La convención que ha celebrado el Partido Popular este pasado fin de semana, no le ha servido al PP para nada, sino más bien todo lo contrario.
Un PP que se mueve en el desánimo y en el descrédito. Un PP del que hasta sus votantes mas acérrimos empiezan a dudar.
El «affaire» Cifuentes ha pesado como una losa y para rematar, la libertad de Puigdemont, que si bien, ha quedado eclipsada por el fenómeno Cifuentes, ahí estaba erosionando a un Gobierno y a un partido que se han quedado con «el culo al aire».
Propuestas, pocas o ninguna, en una convención que debería haber sido el comienzo de la carrera electoral y que sí, se han visto muchos aplausos, pero al estilo de aquellos «del que se mueva, no sale en la foto», no del tipo de aplausos sinceros. Eso sí,
En suma, una convención que ha supuesto un gasto desmesurado, una pérdida y tiempo y que muestra a un partido agotado, sin estrategia, hasta el punto de atacar a quien sigue siendo su apoyo de Gobierno y socio en muchos lugares. Ciudadanos, «inexpertos leguaraces» -insulta Rajoy- a este partido al que las encuestas preconizan ganador.
En fin, un partido «sin oficio, ni beneficio».