El gobierno nacionalista vasco de Navarra quiere ahora que aquellas empresas o particulares (autónomos) que negocien con él puedan utilizar el «euskera» en sus negocios, dando, según entiende dicho gobierno, la oportunidad a quien quiera expresarse en «euskera» en una relación comercial, pueda hacerlo.
Pretende el gobierno navarro, por tanto, convertir en lengua vehicular a la que no lo es y obligar a quien no quiere expresarse en «euskera» a hacerlo.
La obsesión con esta lengua del gobierno navarro raya el absurdo, al intentar imponerla cuando sólo la utiliza, parece ser, menos del 7% de la población en Navarra y eso que, desde hace ya 40 años, las «ikastolas» y demás, están en ello.
El gobierno de Navarra debería recordar que una parte importante de la sociedad navarra rechaza estas “malas prácticas” y que a los navarros, como navarros, basta que quieran imponerles algo, para rechazarlo.