¡La técnica avanza que es una barbaridad! Y no estamos en contra de ella, al contrario veo su necesidad, su comodidad, su prevención en situaciones de riesgo; todos percibimos que muchas veces nos facilita y reduce nuestro tiempo en determinados asuntos personales y también domésticos y laborales. ¡Nadie lo duda!
Infinidad de soluciones a cada área facilitada por esa máquina tan insignificante que nos tiene comido el coco, un 16×7 cms, el cual nos colgamos al cuello con un cordón como si de las gafas se tratara y, que llamamos móvil, es un gran avance, pero especialmente para los adultos, que aunque más abducidos de lo que nos parece y aceptamos, siempre son adultos y sostenemos que la corteza frontal la tenemos madura, y decidimos muchas veces, algunas veces, casi nunca, no ser abducido por ese insignificante instrumento que por ser adulto, podemos abrirlo cuando nos plazca, y muchos estamos -por eso de que somos adultos y tenemos la corteza prefontal madura-, totalmente abducidos por la insignificante máquina colgada al cuello. Igual nosotros no, pero muchos adultos, controlan la adicción y no nos doblegamos a su poder, de ninguna manera, pero ahí está colgado al cuello… ¡Así no lo pierdes! Te dice tu mujer, tu marido, tu nieto mayor… ¡Siempre que te llamamos no lo coges!, ¡siempre que sales a caminar no lo llevas, te pasa algo y qué!… Son los mil y un argumentos de tu familia que cuida y te avisa para que si te da un infarto/ictus en la Vuelta del Castillo, puedas sin aliento y asustado vivo, saber qué tecla tocar y a quién llamar…
¡Quienes me siguen, ahora se reirán y con mucha razón! Pero los adultos, a pesar de nuestra sesuda madurez cerebral, estamos abducidos por es instrumento tan pequeño y miserable que puede más que nosotros: ¡Ya no hay cena con conversación! Y, ponemos la excusa de que los niños están en el camino de Santiago y por si les pasa algo, hay que mirar siete veces en cada uno de los platos que toca en la comida… Basta pasear, entrar en el tren hasta Madrid, y oír toda la conversación de un adulto sesudo durante casi las tres horas que dura el trayecto, y si fuera prudente y en un tono discreto… Somos adultos pero ya, abducidos por ese dieciséis-siete, que te puede y te domina.
¡Si para los adultos se hace complicado, se imaginan para los adolescentes que no tienen para nada madurada la corteza prefrontal! Ellos que han nacido con todos los aparatejos y artilugios, que muchos de ellos inundan nuestros pisos, y se tocan dos veces al año, pero se le metíó en la cabeza que “todos mis amigos lo tienen”, y ahí está guardando polvo. Sin embargo, ese 16×7, es su nodriza, su chupete, su sustituto de la lectura, su premio constante para “perder el tiempo” a todas las horas, con un premio -dopaminérgico-, del tic-toc, que lo encandila, lo atrae, lo premia, lo abduce y lo deja como unos zorros, y ahora viene lo mejor de todo: Lo compra la abuela, en su primera comunión y lo pagan los padres como tontos cada mes, pues lleva -como sabemos- un gasto fijo, que no es absolutamente indispensable para la supervivencia humana. ¡y, todos tan contentos, y a nadie se le ha ocurrido, que es un auténtico despropósito tener un móvil de última generación, cuando la maduración de la corteza frontal está reventando y disfuncionada a tope… Y, no tiene candado, no tiene pautas, no tiene nada de nada, porque el argumento más importante es que “todos mis amigos lo tienen” y tú -tonto, más que tonto de padre/madre/abuelo/abuela/tía-tío soltero/ se lo compras, se lo pagas, se lo das como si de un chupete se tratara… Sin control, sin normas, “pegados a esa maquinilla diabólica, donde encuentra todos los premios que su edad -adolescencia desea y quiere-”.
Sí, ya sé, que tengo nueve nietos; que el diciséisxsiete, no solo sirve para llamar…y, también sirve para leer, para traducir, aprender idiomas, mandar avisos, emergencias, llamar cuando no tienen dinero, y pides un bizum, ¡Sí, sobre todo sirve para leer! Ya, somos adultos y nos engañan si queremos que nos engañen, y muchas veces ni siquiera nos planteamos qué hacen, que ven, qué mandan, qué fotos sacan y a dónde van… ¡Qué pena que se me acaba el recuadro! Los avances son siempre buenos, pero depende si te abducen o simplemente los usamos para nuestra comodidad y servicio. Los teléfonos en casa, no en el colegio, y al ir a dormir en un sitio común de todos.
Dr. Emilio Garrido Landívar, Psicólogo clínico y doctor de la Salud, Catedrático de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos (CEU)