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OPINIÓN: ¿Es el PP regenerable?

OPINIÓN: ¿Es el PP regenerable?

PioMoa.Wikipedia

Es verdad que España, por la inercia histórica de sus tiempos mejores, resiste mucho a sus políticos. El proceso de olvido y falsificación del pasado, comenzado en la transición y que ha dado alas al terrorismo y a la colaboración con él, a los separatismos, a una corrupción extendidísima, a aberraciones como el aborto o  el fracaso matrimonial masivos, a la politización de la justicia, a la entrega o venta de soberanía como si fuera un bien particular de los partidos, a una hispanofobia casi generalizada, etc., no ha conseguido acabar con el país en cuarenta años. Pero hoy  la situación política se degrada con rapidez y el peligro  crece, con una izquierda cada vez más extremista y unos separatismos envalentonados. Las políticas someramente descritas más arriba han sido iniciadas, en el plano nacional, por la UCD, reforzadas por el PSOE y seguidas por el PP, con alguna excepción no duradera. Por decirlo brevemente y referido a los últimos tiempos, el PP ha venido colaborando desde 2005  con Zapatero haciendo una oposición irrisoria a los gravísimos desmanes de este botarate. Lo señalé entonces, aunque casi nadie quería verlo, y por eso no me ha pillado de sorpresa que el PP siguiera después la misma política que el PSOE. Incluso en materia económica (recuérdese con qué energía Rajoy y los suyos tachaban  de disparatados los recortes y subidas de impuestos de Zapatero, ordenados por Bruselas).

Lo que hoy tenemos es solo la consecuencia de una política sostenida durante decenios de colaboración con la ETA (salvo el período de Aznar), de apoyo y financiación de los separatismos, de demagogia económica, de heridas a Montesquieu, etc.  Para salir  de la ciénaga  son necesarios cambios profundos y rápidos, y no acaba de aparecer el partido capaz de emprenderlos. Decía Otero Novas que si un partido ahora enarbolase como único punto  la unidad nacional, ganaría seguramente; y es muy posible que sea cierto, aunque el punto no debería ser único. Lo que ocurrió desde la transición fue básicamente que las izquierdas y los separatismos se hicieron fraudulentamente con la bandera de la democracia, y la derecha no solo lo aceptó, sino que renunció a la bandera de la unidad nacional. En esta disociación se encuentra la clave de la lamentable historia reciente.  La unidad nacional debe unirse a la democracia, cuyas condiciones fueron creadas en el franquismo y están siendo destrozadas por un antifranquismo al que se ha apuntado también gran parte de la derecha.

En fin,  lo más grave es que no se perciben ideas ni líderes ni organizaciones capaces de enfrentarse a la multicrisis que padecemos. Vox podría ser una solución, pero por  las razones que sea no acaba de despegar. Algunos piensan que el varapalo sufrido por el PP puede hacer que este partido se regenere. Yo no lo creo. Son demasiados años de abyección, y además el problema para sus políticos, cuya miseria moral está bien demostrada, no es España ni la democracia, sino sus poltronas. Por supuesto, el peligro de perderlas les obligará a moverse, pero cuando no hay principios sólidos el resultado solo puede ser más demagogia.

Pio Moa, historiador y escritor

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