Hay estudios que afirman que siete de cada diez mujeres no llegan nunca o casi nunca a tener un orgasmo cuando mantienen relaciones sexuales con un hombre, pero entonces por qué históricamente son más de una y de dos las mujeres que fingen tenerlo: ¿Para no herir el orgullo de un hombre que no lo entendería y se sentiría humillado porque se cuestiona su virilidad? ¿Para evitar provocar una crisis de pareja? ¿Para mantener el estatus quo de la relación?… Pues parece ser que sí, que por ahí van los tiros
Así lo defiende al menos María Fernanda Peraza, uróloga y andróloga de la Fundación Puigvert y del Hospital Dexeus, quien considera además que ha llegado el momento de aclarar y normalizar la situación con respecto al placer femenino.
En su opinión, ese temor de la mujer de ofender al hombre obedece a la realidad: “Efectivamente el hombre no lo entendería y caería en muchas dudas, y de hecho cuando el hombre sufre una disfunción sexual su primera preocupación es que no puede satisfacer a la mujer, y no es porque la quiera mucho es porque el macho alfa está herido”.
En un pequeño sondeo realizado por EFEsalud a veinte mujeres de entre 35 y 55 años, las que corroboraron la práctica del fingimiento en determinadas ocasiones lo hicieron para que el hombre acabara cuanto antes “porque yo veía que no iba a llegar y mejor jugar al parchís”; “para que no se sintiera mal”; “para que no pensara que era frígida”, “porque no me concentraba y no tenía ganas de dar explicaciones”.
Las entrevistadas que aseveraron que nunca han fingido explicaron que se lo dijeron a su pareja sin problema: “con una sonrisa y sin darle importancia” “o para que la pareja se esfuerce más a la próxima” o directamente le espetaron eso de “es que no has aprendido nada”.
Casi todas ellas se declararon, por otra parte, “clitorianas”, es decir que alcanzan el orgasmo sólo a través del clítoris.
Según la doctora Peraza, “hay mucha información que no llega o llega mal, muchas mujeres con definiciones diferentes sobre el orgasmo, otras que ni siquiera los reconocen como tales; mujeres con expectativas irreales porque hemos crecido en una sociedad donde se vende una sexualidad en pareja que poco o nada se asemeja a la realidad.”
Refiere también Peraza que según datos del Instituto Kinsey de la Universidad de Indianápolis, el 80% de las mujeres reconocen que se masturban, pero muy pocas lo hacen delante de su pareja, por timidez, tabú, miedo, por no ofender a un hombre educado en la creencia de que la penetración es el punto más importante y la única vía para alcanzar el clímax.
Pero, explica la especialista, “los tiempos en la respuesta sexual femenina y masculina son completamente distintos y el orgasmo es un proceso cerebral, y los estímulos vienen de muchas partes: fantasía, genitales, piel, zonas erógenas…”.
Además se trata de un proceso que necesita concentración y desconexión del resto de las cosas que siempre queremos controlar, “y la mujer en este aspecto está poco entrenada. Las distracciones abundan: están pendientes de la postura, de la pose, de que su pareja disfrute…. “
Por otra parte la vivencia de la sexualidad masculina siempre ha sido aplaudida abiertamente, el placer para ellos es un derecho, aunque últimamente la idea del derecho empieza a concebirse por la mujer como algo natural .
La virilidad
La preocupación para el hombre es mantener la virilidad: “Se ha puesto todo el peso en el falo” y ello les supone una “responsabilidad”.
No se les permite fallar y esto les genera mucha angustia y ansiedad y las preocupaciones sobre su función sexual vienen dadas precisamente por las alteraciones que padecen en la fase de excitación, erección, y eyaculación.
Sostiene esta doctora que hay que ser egoístas sanamente en la cama y entender que el orgasmo es una consecuencia, y es responsabilidad de cada uno.
Junto a la diseñadora industrial Elena Rodríguez, Peraza es fundadora de una plataforma o comunidad de mujeres, de nombre Getmine, que reivindica la sexualidad saludable del género femenino con el objetivo de romper mitos y tabús, entre ellos, la masturbación.
Una práctica, afirman, que puede ayudar a la mujer a autoexplorarse, ganar confianza y mejorar la calidad de los orgasmos en sus relaciones sexuales, lo que redundará además en su bienestar general.
Un vibrador
La última iniciativa de este movimiento ha sido el diseño de un vibrador (Clit it) especialmente pensado para adaptarse a las necesidades de las mujeres, ya que huye de tópicos y se centra en la estimulación del clítoris.
Se trata de un vibrador no fálico, un manos libre con pinza hecho en España, que ha sido ideado para adaptarse a la perfección al órgano genital femenino, y para su producción se ha lanzado un crowdfunding o micromecenazgo.
El objetivo es ofrecer a las mujeres una herramienta para aprender a disfrutar su sexualidad sin necesidad de esconderla por el miedo a ser juzgadas.
Según las cifras del estudio del Instituto Kinsey, el 65% de las mujeres necesita estimulación directa del clítoris para llegar al orgasmo.
De acuerdo con Peraza, los motivos que impiden a una mujer llegar al clímax son mayoritariamente de origen psiquico o psicológico: pueden ser bloqueos emocionales, miedos o inseguridades que la llevan a un estado de estrés que no le permite abandonarse al placer durante las relaciones sexuales individuales o en pareja.
Por el contrario, las causas físicas son un porcentaje muy bajo y están vinculadas a cirugías pélvicas o malformaciones del órgano genital femenino. EFE