La llamada Ley Celáa (Lomloe) es un desastre.
Todos los colectivos implicados en el mundo de la Educación claman contra ella. Sin ningún tipo de consenso, acuerdo o negociación, el gobierno socialista/comunista, al cual esta señora pertenece, quiere imponer un modelo educativo único, por el cual los alumnos no aprendan nada y, con ello, pierdan su capacidad de crítica.
Así, los gobiernos de este patrón estarán tranquilos. Nadie protestará. Todos contentos.
Dicha propuesta de Ley, ya que aún no ha sido aprobada y está, además, recurrida ante el Constitucional, elimina los Centros de iniciativa social, los Centros concertados; elimina la Educación diferenciada; permite aprobar con suspensos contratar profesores sin máster o suprimir la oposición para inspectores; permite todo lo que sea no fomentar el esfuerzo y, finalmente, ataca al idioma común y vehicular de todos los españoles para beneficiar a las lenguas minoritarias.
Y hasta las asociaciones de familias numerosas piden a Celáa que las «dejen en paz».
Un desastre, vamos. Una más de este Gobierno de Sánchez e Iglesias, empeñado en destruir con nocturnidad y alevosía y a una velocidad de vértigo el orden establecido en medio de la indefensión de los españoles ante el estado de alarma por el coronavirus.