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Leiva: «En estos tiempos se consume música como si fuera un kebab»

«En estos tiempos en que se consume música como si fuera un kebab», de manera apresurada y casi mecánica, Leiva regresa en el momento más «dulce» de su carrera con «Nuclear», un disco para ser degustado, desnudo de aditivos superfluos pero mimado para los «románticos» que aún creen en este formato.

«Es lo que queda cuando te despojas de tus ‘Monstruos'», dice a Efe, en alusión al título de su anterior álbum. «Es muy ligero de equipaje y exento de responsabilidad, lo que no me suele ocurrir. No he medido mucho sus consecuencias ni he tenido demasiadas expectativas con la producción. No he querido hacer algo grandioso; al contrario, hemos jugado a quitar elementos para ver cuál era la mínima expresión de una canción», añade.
La posición de partida no podía ser mejor para José Miguel Conejo (Madrid, 1980), alias Leiva. Convertido en uno de los artistas que más discos y entradas de conciertos vende en España, su retorno llega tras producirle un disco a su ídolo Joaquín Sabina y ganar con «La llamada» un Goya a la mejor canción, galardón que, según cuenta, hace idas y venidas entre su casa y la de su madre.
«A pesar de ello, no duermo a pierna suelta. Nunca me he relajado y siempre he sido consciente de que aquí hay un factor muy importante más allá del trabajo y la inspiración que es la suerte. Vivo un momento dulce que tengo que disfrutar pero sé que es una irrealidad», apunta con humildad.
Una guitarra de 1954 que perseguía desde hacía tiempo y que compró en Brooklyn (Nueva York) porque le remitía a su adorado «bluesman» Robert Johnson fue el instrumento del que brotó la semilla de «Nuclear» (Sony Music), cuarto de estudio de su carrera y compuesto durante su última gira.
De ello dejan constancias las notas de voz que incorpora la edición de lujo del álbum físico, «una manera bonita de desmitificar cómo se graban las canciones, de dónde provienen y en qué se pueden convertir» a partir de «esa primera fotografía tan imperfecta, pero que tiene la impronta genuina del día de la composición».
«En este tiempo de abrir las puertas de casa hasta la cocina, esta era una manera de hacerlo desde un prisma musical. Yo no las he podido escuchar porque me sonrojan, porque muestran todo lo que no quiero mostrar: no está bien tocado ni cantado, hay versos cambiados», reconoce.
Esa desnudez está presente en la cuidadísima portada que han hecho para él sus amigos de instituto de Boa Mistura, un corazón integrado por tantas capas como canciones lleva el álbum, doce.
«Me pareció una plasmación conmovedora: un músculo de donde salen las canciones, que son pedacitos de ti. Sueltas no explican el todo, sobre todo porque este es un disco un conceptual que se entiende mejor escuchándolo entero, en estos tiempos en que se consume música como un kebab, de forma rápida y solo a través de playlists», justifica.
Originalmente llegó a componer casi 50 canciones. «Ha sido la carnicería más grande de mi carrera», bromea, antes de destacar la contribución en la selección de temas de Carlos Raya, de nuevo a los mandos de uno de sus discos.
«Todo el mundo necesita un productor, hasta Prince lo necesitaba. Lo podría hacer yo, pero es imposible tener una visión objetiva de tu obra, con la que tienes una vinculación emocional. Siempre voy a ser mejor productor en un disco que no es mío», argumenta Leiva, que ejerció estas lides en uno de los álbumes más exitosos de 2017, «Lo niego todo», de Joaquín Sabina.
Para darle forma a los nuevos temas, en origen pensaron en colaborar con el francés Robin «Rob» Coudert, «capo de los sintetizadores», conocido por sus colaboraciones con Phoenix. «Pero nos juntamos cuatro en el estudio y nos sonaba tan bien con nada…», cuenta Leiva sobre la decisión de prescindir en gran medida de los metales y otros elementos que venían acompañándole en sus trabajos previos.
Entre estas canciones, atesora especialmente una «el alma y el recuerdo que te deja alguien, como un elemento físico que trepa entre tus órganos», y que dio en llamar «Godzilla», en su opinión, el «Sincericidio» o el «Lady Madrid» de este álbum.
«Siempre me la imaginé con una voz femenina y una masculina, pero había una parte que al escucharla, desde el primer día, me parecía para Enrique (Bunbury), así que le escribí y me respondió: ‘En efecto, creo que me corresponde'», rememora sobre esta colaboración que ha grabado junto al ex líder de Héroes del Silencio y la mexicana Ximensa Sariñana.
De los destinatarios de sus nuevas composiciones, prefiere no dar pistas, ni siquiera a quienes las inspiraron. «Una parte del hechizo es no hablar de eso. Esa persona sabe que es para él o para ella, pero no se dice».
«A mí no me han escrito nunca una canción y no sé lo que se siente, pero tiene que ser alucinante», concluye Leiva, que abrirá su nueva gira el 10 de mayo en Salamanca (Pabellón Multiusos Sánchez Paraíso) y le llevará por tercera y cuarta vez al WiZink Center de Madrid (29 y 30 de junio, la primera fecha agotada).
Tocará asimismo en otras ciudades importantes como A Coruña (11 de mayo, Coliseum), Murcia (17 de mayo, Cuartel de Artillería), Barcelona (25 y 26 de mayo, Sant Jordi Club), Sevilla (7 de junio, Polideportivo San Pablo) y Bilbao (22 de junio, Cubec-BEC!).
Javier Herrero.

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