A partir de hoy, la actividad económica “no esencial” se paraliza. Esa es la medida estrella que el gobierno, el sábado por la tarde anunciaba, para intentar disminuir los contagios y muertes por el coronavirus, dice.
Una medida que, si bien así la requerían los científicos, llegaría, en ese caso, tarde y sin ningún tipo de consenso. De forma unilateral y sin consulta previa fue anunciada y, al día siguiente, aprobada.
Obviamente, las asociaciones de empresarios, poniendo el grito en el cielo, ya que, para ellos, esta medida, advierten, va a suponer el cierre de muchas pequeñas y medianas empresas.
Si los autónomos son los grandes damnificados del confinamiento, ahora se les suman los pequeños y medianos empresarios. Cero actividad, supone cero ingresos.
De todas las maneras, era una medida necesaria que se hubiera tenido que tomar antes. Las excepciones, no obstante, son numerosas. Una parte de la industria va a poder continuar.
Uno, no obstante, se pregunta, ¿Realmente va a servir esta medida?