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Mantras, falacias y blablablá

Una vez que, informativamente hablando, parece que el volcán de La Palma no da para más y que otro de los temas de especial “interés” para los medios de desinformación y manipulación masiva, el famoso cambio del clima “climático” –para algunos de esos “sabios” informativos, relacionado con lo anterior–, ha pasado sin pena ni gloria, en una especie de combate nulo y sin mucho de que hablar y sin que su artificial imagen emblemática, la conocida como “niña del exorcista” versión Siglo XXI y “brillante académica”, Greta Thunberg, haya dado un solo titular, vuelve al primer plano informativo –hay que llamarlo de alguna forma– lo que desde Marzo del año pasado y hasta que la Madre Naturaleza nos sorprendió con un fenómeno más de su actividad natural e incontrolable, ha sido casi monotema para esos grandes medios nacionales, la ya inminente sexta ola del COVID 19 que algunos dicen que ya se preparaba en 2017 y la más que probable cuarta dosis de inoculación –cuando no se ha dispensado la tercera a buena parte de la población– de eso que políticos y “periolistas” llaman vacunas y que los propios laboratorios de los que salieron dudan de su efectividad y consecuencias, de las que han exigido, documentalmente –y conseguido de mucho gobiernos–, quedar exentos de responsabilidad alguna, lo que, para muchos entre los que me encuentro, deje razonables incógnitas.

Y es que, como dice un simpático maño en uno de esos vídeos que las redes sociales han hecho viral –no podía ser otro el adjetivo utilizado, en este ambiente vírico, para calificar un fenómeno que se hace muy popular, pero así se ha impuesto en la sociedad y, de paso, se anima al subconsciente–, aconsejando “a las autoridades” en un intento colaborativo y queriendo ponerse “en plan en serio con el cambio climático”, pero les exige que “me tenéis que quitar el miedo al virus, porque dos miedos fuertes a la vez no se pueden tener” y él “quitaba ya el tema de la pandemia” que considera “rentabilizado” y añade “yo creo que salvo Miguel Bosé y muchos médicos que no lo dicen, está vacunado ya t’ol mundo” y que “al palillo de sacarnos cera de la oreja, ya le habéis ‘sacáo’ rendimiento con el PCR –el tocomocho, dice, concluyendo con que “yo lo dejaba en una gripe mala y nos ponemos ya en serio con lo del cambio climático, que es interesante, pero en plan en serio, con estampitas de Greta y lo que haga falta” para continuar recomendando, no sin ironía, que “a esto del miedo al apagón o al colapso, yo lo dejaba p’al año que viene, que la gente se va a cansar un día, se va a dar la vuelta y va a ir con la mano abierta” y acaba con una referencia a Luis XVI y a la Revolución francesa “que soy el rey, que soy el rey. Sí, sí, pero con tu cabeza voy a hacer un balón” –ojo que cierto paralelismo puede haber con la situación actual– y su mensaje final “Cuidao con el miedo, que eso es como un tigre que no come… que va a por ti”.

De lo primero, el volcán de Cumbre Vieja, el vulgo ha aprendido, mejor dicho, escuchado –algo habrá quedado–, términos como malpaís, piroclastos, bombas, lapilli, cenizas, tubos lávicos o fajana, normales en estos episodios en el mundo de la Geología, que esos “fenómenos” informativos desplazados por relevos a la isla para dar mayor relieve al drama de algunos –sistemáticamente desatendidos por las autoridades en la urgencia sobrevenida, fuera de las fotos–, han hecho también “virales” tras ocupar durante dos meses la mayor parte de tertulias y telediarios. De lo segundo, uno de los mantras recurrentes, el cambio climático, nuestros próceres no acabaron de ponerse de acuerdo con la subida de la temperatura en La Tierra con el objetivo de que frenar su ascenso en el futuro, sin datos suficientes que lo avalen –40 años de datos frente a 4.500 millones de edad del planeta, no son demasiado representativos: ni argumentos del todo válidos que dan los que piden no contaminar mientras se desplazan en manada en reactores a una cumbre que, para media humanidad, al menos, no sirve para nada más que para seguir avanzando en las consignas que, con la ayuda de los medios a los que dominan y la masa “progre” subvencionada a través de esas ONG como Open Arms, que ellos también dominan o manipulan, van extendiendo poco a poco como parte del programa que hicieron en su día y del que unos cuantos, como Al Gore o George Soros, por citar sólo a dos de los más representativos, viven muy bien.

Y de lo tercero, el recuperado COVID19, y por mucho que insistan medios y políticos de uno y otro signo –en eso parece que sí hay acuerdo–, los datos cada vez más numerosos siguen sin dejar claro lo que se nos ha venido repitiendo durante veinte meses largos y vuelve cual recidiva grave para seguir alimentando el miedo del que ese poder que mueve el mundo se aprovecha para su lucro económico e ideológico. La actualización de la situación mundial que dejaba el pasado martes el Center for Systems Science and Engineering (CSSE) de la Johns Hopkins University de EE. UU., era que del total de la población del planeta, 7.840 millones de personas, “sólo” 254, es decir, el 3’24%, habían dado positivo en base a la controvertida prueba de la PCR –Reacción en Cadena de la Polimerasa, sobre la que su propio inventor, Kary Mullis (por lo que recibió el Premio Nobel de Química en 1993) dejó escrito que no era una prueba diagnóstica si no iba acompañada de un cuadro clínico médicamente evaluado, lo que en España no se ha hecho en la inmensa mayoría de los casos– y los test de antígenos, bastante menos fiables si cabe. De este nivel de casos “probados”, 5’1 millones eran los fallecidos, supuestamente POR COVID sin que esté claro que la preposición no deba ser CON en su lugar, es decir, el 2’01% de los contagiados, que representan el 0’065% del total. Todo eso en más de veinte meses, ojo, que no en uno ni en los primeros tres, en los que se sabía poco sobre la pandemia, cuyas posibles consecuencias sólo las conocían los que –según algunos– implantaron la “plandemia”. Si ese total de casos detectados o de fallecimientos los referimos al periodo total de los veinte meses citados, veremos, con una simple media aritmética –ya sé que es simplista, pero ilustrativo–, que se relativizan mucho más las cifras mundiales de casos mensuales: 12’7 millones de positivos, un 0’16% de la población mundial y 255.616 fallecidos, un 0’1% del total de casos, que representarían un 0’003 del total de la Humanidad. Dicho lo cual, surge la pregunta inmediata: ¿Con esas cifras y porcentajes de contagio/fallecimiento, es necesario vacunar al 100% de la población, incluidos los niños, en los que los porcentajes de contagio son prácticamente nulos? El que sepa argumentar científicamente la respuesta afirmativa me hará un gran favor –y a muchos– si me lo hace llegar.

Y no voy a entrar en noticias como las que hace pocos días publicaba ABC, también gran impulsor de la vacunación masiva:  “Uno de cada cuatro hospitalizados en Galicia, NO están vacunados con la doble pauta” (sic), ergo… tres, de esos cuatro, SÍ lo estaban. Nada que añadir, Señoría. Que cada cual saque sus conclusiones.

Tampoco en las contradicciones sobre los usos de las mascarillas, sobre lo que invito a leer las razones que aporta alguien  que se ha molestado en estudiar el tema–hay mucha más información– tanto desde el punto de vista científico: como desde el jurídico:.

Pero sabemos que a los poderosos les gusta que cunda el pánico –“el miedo, guarda la viña” – y, seguramente, volverán las restricciones porque vuelve a alimentarse la histeria desde los medios.

Antonio De la Torre, licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión

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