio.

Por esta puerta, la disciplina no sólo será cómplice de muchas aberraciones, sino que se irá diluyendo hasta sucumbir. Ya se encuentra agonizando.

Nos encontrará defendiendo y exigiendo por lo indefendible: el asesinato de los seres intrauterinos; la defensa por la muerte terapéutica de los enfermos y los ancianos. Alejados totalmente de los elementos fundacionales de la profesión; alejados de la producción de conocimiento científico, porque eliminando enfermos y embarazos va a obstaculizarse cualquier progreso en materia de investigación científica (2).

Por la puerta 1 estamos erigiendo un tótem y rindiéndole culto a la muerte. La muerte como solución de todo. Cercenando y reduciendo la riqueza, creatividad y posibilidades de la profesión, y  deformando la alteridad que nuestra disciplina poseía.

Por la puerta 2 nos encontramos con un desafío que no es monopolio exclusivo de nuestra disciplina. El derecho, las ciencias sociales, la medicina, han venido siendo víctimas de esta desontologización. Este proceso no fue de la noche a la mañana, sino que atravesó toda una progresividad histórica.

«En las cosas, hay un elemento  que permanece, los griegos lo llamaban “causa formal”. La forma es aquello que hace que una cosa sea esa y no otra. En las cosas (carreras, oficios, profesiones, vocaciones) hay algo que permanece, que es esencial, que es sustancial».(3) Y hay algo que puede modificarse, que es lo material. Pero esas modificaciones no ponen en jaque la identidad, lo permanente, lo ontológico.

Corresponde a las profesiones no alineadas a las ideologías estandarizantes, dogmatizantes y cercenadoras de la creatividad, rastrear su propia ontología: identificarlos elementos fundantes, constitutivos, esenciales. Para recuperar la disciplina antes de que se la coma el feminismo, no tenemos que mirar más hacia adelante, sino hacia atrás. Hacia las raíces. Hacia conceptos como Justicia; Caridad, entendida desde el amor y no desde la beneficencia; Defensa de la Dignidad Humana, y por humano, tener claro que el ser humano lo es desde su concepción hasta su fallecimiento, y que hay etapas de su desarrollo que las transita dentro, y otras fuera, de un útero, y que el estar dentro de la matriz es sólo una contingencia biológica que no le resta dignidad, al igual que el haber sido engendrado en una violación. El feto pareciera que tiene que ceder su dignidad al deseo de un tercero o a los accidentes de su procreación. La dignidad del ser humano es preexistente a cualquier otro derecho humano. Lo mismo que  la Defensa Legítima contra el Injusto Agresor. Si la Dignidad humana es legítima, también es legítima su defensa.

La des-esencialización o desontologización, además de proceso, es un síntoma de los tiempos, por ello que “Quizás una de las más vistosas debilidades de la civilización actual esté en una inadecuada visión del hombre. La nuestra es, sin duda, la época de los humanismos y del antropocentrismo. Sin embargo, paradójicamente, es también la época de las más  hondas angustias del hombre respecto a su identidad y destino, del rebajamiento del hombre a niveles antes insospechados, épocas de valores humanos conculcados como jamás lo fueron antes”.(4

Laura Maciel, licenciada en trabajo social, actualmente cursa la carrera de ciencia política.

Artículo anterior Sarah Connor, una luchadora
1) Antonio Caponnetto, “Penetración marxista en Latinoamérica”, para “Gladius”. 1984.
2) Jordi Garriga Clavé, “La eutanasia mata”, para Mediterráneo Digital. 2020. https://www.mediterraneodigital.com/opinion/columnistas-de-opinion/jordi-garriga/eutanasia
3) Antonio Caponnetto
4) S.S. Juan Pablo II, Discurso inaugural. En Palumbo, “Cuestiones de Doctrina Social de la Iglesia”.

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