La previsible detención del clan fugado de Puigdemont parece tener ya las horas contadas.
La reactivación de las órdenes europeas de detención por parte del Juez Llanera, así de improviso, ha pillado con el pié cambiado al indepentismo catalán.
Aunque la reacción no se haya hecho esperar, con miles de personas saliendo a la calle pidiendo la excarcelación de Puigdemont y seguidores, el Gobierno debería aprovechar la situación, antes de que el relato sea el de que este país no va ha posibilitar un juicio justo, y terminar de una vez con el indepentismo catalán.
No se puede seguir así más tiempo. Se corre el riesgo de una fractura violenta de la sociedad catalana de consecuencias insospechadas. Las responsabilidades habrá que asumirlas de una vez por todas cuando aquello de «prevenir mejor que curar» ha brillado por su ausencia.