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«Ni una menos»

Por una vez y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con las y los feministas y feministos: en el día para prevenir la violencia contra la mujer (me niego a utilizar eso de “género”), reclamo que realmente no haya NI UNA MENOS. Ni una… Desde la concepción (de ella), hasta la muerte natural (también de ella).

La mujeres más cercanas a mí están de acuerdo: ni una menos. Ese es el hastag que han propuesto los movimientos feministas para conmemorar este día.

Se refieren lógicamente a las brutales y desgraciadas muertes a manos de energúmenos, que nos salpican y nos hacen sangrar en el corazón. Es inadmisible que un hombre -o una mujer- ponga la mano encima a una mujer -o un hombre-.

Es tremendo. Y quizás habría que buscar la raíz de esto en la destrucción de los valores de nuestra sociedad. En el desalojo continuo de los principios que nos estructuraban. En el abandono del respeto, de la puesta en valor de la feminidad y la masculinidad, la banalización del matrimonio, etc.

Pero imagino que también se referirán a ese otro asesinato, la mayor violencia contra la mujer que se ha dado jamás, que es el aborto provocado.

Ni una menos, pues todas hacen falta. También las que iban a ser dirigentes de sus países, médicas, ingenieras, profesionales, deportistas de primera línea… Y han sido asesinadas en el vientre materno por un abortero sin escrúpulos.

Ni una menos, pues también hacen falta las que iban a ser madres de familia, esposas felices, abuelas imprescindibles, amigas y compañeras entrañables, pero no están, porque fueron quemadas por solución salina, antes de nacer, en un abortorio sangriento.

Ni una menos, pues son necesarias las Marías, las Isabeles, las Monicas, las Toñis, las Tersas, las Miriam, las Paulas, las Susanas… todas y cada una de esas mujeres que existieron y que ahora ya no existen, pero que sus madres no las van a olvidar jamás.

Si, ese #NiUnaMenos, se referirá también a esas niñas abortadas, supongo. Espero que las feministas no se olviden de ellas. Que en esas reivindicaciones, “empoderamientos” y demás discursos, haya alguna que grite: ¡Ni una menos por aborto! Pues son 50.000 al año las que son matadas solo en España (más o menos la mitad de todos los abortos).

Y no solo eso, son miles también las que mueren un poco en vida, por el síndrome pos-aborto. Una crueldad de la que nada quieren saber muchos novios o parejas. Y del que se desentienden por completo los señores del aborto. Los que se enriquecen con dinero de sangre. No digamos los políticos que permiten este genocidio.

Son miles las que son violadas, engañadas a diario, al entrar en un abortorio. Son miles las víctimas de las malas prácticas del mal llamado “aborto seguro”. Son decenas las que en este momentos son violentadas -yo lo he visto- para que entren por la puerta de uno de esos centros de muerte.

Espero que sí, que no se olviden de ellas. Son de su mismo sexo. Son de nuestra misma especie humana. Son mujeres. Y nos hacen falta.

Sueño que un día no haya ni una menos, también las víctimas de la mayor violencia jamás vista, jamás cometida contra la mujer, el aborto.

Pedro Mejías, delegado en Cádiz de Hazteoír y Derechoavivir

Artículo anterior: El olvidado y los olvidados

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