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Carta a los Reyes Magos

Queridos Reyes Magos, ya sé que peco de excesiva familiaridad con los tres, porque cada año hago un rosario de peticiones, que tras terminar mi carta, me quedo un tanto preocupado porque son tantas las cosas que quiero, que os pongo en un compromiso muy serio, porque sé y entiendo que hay cosas que ni siquiera vosotros que sois magos podéis tramitarlas todas, pero, -no os lo había dicho nunca-, como dicen los profesionales de la salud mental que escribir es terapia en directo -grafoterapia-, me sirve al menos de desahogo y realmente me tarapeutiza, así que haced lo que podáis, pero por favor intentar con todas vuestras fuerzas que el noventa por cinto se cumplan por el bien de todos.

Te toca a ti Melchor, que siempre me has dado cierta confianza y seguridad, con esa melena blanca y unas barbas no muy largas y bien arregladas y siente te he percibido corona de rey, como la reina Isabel II, que, aunque no creyera en ti, ella se lo perdió: Que los ciudadanos de a pie, que los ciudadanos que más lo necesitan reciban de verdad –“no de mentira”- las ayudas que se organizan constantemente y que solo el 20 % son recibidas. Que vuelvan, por favor, las cinco mil empresas que se fueron de Cataluña, por el bien de todos los catalanes que son españoles y su bien es nuestro bien. Que vuelvan aquellos valores que nos han hecho avanzar en prosperidad y calidad de vida en una España maravillosa: Unión de todos, los unos y los otros, los de arriba y los de abajo, los partidos buenos y los menos buenos, la familia como unidad central de la sociedad, que los autónomos sobrevivan a tanta dejadez y ninguneo de las Administraciones, que son la creatividad de quienes arriesgan sus ahorros para crear riqueza. Que la ley “trans”, la ley del aborto, eutanasia, etc…tengan un debate público, que es lo menos que podemos pedir.

Querido Gaspar, te veo siempre con melena, pelo castaño y barba más enjuta, pero también de color castaño, con una corona más puntiaguda, su don es el incienso, algo que nunca entendí de niño que tendría que ver un rey con ese aroma que a mí siempre me ha olido a iglesia, a misa de tres, y a funerales de primera clase… Si el incienso era raro para un niño, no te digo yo lo qué supone mirar en el diccionario y ver que es una resina abrótano de las artemisias, aromática y medicinal. Bueno, pues a ti te toca todo lo relacionado con que vuelva el respeto y la confianza a las autoridades judiciales en sus criterios y en sus decisiones. Que realmente la corrupción sea una excepción y no el pan nuestro de cada día, que la población no es tonta y se da perfecta cuenta de que la ley es para unos pocos y, nunca lo hemos percibido más claro estos años. Que los dineros europeos se repartan para mejorar la calidad de vida de los más vulnerables sin que ese registro presupuestario sea ideológico y excluyente. Que los “sin techo” tengan dónde dormir en los gélidos días de invierno. Creo que ya te vale, tienes una buena y difícil labor, pero, lo siento eres mago y te lo pedimos con mucha fuerza y corazón.

Querido Baltasar, siempre te he visto con ojos de niño asombrado, negro, sin corona, turbante con una gran piedra en él, y unas plumas que siempre me hicieron mucha gracias, sin entender qué demonios significaban esas plumas, cuyo conocimiento en mi niñez eran únicamente las plumas del corral, y no tan coloridas y exóticas como las tuyas… ¡Siempre entre mis amigos, impactaste una gran empatía, quizás por tu color de piel, que hoy son ya nuestros en cualquier barrio de pueblo o de la ciudad! Te pido que los experimentos de ingeniería social, no se hagan para ganar las próximas elecciones, sino para que los más vulnerables vivan llegando a fin de mes. Que el castellano sea -aunque no lo hables tú-, una lengua vehicular para todos los españoles, sin tener que recurrir a la Alta Inspección del Estado, que mira para otro lado. Que los suicidios no aumentan porque hay un plan socionanitario con una base económica que los prevenga y los respalde. Que la Atención Primaria en salud sea presencial y la educación se deja de siglas malsonantes para que acabe siendo la ley del consenso social. Que las colas en salud mental -que no dan abasto por falta de profesionales-, cuyos pacientes adolescentes buscan sentido a sus vidas sin una orientación clínica suficiente.

¡Ya, sé queridos Reyes Magos, por favor os lo pedimos con tosas las fuerzas, que el efecto de las ayudas, no tapen el problema de fondo: Menos libertad, peor sanidad, menos educación y más pobreza, donde los animales parecen tener más derecho que los humanos!

Dr. Emilio Garrido Landívar, Psicólogo clínico y doctor de la Salud, Catedrático de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos (CEU)

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