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Antonio Pérez, el traidor

Número 17

España es un país en el que su clase política vive inmersa en juego de intrigas, corrupciones y falsedades. No son hechos nuevos, sino que salpican su historia desde hace muchos siglos.

Uno de los casos más conocidos por los historiadores, pero paradójicamente menos conocido por el gran público es el del político, entonces llamado, secretario personal del Rey, Antonio Pérez.

Secretario de uno de los mayores reyes que ha tenido este país, Felipe II, aquel del que se decía que en “su Imperio nunca se ponía el Sol”.

Estamos en la segunda mitad del siglo XVI, en concreto, 1566, Antonio Pérez del Hierro acaba de ser nombrado Secretario de Estado de su majestad Felipe II para los asuntos de Italia y del Mediterráneo.

Poco le importan los asuntos de Italia y del Mediterráneo. Forma parte de esa casta de intrigantes que, en aquella época, quieren una solución pacífica para una tierra entonces española, el antiguo Flandes, hoy Países Bajos, inmersa, entonces, en una guerra de religión y de poder entre protestantes y católicos. Enfrente tiene a D. Juan de Austria, hermanastro del Rey y héroe de la Batalla de Lepanto.

Antonio Pérez consigue introducir en el servicio de D. Juan de Austria, a un antiguo criado suyo llamado Juan Escobedo. Misión, espiar a D. Juan de Austria.

Pero Juan se hace amigo y confidente de D. Juan y rechaza la misión. Es más, se convierte en su embajador. Varios son los viajes que, por ello, realizará a España para pedir ayuda para la causa de D. Juan. En su último viaje, en 1578, en Madrid, en una de sus calles, será asaltado por un grupo de “maleantes” y muerto.

Antonio con ello, se libra de un peligroso enemigo. Enemigo sabedor de sus secretos más oscuros. Pero hay un detalle que sorprende a muchos. Su rey Felipe, es conocedor del hecho. Es más, ha consentido su asesinato. ¿Por qué?

Por el engaño. Engaño urdido por Antonio, ya que, ha conseguido que Felipe crea que su hermanastro D. Juan de Austria, quiere sustituirle en el trono y que, por ello, quiere luchar en Flandes. Para coger prestigio y que los Tercios le apoyen en un eventual “golpe de estado” contra su hermano. Se convence de que Juan Escobedo viene a España para atraer a la nobleza, a su corte, para la causa de D. Juan. Y eso le enfada. Y por eso consiente su muerte.

La noche del 28 de julio de 1578, Antonio Pérez es detenido por orden del Rey. Este ha recibido pruebas de la traición de Antonio y de la “buena fe” de su hermanastro D. Juan.

11 años durará el juicio. Seguramente por el remordimiento de Felipe que sabe que en su fuero interno ha consentido el asesinato de un hombre.

En abril de 1590, Antonio huye de la cárcel y se escapa al reino de Aragón donde no puede ser detenido porqué sus fueros defiende a un aragonés frente a las leyes castellanas. A punto se está de declararse una guerra civil. La Inquisición, con jurisdicción en todos los reinos de España, la evita y por orden suya, Antonio es detenido otra vez.

Esto provoca una revuelta que obliga a intervenir a Felipe II con su ejército (12.000 hombres) y restablecer el orden. Antonio se marcha de España un 26 de septiembre de ese mismo año.

Desde entonces, Antonio dedicará el resto de su vida a desbaratar los planes de su antiguo rey, Felipe. En 1596, por ejemplo, participará en el ataque inglés a Cádiz, que destruye la ciudad.

Los últimos años de su vida los pasará en Paris, pidiendo una y otra vez el perdón real. Fallecería en 1611, en la más extrema pobreza.

Andrés Valencia, profesor e historiador

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