El proceso de vacunación contra el coronavirus, tan ricamente vendido hace unas semanas por el Gobierno de Sánchez, no parece que está cumpliendo su propósito.
Se anunciaba que, en pocos días, iba a haber un número significativo de personas vacunadas, pero ello no está sucediendo. El todavía ministro de Sanidad, señor Illa, lo achaca a que en las primeras se producen desajustes, que si son vacaciones, etc, etc. Aunque más parece que se hubiera vendido la piel del oso antes de cazarla.
El tan ansiado «principio del fin de la pandemia» que a «bombo y platillo” preconizaban, no está ocurriendo todavía. Hay cientos de personas, miles, pertenecientes a colectivos de máximo riesgo, como, por ejemplo, los ancianos de residencias que no están siendo vacunados. ¿La razón? que no han llegado las vacunas y que, las que han llegado, son muy pocas. Cuando, según el Gobierno, a cientos de miles llegaban a España.
Aquí, en Navarra, ni se sabe ni nadie contesta. El gobierno aún no ha dado los datos oportunos. No se sabe o no se quiere decir a cuántas personas se ha vacunado. Todo son generalidades o conjeturas.
Da la sensación de que se vuelve a actuar como al comienzo de la pandemia y del estado de alarma con confinamiento, allá por marzo: «a salto de mata». Lo peor, que nadie se asusta; ocurre todos los días.
Mal, estratégicamente, mal.