Número 23
Un 7 de noviembre de 1938, la aviación del gobierno republicano de España en la última de las guerras civiles que ha tenido este país, y a seis meses de terminar el conflicto, bombardeaba sin piedad la localidad cordobesa de Cabra, convirtiéndola con ello en la “Guernica» republicana. Por cierto, un episodio que hoy se quiere esconder.
El caso es que ese día, tres bombarderos Katiuskas SB-2 soviéticos a las 07: 31 h de la mañana se acercaban a una población alejada de las líneas del frente, Cabra. Habían recibido la orden de bombardearla.
¿Por qué?
Creían que una unidad militar, compuesta por soldados y transportes, se encontraba acampada en sus cercanías. Al llegar, ven lo que parecen tiendas de campaña en el centro del pueblo y deciden atacar. 20 bombas caen y provocan más de cien muertos (109) y más de 200 heridos.
Una de ellas, de más de 200 kilos de peso, cae en el edificio del mercado de abastos de la localidad. 36 personas mueren en el acto y 16 quedan heridos, muriendo poco tiempo después.
El bombardeo fue ordenado por el jefe del ejército republicano de Andalucía, Domingo Moriones Larraga, en base a los informes del SIEP (servicio de información especial periférico) republicano que citaban la presencia de fuerzas enemigas en dicho lugar.
Dos cabos y ocho soldados murieron en el bombardeo. Los únicos militares que se encontraban ahí ese día vigilando a prisioneros republicanos, qué, también, murieron dos. También, el teniente Enrique Montoya Villasán, natural de Cabra, del bando nacional, y, que ese día se encontraba de permiso.
Sirva este escrito para recordar aquello que hoy se quiere ocultar. El bombardeo de Cabra fue y es uno de los terribles episodios de entonces, no debe olvidarse.
Andrés Valencia, profesor e historiador