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Francisco Rubiales: El periodista es el ser más necesario de este siglo

El periodista «es el ser más necesario de este siglo», pero su sometimiento al poder lo está convirtiendo en «el gran traidor», según explica, en una entrevista con Efe, el periodista, escritor y profesor andaluz Francisco Rubiales Moreno.

Con décadas a la espalda de ejercicio del periodismo como articulista de periódico, corresponsal de agencia y consultor de comunicación, Rubiales acaba de publicar un libro en el que defiende la tesis de que el periodismo debe regresar a sus orígenes.

En «Hienas y buitres» (Tecnos, 2018), un ensayo ameno salpicado de anécdotas personales -como la llamativa distinción que le hizo en su día Fidel Castro entre ‘periodistas’ y ‘agitadores’-, Rubiales defiende la concepción original del periodismo como una de las «llaves» destinadas a mantener controlado y encerrado al «monstruo Leviatán», o el Estado que todo lo quiere devorar.

«Estábamos celebrando, creo, el 25 aniversario de la toma del Cuartel de Moncada», recuerda Rubiales, que fue corresponsal de Efe en Cuba.

Montaron a los periodistas extranjeros en un avión y los llevaron a Santiago de Cuba. Cuando llegaron, el líder cubano estaba en el centro del patio del cuartel, sentado con un puro, pero no dejaban al grupo acercarse.

Entonces, continúa Rubiales, «llegó un capitán del ejército y nos dijo: que pasen el periodista de la Agencia Efe y el periodista de Reuters».

«Pasamos, saludamos al comandante, y yo, que soy un defensor de causas perdidas, le digo: ‘Comandante, ahí fuera hay por lo menos treinta periodistas’. Estaban los rusos de Pravda, de Novosti, los checos, los rumanos, todos los del mundo comunista».

«Y dice Fidel: ‘Ahí había dos periodistas y han entrado'».

«Yo me quedé blanco y el de Reuters, igual. ‘¿Cómo?’, le dije, ‘ahí hay muchos más’. «‘No’, responde Fidel, ‘esos no son periodistas, periodistas sois vosotros, que sois libres, esos siguen a sus partidos, son agitadores de masas».

«Esa distinción, dicha por Fidel, es brillante», asegura Rubiales. «Yo la comparto al cien por cien. Sin libertad, sin libre opinión, sin servidumbre a la verdad, no hay periodismo, hay otras cosas: publicistas, propagandistas, policías del pensamiento», pero no periodistas.

La tesis del ensayo de Rubiales es que la relación del periodista con los poderosos ahora se encuentra «pervertida».

Y, sin embargo, «el periodista es el ser más necesario en este siglo», porque el siglo XX «fue el siglo del Estado y de los políticos», pero el nuestro, el XXI, «es un siglo de opinión pública».

Hoy «las batallas se ganan en la opinión pública», y «en ese tipo de guerra el periodista es la tropa de choque, la tropa de élite y la tropa más eficiente y eficaz».

Rubiales denuncia que «hay montones de periodistas dedicados a fomentar el odio», y recuerda, a este propósito, un dato significativo: donde más están creciendo ahora mismo los puestos de trabajo para periodistas es en los gabinetes que sirven a los partidos políticos «como picadoras y trituradoras de carne».

«Hay que vigilar al adversario y ver si comete un error, y entonces explotarlo; explotar el error para degradar (al rival), desprestigiarlo y ganar las elecciones».

Desde hace mucho tiempo, apunta Rubiales, en España y en otros países, «las elecciones no se ganan, se pierden; las pierde aquel que es más desgastado», de tal modo que la mejor manera de hacer una campaña electoral «ya no es despertando ilusiones entre los ciudadanos», sino «destrozando al adversario».

La crítica -más bien autocrítica- del libro alcanza al conjunto de la profesión en España, en un apartado titulado «el fracaso del periodismo español».

«Pudimos hacer las cosas mejor», argumenta Rubiales. «Durante la Transición todos creíamos que habíamos creado una democracia, y después hemos descubierto que, en lugar de ello, hemos creado una partitocracia».

«Nuestro sistema está un poquito desequilibrado, todo el mundo reconoce, incluso los técnicos del sistema, que los partidos políticos tienen más poder del que debieran tener, y hay mucho menos protagonismo del pueblo soberano o de la sociedad civil del que debieran tener».

«Cuando hablo de ‘fracaso’ de los periodistas españoles -aclara- es porque no hemos denunciado esto teniendo todo el poder para corregirlo».

La corrupción, por ejemplo, «se acabaría en un instante», asegura, «si los periodistas simplemente contaran la verdad».

«Porque la corrupción es el mundo de las sombras, un mundo oscuro que huye de la luz, y la mejor definición que yo he oído del periodista es: ‘un ser con una linterna que ilumina el mundo'».

Y «donde hay luz, no hay secretos, no hay suciedad, no hay trampas», concluye. EFR

José Manuel Sanz

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