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Morante, altruismo frente a incongruencia

  • Jesús Javier Corpas Mauleón 

José Antonio Morante Camacho, de la Puebla en los carteles, ha merecido ganar del Premio Nacional de Tauromaquia. Nadie lo discutirá: realizó una temporada 2021 brillantísima, encumbrándose como número uno en todos los aspectos (en algunos ya lo estaba).

Y lo celebraba con el anuncio de donar su elevada remuneración económica para el cuidado de las personas mayores. Le honra.

El jurado argumentó en el fallo “la singular personalidad creativa de un artista que recrea y renueva el toreo clásico para el público actual” (sic); y “su compromiso con la tauromaquia en un momento especialmente difícil tras la crisis provocada por la COVID-19, en la que el diestro, asumiendo su responsabilidad como primera figura del toreo, ha diversificado sus actuaciones” (sic).

Aprovechó Morante los micrófonos que le aproximan por el trofeo para denunciar la incongruencia del gobierno: en tanto su Ministerio de Cultura y Deporte le galardona, excluye la fiesta de lo que se atreve a llamar “bono cultural”.

Paradoja por pura fobia de algunos; grandeza frente a mezquindad; contrastes de la vida. Grandeza en el que se la juega cada tarde, mezquindad de quien nos hace temblar cada mañana.

Esta máxima figura ha puesto patas arriba la temporada. En tiempos con predominio del encaste Domecq (84% de las corridas en el sur, 64% en el norte), el sevillano lidió un puñado de hierros que no estilan quienes ocupan puestos cimeros del escalafón. Así, los Urcola-Vega Villar de Galache, los Miura, los Santa Coloma de La Quinta o los Veragüa de Prieto de la Cal. También, aunque esto es otra cosa, los Núñez de Alcurrucén. Además, ha culminado el ciclo con faenas antológicas sobre las arenas de Las Ventas, Maestranza u otros ruedos; nada raro en él.

El espada de La Puebla del Río, siempre ha sido artista. En cambio, era comentario al uso su mala suerte en los sorteos. Aún así, este genio siempre rebosa afición. Igualmente, hace mucho que le consideran sus compañeros “torero de toreros”. Y está en sazón.

Ahora lo culmina con el obsequio de los treinta mil euros para los ancianos acogidos a la Casa de Misericordia, quien es la gestora del ruedo pamplonés.

Explica que lo hace debido a su merma de recursos por las restricciones: dicha institución benéfica no se ha podido financiar con las trescientas sesenta mil entradas que, sumando los festejos taurinos de tarde y matinales, vende cada San Fermín; y la Meca ha perdido dos ferias.

José Antonio, solo te falta volver a la monumental navarra, donde tan bien has toreado otrora. Te lo recordé hace tiempo, cuando nos encontramos en Madrid. Ocurrió, casualidad, en el palacio que edificó y habitara un navarro, Juan de Goyeneche; salías de él. Ahí se ubica la Academia de Bellas Artes, cuya Medalla de Oro ha entregado dicho Ministerio de Cultura a un plantel de diestros. Lo traigo a colación por si cogen la idea quienes adjudican el polémico bono, que apellidan “cultural” y pagamos entre todos.

¡Enorme, Morante de la Puebla! ¡Felicidades, maestro!

 

Morante de la Puebla (dcha) y Jesús Javier Corpas (izda),

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