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Morata: «No sé si podremos ser eternos pero sí modificar lo que dura la vida»

Matar células para mantenerse vivo; así, de esta manera tan sencilla, resume el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica Ginés Morata los cuarenta años que lleva investigando sobre la competición celular, una especie de control de calidad que elimina del organismo las células que identifica como «indeseables» y «aberrantes».

En una conversación con Efe, el biólogo molecular advierte que ese «mecanismo de control» celular que solo «opera» cuando identifica a esas «indeseables» a veces falla; es entonces cuando pueden producirse anomalías y «el fallo del sistema permite que se desarrolle un tumor que normalmente sería eliminado».

Aunque el sueño de supervivencia de la especie humana sería acabar con todas esas «indeseables», Morata no se anda con rodeos a la hora de afirmar que «no se puede evitar que aparezcan células anómalas, lo hacen siempre por la propia biología».

Al plantearle si la muerte es también ineludible, al igual que la aparición de esas células indeseables, Morata afirma rotundo: «En este momento, y si estamos hablando de humanos, sí».

A continuación añade que «si la pregunta es si la muerte es biológicamente inevitable, la cosa es diferente porque hay organismos que no mueren, que no tienen un programa de envejecimiento», explica y cita como ejemplo la bacteria o la línea germinal, pues «no todas las células de uno están condenadas a morir».

Explica que, en moscas y en gusanos, se han detectado unos genes que tienen que ver con el programa de envejecimiento «y se han podido modificar de tal forma que retrasa mucho ese programa, eso quiere decir que se vive más».

Con la modificación de esos genes, que los humanos también poseen, se han dado casos de gusanos que viven hasta siete veces más de lo normal.

Teniendo en cuenta el grado de similitud genética que el ser humano comparte «inesperadamente» con ellos, para Ginés Morata no hay ninguna duda de que «se podría permitir modificar esos genes en la especie humana y que viviéramos más».

«Ahora mismo no se hace ni hay ninguna tecnología capaz de hacerlo, pero es una posibilidad clara, bien fundamentada, por lo tanto yo no sé si podremos ser eternos pero seguramente algún día, y quizás no muy lejos, se podría modificar la duración de la vida humana», aclara y añade que «otra cosa es si sería o no conveniente».

Conveniente o no, el científico asegura que cada vez que le toca reflexionar sobre la duración de la vida, siempre dicen que le dejen «vivir quinientos años y entonces que pregunten, porque la realidad es que nadie quiere morirse», dice durante una visita a A Coruña.

A pesar de que un futuro podría aumentarse la longevidad, lo que tiene claro es que la muerte llega y cuando lo hace es definitiva: «Personalmente creo que la muerte es la muerte y no hay nada más», apunta.

Morata apunta que de los cincuenta millones de especies que hay en el planeta, el único que piensa en la muerte es el ser humano: «La mente humana es totalmente reacia a aceptar la idea de la desaparición definitiva porque es altamente inaceptable para nuestra forma de pensar», matiza.

Añade que por eso se han inventado «una serie de subterfugios para vivir más, para reencarnarse aquí o allá, para ir al cielo… una forma de buscar la inmortalidad por procedimientos no biológicos». EFE

Victoria Castro

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