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Fray Perico el Previsible: del silencio cobarde al éxtasis sublime.

 

Después de varias semanas que se han caracterizado, entre otras cosas, por los múltiples ataques al juez Juan Carlos Peinado a cuenta de la instrucción que tiene como protagonista a la “catedrática” Begoña Gómez, en la que han pasado del “no hay caso”, que se repetía en la mesa de la rueda de prensa posterior al consejo de ministros, ministras y “ministres”, a acusar al juez de prevaricación. Lo han hecho nada menos que el ministro “tres en uno”, el palmero mayor Félix Bolaños, una especie de aquella “Petra, criada para todo» del Pulgarcito, pero sin gracia. El mismo que hace un par de semana decía sin recato alguno que su designador Pedro I el Mentiroso “es el símbolo de la dignidad de la democracia”. Un ministro que agrupa las carteras de Presidencia (Ejecutivo), Relaciones con las Cortes (Legislativo) y Justicia (Judicial), es decir los TRES PODERES EN UNO, que cualquier democracia que se precie debería tener absolutamente SEPARADOS. Pero, además de este triministro, se dice que doctor en Derecho –espero que, de serlo, su doctorado sea más serio que el del doctor Plagio cum Fraude–, también han cuestionado la actuación del juez, una magistrada, como Margarita Robles, titular de Defensa, y el que fuera juez de la Audiencia Nacional, el cada día más pequeño Fernando Grande Marlasca. En definitiva, un “bien avenido” –no siempre– ramillete de coros y danzas que se arrastran para gozar del privilegio de ser ministro, algo que se podría comprender en la mayoría de inútiles que se sientan en ese contubernio, pero no en los citados y pocos más.

Tras este preámbulo, que me parecía oportuno compartir, y sin olvidar el cada vez más evidente pucherazo venezolano, que no cabe hoy en mi reflexión, vamos con el nuevo apelativo de los que amontona ya nuestro principal protagonista de la semana –más bien actor secundario el último año– “El Previsible”. Porque no ha podido serlo más en las dos “pseudo ruedas” de prensa que nos dejó en dos días, la primera, al finalizar el tradicional despacho con Su Majestad, Felipe VI, en Palma de Mallorca, y, la segunda, en Madrid, al día siguiente, utilizada en la anterior para no decir nada porque (tampoco) lo iba a hacer en ella, como así fue. Lo mismo que era previsible que se acogiera a su derecho de no declarar ante el citado juez Peinado en la comparecencia que se tornó “cortés invitación” al Palacio de la Moncloa, en un encuentro que duró menos que un asalto de un combate de boxeo. Se acogía a lo que recoge el artículo 416.1 de la LECrim: “Están dispensados de la obligación de declarar: 1. Los parientes del procesado en líneas directa ascendente y descendente, su cónyuge o persona unida por relación de hecho análoga… El Juez instructor advertirá al testigo que no tiene obligación de declarar en contra del procesado; pero que puede hacer las manifestaciones que considere oportunas”. Parece que no tuvo presente –de conocerla, que sería mucho presumir en este personaje– la muy conocida frase de Cicerón: “La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio”. Un silencio que puede ser interpretable por eso, no menos conocido, que recoge nuestro sabio Refranero de que “el que calla, otorga” –yo (y creo que muchos millones de españoles), lo hago así– porque, en mi modesta opinión, si tuviera algo que decir para disipar las más que razonables dudas que se recogen en los medios sobre las andanzas de su mujer, no debería tardar en explicarlo.

Como era lógico, sobre eso –las dos comparecencias silenciosas de su mujer como investigada y la suya como testigo– fue la primera pregunta en la rueda de prensa mallorquina, que trató de eludir con su acreditada habilidad de no decir nada, pero, eso sí, con el mayor número de palabras posible, para tratar de enredar a todo el mundo: “Respecto a la primera de las preguntas, comprenderá que después del despacho con el Jefe del Estado, no deba ni pueda ni quiera –eso sí era cierto– referirme a ello”. Y ahí apareció la patada a seguir a modo de excusa: “Mañana tengo además una rueda de prensa en el Palacio de la Moncloa, donde voy a hacer balance sobre este año y, por tanto, allí podré referirme a esta cuestión”. Y como a charlatán no le gana nadie, se recreó en el pretexto: “El respeto que, lógicamente le debo y debo (sic), al despacho que he tenido con el Jefe del Estado –al que menosprecio y ninguneo cada vez que me apetece–, sobre esta cuestión no voy a decir nada hasta el día de mañana. Y referirme, lógicamente –coletilla que coloca cada dos por tres sin venir a cuento, porque casi nada de lo que dice tiene lógica–, al contenido de lo que ha expuesto la Abogacía del Estado”. 

La segunda pregunta era obligada sobre el preacuerdo/traición del día anterior entre su filial catalana, que sobrepasa a la matriz en este tema para garantizar la permanencia en el sillón, y uno de los partidos en cuyas manos “no iba a dejar la gobernabilidad del Estado” y tampoco fue claro, pero sí extenso, aunque recortaré la respuesta para no cansar: “Sobre este acuerdo, lo que le tengo que recordar es que, como secretario general del Partido Socialista (antes) Obrero (y nunca) Español –le encanta recordar sus cargos, en una clara evidencia de que no se los cree ni él–, he contado con la unanimidad de la comisión ejecutiva federal y por tanto hay un respaldo unánime –creo recordar que ha habido únicamente una abstención– al acuerdo del PSC con ERC. En primer lugar, lo que quiero trasladar es el profundo respeto que, como SGPS –otra vez el cargo–, tengo por ERC… Y blablablá… que, literalmente, repitió en su comparecencia y en varias preguntas a las que no respondió, que volvió a tapar con el mismo laudo al que ahora le permite seguir en Moncloa, a falta de la reacción del fugado de Waterloo, Carlos Puigdemont, que ahora parece disminuido después del engaño con la amnistía, pero que anunciaba esta mañana que «Mi detención es una posibilidad real en muy pocos días» . Será mas que interesante ver qué pasa si, como se dice, se presenta en la sesión de investidura del candidato Salvador Illa y que pasa en esa votación si, al final, se celebra. Parece que no ha digerido bien el SÍ de ERC al preacuerdo con el PSC para la investidura del “melifluo” Salvador Illa. Por cierto, merece la pena un pequeño inciso sobre esta circunstancia que demuestra lo podrido de nuestro sistema electoral y político. Los militantes de ERC que decidían o no el apoyo al, para nuestro muy contento Fray Perico, “feliz preacuerdo” eran al parecer 8.266. De estos, se han presentado a votar 6.349, es decir el 76’81%, que es una alta participación relativa, y de ellos 3.397, el 53’5%, han dicho SÍ, frente a 2.847, el 44’84%, que se inclinaron por el NO, con 105 abstenciones. Esto significa que, si ya sería aberrante que esos 8.266 “españoles” tuvieran capacidad para decidir algo que afecta al final a 48’5 millones, lo es más que una mínima diferencia de 550 personas puedan haber inclinado la balanza a favor de la cesión a Cataluña del 100% de loque se recaude vía impuestos allí,  algo que por activa y por pasiva negaban hasta hace pocos días desde el presimiente hasta el último de sus acólitos, en especial mi incomparable María Jesús “Chiqui” Montero: “Lo que me gustaría es, por supuesto, desmentir algunas publicaciones que he visto durante estos días, en las que se afirma que ha habido un acuerdo con JUNTS, con una formación política, en ceder el 100% de los tributos. Es radicalmente falso…”.

Y del silencio cobarde –recordemos la antes citada frase de Cicerón– que ha demostrado hasta la saciedad, no dando ninguna explicación a nada y ausentándose del hemicirco cada vez que sabe –o intuye– que le espera el revés en la votación, pasó al éxtasis sublime en su anunciada comparecencia del miércoles en la que volvió sobre lo mismo y no explicó nada, cuyo enlace dejo para sufridores masoquistas. Merece la pena escuchar la rueda de prensa posterior, en la que justifica el apelativo de “El Previsible”, ya comentado.

La empezó en su más característico tono de Fray Perico el Predicador, al que nos tiene tan acostumbrados, con esa cara de no haber roto un plato en su vida –él prefiere romper España–. Volvió a un nuevo paripé de autocomplacencia que tan bien sabe interpretar y tanto le gustan, calificándolo esta vez como «la ya tradicional costumbre de hacer balance semestralmente sobre la acción del gobierno». Y empezaba dando «las gracias a todo el equipo que ha hecho posible la presentación de este nuevo balance –montaje, hubiera sido más apropiado– que trae siempre la rúbrica de “Cumpliendo”». La primera gran mentira, sólo a los veinte segundos de empezar, que formaba parte del decorado sin querer acordarse ya de su retahíla de incumplimientos disfrazados de “cambios de opinión”: “lo ocurrido en Cataluña es rebelión, sin duda” –después fue sedición gracias a su abogada del “establo” (que me perdonen el término mis buenos amigos Abogados del Estado, con mayúscula, como son la inmensa mayoría de ese prestigioso Cuerpo)–; “No gobernaré con Podemos”; lo mismo que en referencia a los nacionalistas dijo que “No voy a dejar la gobernabilidad del Estado en manos de los que quieren romper la Constitución”; de aquel “Con BILDU no vamos a pactar. Si quiere se lo repito cinco veces, o veinte”; de su promesa y compromiso “No habrá indultos y traeré a Puigdemont a rendir cuentas ante la Justicia”; de lo que repetían él y su troupe, encabezada por Salvador Illa, “pedían amnistía y autodeterminación, no tienen amnistía ni habrá autodeterminación” –último paso después del preacuerdo con ERC del lunes– o para no cansar con una relación interminable que el PSOE, con él, apoyó la aplicación del Art. 155 en Cataluña en 2017. No contento con ese eslogan falso, a los dos minutos autocalificaba a su desgobierno como “El gobierno de los acuerdos”, veintiuno, según él, “con los agentes sociales”. Una actividad que resumió con un “no hemos parado”. De mentir y ceder, le faltó decir.

Dividió su actuación en cinco frentes, sin salirse del guion que ya le conocemos. Primero la Economía, que versó sobre la España del cohete que tanto le gusta a él y a su vicesegunda, Yolanda “Chulísima” Díaz, esta vez resumida en “España va como un tiro”, con su particular forma de vender sus datos, siempre fuera del contexto real: el mayor déficit de la Unión Europea, la mayor deuda y el último país en recuperar los niveles preCOVID, si es que los recuperó ya. Siguió con la Justicia Social, concepto que creo que desconoce, desde otra mentira: “Nos eligieron los ciudadanos para combatir las injusticias”, que no estuvo sola: “Dando pasos para facilitar el acceso a la vivienda” –más difícil que nunca en los últimos años– osando decir que se habían conseguido “25.000 pisos de alta eficiencia energética y que se pondrían a disposición 40.000 más para el alquiler o el fácil acceso a la adquisición. Remató este apartado diciendo que “los ingresos per cápita han crecido un 5%, más que otros países europeos”, cuando la inflación ha subido más del 30% y el poder adquisitivo de los ciudadanos ha caído a niveles que no se han vivido nunca. Y reiteró, dos veces que “No se ha roto nada” –en clara alusión a los “agonías” (como los llamó después, de la derecha y la ultraderecha–, para dejar el dato positivo de un saldo de 9.000 MM € en la bolsa de las pensiones, que de ser cierto, cosa que dudo, celebraré por la parte que me toca de pensionista. Con el tercer capítulo, la Convivencia y paz social, alcanzó niveles realmente sublimes, después de recordar la pésima herencia recibida: “La Administración, en 2018, heredó del Partido Popular la mayor crisis territorial de la historia de nuestra democraciaque quebró la convivencia entre catalanes, y entre catalanes y el resto de ‘hermanos y hermanas’ en el resto de España”. Y siguió con su “realidad paralela”, sin dejar de mostrar su obsesión con la derecha y la ultraderecha, a la que calificó de “oposición destructiva” y soltar sin el menor rubor que “hoy España está más unida y es más prospera que cuando llegamos al gobierno”. Por eso varios de sus barones autonómicos se han rebelado, encabezados por Emiliano García Page en Castilla La Mancha, seguido por los de Aragón, Andalucía, Extremadura y en última instancia el asturiano Barbón dicen que “Hasta aquí” –otra cosa es que a la hora de la verdad pasen de las palabras, esta vez más numerosas y fuertes, a los hechos y, de verdad, pongan pie en pared–. Para el castellanomanchego el “feliz preacuerdo” es “obsceno. No podemos ser los que paguemos otra investidura, el resto de los territorios”, lo que provocó el chiste fácil del aludido, muy sonriente ante los periodistas: “Yo creo que, hablando de Emiliano García Page, la noticia sería que hiciera una rueda de prensa apoyando al gobierno de España”. Terminó este episodio en su más esperpéntico modo alfombra, atribuyendo el actual bienestar social en Cataluña “al gobierno progresista y también a los demás socios parlamentarios”, a quienes agradecía “su valentía y su compromiso”, reiterando “el profundo respeto que, como Sec. Gral. del P. S. , tengo por ERC”. Llegó al turno al Cambio climático, al que se refirió como “deber moral y oportunidad económica y de desarrollo territorial”, para vendernos después otra de sus milongas: “España ha reducido sus emisiones de gases efecto invernadero vinculadas al sector eléctrico en un 30%, la mitad respecto a 2018” y los “Grandes logros en la recuperación de la flora y la fauna”, con una mención especial a “la recuperación del lince ibérico”, despidiendo el cuarto tema con otra de sus afirmaciones inconsistentes: “Nos hemos convertido en la quinta economía más sostenible del planeta” y como no sabía ni lo que estaba diciendo, trató de arreglarlo añadiendo un titubeante “comparándonos, lógicamente, con las grandes economías”. Por último, no quiso dejar de tocar la Política internacional, que empezó con la obviedad de que “las injusticias hay que combatirla ocurran donde ocurran”, citando al canciller Billy Brandt, este sí, socialdemócrata: “Permitir una injusticia significa abrir el camino a todas las que sigan” –dudo que lo haya aprendido vista su ejecutoria, pero quedaba bien, que era de lo que se trataba–. Se creció después afirmando que “Hemos sentado ejemplo para otras democracias… Hemos encabezado una de las presidencias rotatorias de la Unión Europea, de las más exitosas de la última década”, para terminar, sacando pecho “Junto con Irlanda y Noruega (dos grandes “potencias” europeas, como todo el mundo sabe) hemos reconocido el Estado Palestino” con una discreta alusión a Venezuela: “Es imperativa la transparencia en el recuento electoral…”. Sin duda, mucho más que lo que ha dicho su modelo Zapatero, desaparecido los últimos días.

Como me estoy alargando más de lo deseado, no entro en el detalle de la rueda de prensa en la que sólo permitió cinco preguntas, muchas de las cuales calificó de “valorativas”, pese a que eran un relato de hechos no desmentidos ni explicados, y a las que no respondió sobre lo preguntado sino volviendo a repetir su discurso de Palma y Madrid. Como era presumible, todas las preguntas incidían sobre el proceso judicial que afecta a su mujer –no creo recordar nada sobre el hermano– y a su querella contra el juez Peinado, presentada por su “abogacía del establo” –vendría a cuento también en este caso la manida pregunta “¿de quién depende la abogacía? Pues eso”–. Su respuesta se resume así: “Sobre la querella. Me va a permitir que haga una primera reflexión para luego entrar en este NO CASO”, expresión de Producciones Moncloa que repitió varias veces, como ya lo había hecho su portavoz de gobierno, Pilar Alegría “de la huerta”. Blablablá con su pésima herencia y sus logros –“Ahí están las cifras y los datos”, repetía en cada pregunta–, para llegar siempre a “Pues esto es lo que tenemos, un gobierno que gobierna y una oposición que fabula. ¿Y cómo fabulan? Pues en lugar de hablar de crecimiento económico, te habla de un NO CASO”. Y vuelta Perico al torno, nunca mejor dicho en este caso, con una justificación al uso más que dudoso de la Abogacía del Estado con un fin meramente personal –hay juristas que hablan de malversación de recursos públicos– “La Abogacía General del Estado ¿qué ha hecho? Pues ha hecho, defender la institución de la presidencia del gobierno de España, porque ha visto que se han atropellado derechos que vienen reconocidos en la institución del gobierno de España, nada más y nada menos que desde 1886. Repito, no 2006, no 1996, no 1906,  1886 –parece que le marca el 6. No quiero pensar que sea por ese 666 (el número de la Bestia) que pueda tener grabado en su diabólica y maquiavélica mente–. Por tanto, defiende la institución de la presidencia del gobierno de España”. Remito al enlace dejado para comprobar las NO RESPUESTAS a todas las acertadas preguntas que le hicieron.

No quiero terminar si destacar algo que me llamó poderosamente la atención y que nuestro presimiente Felónez dijo en medio de un de sus NO RESPUESTAS sin venir a cuento, pero con toda la intención, a modo de aviso a navegantes en su faceta “profética”: “Por cierto, aquellas comunidades autónomas que van a recurrir ante el TC la ley de amnistía, en fin, mi opinión, mi opinión, es que van a perder ese recurso”. Algo que resulta, cuando menos, sospechoso después de conocer la noticia de que «el presidente del Tribunal de Garantías (el Tribunal Constitucional, como todos sabemos) se reunió el pasado 25 de julio en un reservado del Palacio de la Zarzuela con Pedro Sánchez”. La información de Libertad Digital –no sé si también un pseudomedio para nuestro sátrapa– ampliaba diciendo que «Al término de este encuentro…, Conde-Pumpido se dirigió a los nuevos vocales que componen el CGPJ y les dijo que tenían que elegir rápido como presidente del Poder Judicial a una mujer». Y ¡qué casualidad! el bueno de Pumpido apuntaba a la magistrada del Supremo Pilar Teso o a Ana Ferrer, las dos, mujeres, y las dos  pertenecientes al colectivo “progresista” como su propia denominación inclusiva indica, Juezas y Jueces para la Democracia (JJplD)  . Cada vez tengo más dudas de que Alberto Núñez Feijoo acertara en aceptar llegar a un acuerdo con semejante tramposo para desbloquear la renovación n de CGPJ, pero parece que el PP sigue sin enterarse de con qué clase de personaje se enfrenta.

Antonio De la Torre,  licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión.

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