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La magia de rodar una película del oeste en el norte de España

La industria del cine ha explotado un sinfín de géneros durante su historia, lo que ha obligado a algunos directores a expandir sus horizontes creativos, como el de la película «Sordo», de Alfonso Cortés-Cavanillas, que gracias a la magia del séptimo arte está rodando un western en el norte de España.

La comarca cántabra de Campoo ha acogido durante el último mes y medio el rodaje de este filme, lo que ha permitido que los campurrianos paseen al lado de actores como Asier Etxeandia, Imanol Arias, Hugo Silva o Aitor Luna, sin necesidad de vestir un esmoquin o pisar una alfombra roja.

Uno de los bosques de Requejo (Campoo de Enmedio) es testigo del baile de cámaras, micrófonos, actores y actrices caracterizados, entre los que se incluyen lobos y caballos, que componen el rodaje de una película, que entra en los últimos días de su primera fase de grabación, que ha podido presenciar Efe.

El western, un género tradicional de Hollywood pero no tanto de España, ha cruzado «el charco» de la mano de «Sordo», una producción cinematográfica que narra la historia de un maqui con sordera que trata de escapar de las tropas franquistas en el periodo posterior a la Guerra Civil (1944).

Su director, Alfonso Cortés-Cavanillas, relata a Efe que el germen de «Sordo» surge hace cinco años, cuando compra el cómic del que proviene la película, una creación de Rayco Pulido y David Muñoz -Premio Nacional del Cómic-, y en el que siempre vio «una referencia al western», un género del que se confiesa «amante».

Con la consigna de conseguir una película del oeste «a la española», y con «una base» de fidelidad al cómic, «Sordo» narra la historia del maqui Anselmo que en 1944, en un intento de sabotear a las tropas franquistas, sufre los efectos de una explosión que mata a varios de sus compañeros y que le deja a él sordo.

Asier Etxeandia, que interpreta a Anselmo, considera que su personaje resulta «muy complejo», ya que se trata de un maqui sordo que, lejos de soñar con una lucha contra el fascismo, se dedica a la docencia y busca la paz.

Sin embargo, Etxeandia explica que durante la película su personaje sufre una «deconstrucción», ya que la soledad, la sordera y el afán de supervivencia, añadido a la persecución de un capitán franquista, interpretado por Aitor Luna, «le acaba volviendo loco».

«Anselmo es un ejemplo claro de hasta donde puede destrozar la guerra a un humano por dentro, porque acaba cagándola y cometiendo errores, uno tras otro, y haciendo algo que jamás imaginaría: poner en peligro a las personas que quiere y a sí mismo», asegura a Efe el actor vasco.

Y añade que aunque Anselmo puede parecer un héroe, lo cierto es que «es una víctima de la guerra» y, también, un personaje «muy complicado» de interpretar, al que ha tenido «bastante terror» durante el proceso de creación porque no sabía «por donde vivirlo ni por donde empezar».

En este sentido, Etxeandia cree que las montañas de Cantabria, donde se graba casi íntegramente la película y cuya zona tiene cierta tradición maqui -allí vivió el famoso Juanín-, «son muy diferentes» a las de cualquier otro lugar y, aunque le preocupaba mucho la interpretación, una vez en ello y acompañado por el resto del reparto, su trabajo «ha ido bastante rodado».

«Creo bastante en una intuición interna que siempre está y que al final sale y si estás afinado y escuchando surgen cosas mágicas que han pasado en el rodaje», asegura.

El «perseguidor» de Anselmo, Aitor Luna, admite -con su fusil Winchester en la mano- que está disfrutando con su papel de «malo», en lo que se asemeja a «una caza del rojo».

Su personaje es enviado a un punto caliente ocupado por los maquis, con el fin de acabar con ese movimiento y con todo aquel cuya ideas no casen con las suyas.

Luna cuenta a Efe que el hecho de arriesgarse a hacer un género tan novedoso como «el western español» supone una apuesta en la que confía «plenamente».

La película, que su director espera que se estrene en noviembre de 2018, ha permitido a los actores compartir escenas con animales como lobos y caballos.

Todo el reparto está de acuerdo en destacar el rodaje en la comarca de Campoo por su «increíble» gente y por sus lugares, que con atrezo son bastante parecidos a cómo lo eran hace setenta años. A Campoo, en concreto a su estación invernal de Brañavieja, volverán actores y director a grabar escenas de nieve dentro de un mes y medio, cuando el blanco luzca en las cimas de Alto Campoo.

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