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Derrotados Los otomanos de AliPachá

Derrotados Los otomanos de AliPachá
  • Por José V. Ciordia, historiador

Tal día como hoy, un 7 de octubre de 1571, tuvo lugar en el golfo de Lepanto griego, frente a la ciudad de Naupacto , la batalla de Lepanto. Se enfrentaron los turcos del Imperio Otomanos contra una coalición cristiana, llamada Liga Santa.

«Hijos, a morir hemos venido, o a vencer si el cielo lo dispone. No deis ocasión para que el enemigo os pregunte con arrogancia impía ¿Dónde está vuestro Dios? Pelead en su santo nombre, porque muertos o victoriosos, habréis de alcanzar la inmortalidad».

Estas son las palabras que el español D. Juan de Austria , comandante de la flota, dirigió a sus tropas al amanecer del día 7. Este día se reunieron más del 75 % de las galeras, galeazas, galeotas y fragatas disponibles en todas las flotas del mundo, 580 naves y más de 100.000 hombres. Cifras asombrosas para la época. Esta inmensa fuerza naval, iba a decidir el destino de dos imperios representantes de dos civilizaciones una emergente y otra consolidada en su territorio, oriente y occidente.

La batalla de Lepanto se suele considerar como la batalla naval más sangrienta de todos los tiempos. Los turcos estaban decididos a conquistar La Europa cristiana. Con esta batalla, la Liga Santa rompió con la superioridad naval del Imperio Otomano y su mito de invencibilidad quedó absolutamente olvidado para el resto de la Historia.  Después de Lepanto, ya nunca más se recuperó la hegemonía naval turca en el Mediterráneo.

Gran parte del mérito de la victoria cristiana se debe al nombrado, D. Juan de Austria, un joven de 24 años, hijo natural del emperador Carlos I y de una humilde mujer, llamada Bárbara Plumberger. Sus intervenciones en los campos de batallas navales y de tierra, contribuyeron notablemente a la grandeza y esplendor del Imperio Español. Fue un gran táctico en el campo de batallas y muy querido por su hermanastro el Emperador Felipe II.

La Liga coordinada por el Papa Pio V, estuvo finalmente constituida por fuerzas de España, la entonces independiente República de Venecia, los Estados Pontificios, República de Génova, Ducado de Saboya y la Orden de Malta.

Desarrollo de la batalla

A las 7 de la mañana, la vanguardia de la flota cristiana entraba en el golfo de Patrás y se avistaba, al este, a la flota otomana en orden de combate. El ala izquierda cristiana estaba formada por las naves venecianas, las más rápidas y maniobreras. El objetivo era impedir cualquier intento enemigo de bordear y embolsar a la flota de la Liga Santa

La estrategia inicial de Alí Pachá, comandante en jefe de las tropas musulmanas, era evitar el potente fuego cristiano y flanquear la línea enemiga por ambos lados. En el centro, el propio comandante, fijaría las posiciones cristianas mediante las reservas que mantenía a su retaguardia.

A las 11 de la mañana comenzaba el combate. Una maniobra de la flota turca rompía la línea cristiana y dirigía sus naves hacía la nao capitana comandaba por D. Juan de Austría. El desorden era total, apenas se veía, las naves apenas superaban 2 ó 3 metros sobre el nivel del mar; y el humo de los disparos e incendios dificultaba todavía más la visión; el lio de naves y mástiles que se cruzaban sin ningún orden de batalla era total y la visión nula. La situación era épica, se iban a enfrentar la nave Real de Don Juan de Austria con la nave Sultana de Alí Pacha. El duelo entre los dos comandantes había comenzado. La Sultana se había dirigido directamente contra la Real y la embistió en la amura con su enorme espolón. Las dos naves quedaron unidas por lo garfios y se produjo el abordaje definitivo. La sultana recibía continuos refuerzos de las numerosas naves cercanas; la Real se había quedado bastante aislada de su flota y sólo contaba con el apoyo de la galera veneciana de Sebastián Venier. Aunque los arcabuceros españoles hacian de las suyas, el mayor número de tropas musulmanas hacía pensar que la nave Sultana iba finalmente a derrotar a la Real de Don Juan de Austria. Afortunadamente, las naves de reserva de Álvaro de Bazán llegaban a la línea de combate y destrozaban gran número de galeras turcas hasta llegar a la altura de las Real.

Un instante de suerte iba a desnivelar la balanza a favor de los cristianos; un disparo de un arcabucero dio en la cabeza de Alí Pachá y cayó fulminado al instante. Reconocido el cuerpo del comandante de la flota otomana, su cabeza degollada fue clavada en una pica a modo de estandarte lo que desconcertó a las tropas musulmanas. Los otomanos al ver la cabeza de su líder clavada en una pica se desmotivaron y cedieron rápidamente posiciones ante el empuje creciente arrollador de las tropas de la alianza.

Eran las cuatro de la tarde. La batalla había terminado.

Tal día como hoy anterior Asesinatos en Londres

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