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El ataque suicida contra un funeral cierra una semana negra en Kabul

El ataque suicida contra un funeral cierra una semana negra en Kabul

Al menos seis personas murieron hoy cerca del lugar en que se celebraba el funeral por uno de los fallecidos ayer en enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y manifestantes, en un nuevo ataque al final de la semana más negra que ha vivido Kabul en los últimos años.

Cuando los asistentes al acto funerario, entre ellos el jefe del Gobierno afgano, Abdulá Abdulá, y el ministro de Exteriores, Salahuddin Rabbani, se disponían a iniciar sus oraciones, hacia las 15.30 hora local (11.00 GMT), tres atacantes suicidas se inmolaron entre el público.

«Los atacantes suicidas tomaron posiciones entre las personas que rezaban, esto muestra la gravedad del crimen del cobarde enemigo», denunció posteriormente Abdulá en rueda de prensa.

Por tratarse de la despedida del hijo de un senador del partido Jamiat-i-Islami, liderado por Rabbani, varios parlamentarios y altos cargos se encontraban en el lugar cuando las tres explosiones en cadena sacudieron el área de Sra-e-Shamali, en el oeste de la capital afgana.

Sin embargo, solo uno de ellos, el ministro de Salud Pública, Ferozuddin Feroz, resultó «levemente» herido y se suma a la lista de 87 personas que sufrieron daños en el atentado, según confirmó a Efe el portavoz de su departamento, Ismail Kawusi.

En su último balance, la fuente situó en seis el número de muertos.

Como ya hicieron el pasado miércoles, cuando un coche bomba acabó con la vida de 90 personas e hirió a 463 a la entrada de la zona de alta seguridad de la ciudad, los talibanes se desvincularon del atentado contra el funeral del manifestante.

El sangriento atentado de hace tres días desencadenó ayer una protesta cerca del Palacio presidencial, que se tornó violenta cuando algunos de los participantes trataron de romper el cordón policial y las fuerzas afganas respondieron con disparos al aire y cañones de agua.

Los choques se saldaron con cinco muertos, entre ellos el hijo del senador de Jamiat-i-Islami cuyo funeral fue saboteado esta tarde, además de diez heridos.

Los incidentes de los últimos días han sembrado tirantez y ansiedad entre los kabulíes.

El ataque de hoy se produjo en medio de un ambiente de tensión en la ciudad, donde horas antes las autoridades habían cortado todas las carreteras de acceso al centro de la ciudad y prohibido las manifestaciones y grandes reuniones anticipando una posible amenaza terrorista.

«Nuestra información e inteligencia sugieren que el enemigo del país, una vez más, está tratando de atacar congregaciones y protestas por medio de ataques suicidas y coordinados y explosiones», advirtió hoy en un comunicado la Comandancia de Kabul.

En el centro de la urbe no circulan desde la mañana vehículos ni viandantes y las carreteras que llevan a esta zona y al área donde tuvo lugar la manifestación de ayer permanecen cortadas, con más presencia de las tropas y controles de seguridad.

A pesar de estas medidas, decenas de participantes en la manifestación del viernes aún mantienen, por segundo día consecutivo, una sentada en las inmediaciones del lugar donde el miércoles detonó el coche bomba.

Piden a la comunidad internacional «acciones prácticas» contra el terrorismo en Afganistán, pero también la dimisión del presidente, Ashraf Gani, y Abdulá por su incapacidad de «manejar la actual crisis», explicaron los organizadores en rueda de prensa desde el lugar de la sentada.

Lejos de presentar su renuncia, el presidente respondió al ataque contra el funeral con un llamamiento a la «unidad» y la «calma».

«El presidente Ashraf Gani condena el atroz atentado contra los dolientes que enterraban al muerto. El país está bajo ataque, debemos ser fuertes y (permanecer) unidos», indicó el Palacio Presidencial en su cuenta de Twitter.

En esta línea, también el jefe de Gobierno pidió mantenerse «unidos» y acusó al enemigo de querer causar «disputas internas» en Afganistán.

Los incidentes de esta semana podrían debilitar todavía más el Gobierno de Unidad de Gani y Abdulá, que se enfrentaron en 2014 en unas polémicas elecciones salpicadas por acusaciones de fraude y terminaron con un pacto a regañadientes tras la intervención de Estados Unidos.

La principal agencia de inteligencia afgana, el Directorio Nacional de Seguridad (NDS, en inglés), culpó del ataque del miércoles a la red Haqqani y afirmó que el atentado fue llevado a cabo con apoyo del órgano de espionaje paquistaní ISI.

Sin embargo, ningún grupo insurgente ha reclamado la autoría de esa acción ni tampoco el ataque de hoy.

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