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La otra roja

Por fin, ya sabemos quiénes son las selecciones con las que tenemos que jugar en la fase de grupos del mundial de futbol en Qatar. Mas queda mucho tiempo y tendremos tiempo de hablar del mundial, de Qatar y de la selección. Hoy vamos a hablar de la otra roja, o de la relación entre el futbol y la política, en concreto de las similitudes entre los entrenadores y los presidentes de gobierno.

Así como los entrenadores confeccionan su plantilla, los seleccionadores convocan a los 22 jugadores que para ellos son los mejores en sus posiciones y que les van a servir en sus esquemas de juego y contra los posibles rivales del torneo. El presidente de gobierno diseña su gabinete de ministros. Y qué casualidad que nuestro gobierno tiene 22 ministros.

En un partido, si la situación lo requiere por lesión, cansancio, resultado adverso o falta de resolución., los entrenadores realizan cambios. Lo mismo el presidente de un ejecutivo, tras un tiempo de legislatura, decide ajustar el equipo. Unos aciertan, se dice dan con la tecla y logran su objetivo. Sin embargo, otros no dan una y con los cambios van a peor.

En función de los resultados se habla de grandes entrenadores. Aunque la realidad es que hay buenos, medianos y mediocres.

Se dice que los buenos son los que consiguen títulos, aunque hay otros que son buenos porque logran permanencias, y otros que son buenos porque a cualquier equipo que van, cultivan la cantera, descubriendo y promocionado nuevos y desconocidos jugadores, o saben ver que cambiándolos de posición consiguen un mejor rendimiento. Los hay que siguen siempre su libro o esquema de juego y los que saben leer el partido y las circunstancias y se adaptan.

Algunos por envidia, a estos buenos entrenadores les critican y dicen que tienen flor. Sin embargo, ya sabemos que las flores duren pocos días y el tiempo nos descubre la realidad. Lo mismo con los dirigentes de los países. Algunos apuntan a grandes estadistas e imitan maneras, estilos y hasta posados, y resulta que son como las fallas, de cartón piedra, endebles como el cartón y con más cara que espalda.

Hay entrenadores a los que se les limita o acota su margen de actuación, caso de Koeman a principio de esta temporada, no podía fichar y debía jugar con lo que tenía. Sorprendentemente a la llegada de Xavi, misteriosamente han cambiado las reglas y curiosamente el Barcelona es el único club que no cumple con el-limite salarial de La Liga. Algo parecido pasa con nuestro presidente y el déficit presupuestario.

Los entrenadores llamados buenos suelen ser grandes psicólogos y consiguen que sus figuras jueguen en común y sacan lo mejor de toda su plantilla. Por desgracia en nuestra otra roja, priman los individualismos, y apenas hay dos que brillan un poco, una “Defensa” y otra laboriosa.

Hay entrenadores que además saben estar en su sitio y no buscan más protagonismo que el que tienen. Por el contrario, los hay que se lo creen y se endiosan, dan malas contestaciones a la prensa y se muestran chulescos. Esto también les pasa a los presidentes que acaban en su torre de marfil con síndrome de Hibris o Hubris.

Luego están los entrenadores medianos, que unas veces les salen las cosas y otras no. Generalmente el publico no les presta mucha atención, hasta que llegan a una eliminatoria decisiva y sacan lo mejor de si mismo y de sus equipos. Es el caso del presidente de Ucrania Zelenski. En principio nadie daba un duro por este abogado y actor cómico reconvertido a político. Sin embargo, está siendo la mejor arma del ejercito ucraniano y el gran incitador de la resistencia de su pueblo.

Por último, están los entrenadores mediocres, se rodean de un equipo numeroso de asistentes (segundo y tercer entrenador, preparador físico, de porteros, psicólogo, “coach”, responsable de marketing, de prensa, etc…), a los cuales al final no les deja desarrollar su trabajo libremente. El reciente caso del Sahara es un ejemplo.

Los hay sólo juegan a la contra, pues el balón les quema, no saben qué hacer con él, bien por falta de técnica o por falta de forma física o ambas. Sin embargo, un presidente no puede ser la oposición de la oposición.

Hay entrenadores que ganan partidos en los despachos, tirando de reglamento, VAR y con la colaboración del árbitro expulsando a jugadores del equipo contrario o de penalti injusto. El poder judicial en un estado de derecho es el arbitro y está demasiado influido por los “grandes partidos”.

A cada cual le gusta un tipo de entrenador, el futbol es un juego. Ahora bien, como votantes no solo basta con que nos guste el presidente, este debe ser efectivo, eficaz y eficiente. Y si no cumple no se le debe renovar. Por desgracia eso sólo se hace en unas elecciones o que sus apoyos parlamentarios decidan dejarlo en la estacada. En el equipo contrario ya han cambiado de entrenador y en otro parece apuestan por una entrenadora. Ya queda poco para los mundiales. ¡Que emoción!

Jesús Bodegas Frías, Ldo. Ciencias Biológicas

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