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El voluntariado de la Universidad de Navarra se reinventa durante el confinamiento

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Procurar que nadie se sienta solo y aliviar el sufrimiento de los más vulnerables ha sido el objetivo de las acciones solidarias que se han puesto en marcha en la Universidad de Navarra para afrontar las consecuencias de la crisis del Covid19

Acompañar con una conversación, con una canción, con el relato de un cuento, con la lectura de una carta en momentos de angustia. Y también colaborar en la confección o fabricación de material sanitario para centros o residencias, ayudar en las tareas escolares o en la compra y reparto de alimentos. Estas son parte de las iniciativas impulsadas desde Tantaka, el banco de tiempo de solidario, desde que se inició el confinamiento y que la pandemia no ha conseguido parar.

Los voluntariados tradicionales se reinventaron contra el coronavirus y la solidaridad ha viajado por la red para ayudar a los más necesitados. En total, a través de los campus de Pamplona, San Sebastián y Madrid, más de 240 voluntarios, entre estudiantes, empleados y otras empresas y fundaciones colaboradoras, se han desarrollado trece iniciativas diferentes. Si se traduce esta solidaridad en cifras, se han confeccionado 3.300 batas para personal sanitario, se han distribuido 360 botes de alcogel para 1.524 usuarios de 26 centros residenciales y se ha cooperado con el tratamiento y reparto de alimentos para más de 4.000 personas; hay 14 tutores escolares ayudando a niños de Primaria a realizar sus tareas, se han editado 14 audiolibros, relatos que acompañan mientras se está recibiendo un tratamiento oncológico; y se ha colaborado con 15 empresas y fundaciones de Navarra, País Vasco y resto de España.

Tareas escolares a través de una vídeollamada

Ana Sánchez Alcázar, natural de Murcia y estudiante de Biología y Ciencias Ambientales; y Gresly Dayana Quintero Castillo, colombiana y alumna de Magisterio de Primaria, son dos de las voluntarias que dos o tres veces por semana ayudan a niños con recursos limitados a realizar sus tareas escolares. Aunque las dos ya habían participado previamente en alguna labor de voluntariado era la primera vez que colaboraban en una iniciativa online. “Ha sido una experiencia nueva. No sabes cómo va a resultar pero he comprobado cómo a través de una vídeollamada puedo ayudar a esta niña, la voy conociendo y surge la confianza y el cariño”, explica Ana.

Gresly Dayana también había participado en el voluntariado de apoyo escolar que Tantaka desarrolla en el colegio Ermitagaña de Pamplona. “Ahora ayudo a una niña cubana que vive en Asturias. No dispone ni siquiera de ordenador en su casa pero me admira las ganas que tiene de aprender y el apoyo de su familia para que esta niña salga adelante y tenga una oportunidad”.

La confección y elaboración de material sanitario ha sido objeto de varias acciones de voluntariado. En el colegio mayor Goroabe varias residentes se pusieron manos a la obra y comenzaron a confeccionar batas para centros sanitarios, en colaboración con la empresa navarra Vinkova. Una de ellas fue Carmen García Baiges, estudiante de Arquitectura y natural de Jérez de la Frontera. “Dar un poco de tiempo a los demás me ayudó muchísimo. Estábamos entrando en exámenes y dedicaba casi todo el día a estudiar y a hacer proyectos pero no hay que olvidarse de aspetos más importantes. Este pequeño gesto me acerca un poco a la realidad que se está viviendo ahora en el mundo” asegura.

Y en el Cima, los empleados del laboratorio 208 comenzaron a fabricar alcogel que luego se ha enviado a residencias de mayores y otros centros asistenciales, en colaboración con la empresa Berry Superfos. “Debido a la escasez de suministros de gel desinfectante, empezamos a elaborar dosis a pequeña escala para distribuir dentro del centro. Poco a poco, empezamos a considerar la posibilidad de ayudar a más personas, ya que contábamos con los productos necesarios y el personal cualificado para elaborar mayores volúmenes, siguiendo las indicaciones de la Organización Mundial de la Salud. Así nació el gel desinfectante “San Fermín 208”, en honor a nuestro patrón y al nombre de nuestro laboratorio”, explica el doctor Antonio Pineda-Lucena, director del Programa de Terapias Moleculares del Cima Universidad de Navarra.

Además, Rocío Martín, de Pamplona y estudiante de ADE y Derecho, fue una de las 31 personas que se apuntaron para ir tres veces por semana a Mercairuña y colaborar en la selección de alimentos perecibles, que una vez empaquetados se han distribuido por el Banco de Alimentos entre más de 4.000 personas. “Las clases me dejaban tiempo libre, me comentaron si quería participar y sentí que era una opción en la que podía ayudar, haciendo llegar esta comida a otras personas”. Y Sheila Barrera, alumna del máster en Dirección de Personas en las Organizaciones, participó en el voluntariado de reparto de alimentos entre familias con escasos recursos desde Madrid. “Resulta gratificante evidenciar cómo una acción relativamente pequeña genera un gran impacto en la calidad de vida de las familias, que abren las puertas de su casa con alegría a pesar de las adversidades que enfrentan a raíz de la pandemia», dice.

Un reconocimiento y apoyo para los mayores

Estudiantes y profesores han visto cómo el uso de las nuevas tecnologías favorece nuevas formas de voluntariado que han puesto en práctica durante las últimas semanas. Raquel Suescun, alumna de 4º del doble grado de Ingeniería Mecánica y Diseño Industrial de Tecnun, dio un concierto a través de Meet a diferentes residencias de ancianos y personas con diversidad funcional. “Es una forma de darles las gracias, por la entereza con la que están enfrentando esta situación de crisis. Es también un modo de agradecer a los profesionales de las residencias la labor tan maravillosa que llevan a cabo todos los días”. Esta iniciativa arrancó en el campus de San Sebastián a mediados de abril junto a Matia Fundazioa, Paliativos Sin Fronteras y Adinkide, y cada semana distintos centros se conectan para disfrutar de actividades como conciertos de música, espectáculos de magia, o talleres dibujo o teatro.

Iñaki Yarza es investigador de Ceit y promotor de un proyecto que permite que las personas mayores y sus familias puedan hablar por videollamada sin necesidad de que haya un intermediario gestionándola.  Este proyecto de “videollamadas en remoto” lo puso en marcha Ceit junto a Matia Fundazioa y MásMóvil, y actualmente colaboran también alumnos de Tantaka-Tecnun.   Actualmente, gracias a la aplicación diseñada hay 9 familias del centro Lamorous que se conectan tres veces por semana. “La brecha digital y el poco tiempo del que disponía el personal sanitario eran dos barreras importantes para lograr una comunicación de calidad entre los ancianos y sus familias”, explica.

Una asignatura para transformar miradas

Conseguir transformar la mirada y percibir al otro como valioso en un mundo donde pueda desarrollarse, esa es la base de la inclusión y el objetivo principal de la asignatura Sociedad e Inclusión, que se ha impartido este curso por primera vez en el Instituto Core Curriculum de la Universidad de Navarra. 38 estudiantes de la Facultad de Comunicación, la Facultad de Derecho y la Escuela de Arquitectura la han completado. “La experiencia ha sido muy positiva. Me parecía un reto lograr construir una asignatura sólida en sus contenidos y que, al mismo tiempo, fuera capaz de transformar al menos un poco la mirada y la actitud: percibir al otro como valioso y como merecedor de un mundo donde pueda desarrollarse”, explica el profesor Mikel Ostiz, investigador del ICS, ingeniero-filósofo y doctor en Educación.

Entre otras cuestiones, la asignatura pretende reflexionar de manera concreta sobre la discapacidad e inclusión; promover actitudes de sensibilidad hacia estas personas; adquirir un compromiso hacia la construcción de un mundo más inclusivo, dotado de herramientas prácticas para favorecer la inserción laboral de ellas.

Durante el curso, los estudiantes han conocido el testimonio de una persona con transtorno bipolar, el de un padre con un hijo con pluridiscapacidad y el de un astrofísico con discapacidad visual. Y han completado el curso con un proyecto final: organizar un evento de difusión de la inclusión. Fue un concierto basado en personajes Disney que se celebró en febrero en colaboración con la asociación Música sin Barreras.

 

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