Las declaraciones del grupo político de Geroa Bai, partido de la presidenta navarra Uxue Barkos, con relación al Navarra Arena, obra faraónica aún sin terminar y comenzada en la época de la expresidenta Yolanda Barcina, no dejan de sorprender. Ha costado hasta diciembre del año pasado 56 millones de euros y este 2017 consumirá 185.000 euros de las arcas forales solo en mantenimiento.
El recinto denominado Navarra Arena es un edificio que se mandó construir para eliminar el déficit -decían- que ha tenido siempre esta región española en lo que se refiere a la falta de un espacio público que pudiera albergar espectáculos, eventos deportivos en los que pudiera concentrarse un elevado número de público. La idea parecía buena, el problema ha venido como consecuencia de la mala gestión realizada por el anterior gobierno que comprometió un gasto a todas luces inviable.
Obviamente el problema lo ha heredado el actual gobierno que ve que tiene que ponerlo en marcha y no sabe cómo ni porqué.
Las declaraciones de Geroa Bai venían a colación de dicho tema. Se anuncia que se va a abrir parcialmente el próximo año y que se necesitan acometer una serie de actuaciones para, obviamente poder hacerlo. Se critica que haya que abonar una cantidad, nada despreciable de dinero, para solventar reclamaciones judiciales generadas por la paralización a la que se ha visto sujeta esta construcción.
Hasta aquí todo normal, sin embargo, lo que resulta totalmente criticable es que para explicar una postura política sobre un tema concreto, en este caso el Navarra Arena, se diga que, una vez más, el actual gobierno se encuentra con una obra sin terminar o paralizada, comparándola con casos como el del TAV o el del Canal de Navarra.
Resultan por tanto sorprendentes dichas declaraciones, puesto que quien continúa paralizando dichas obras es el nuevo Gobierno, que ve la «paja en el ojo ajeno » y no en la suya propia.
