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OPINIÓN: Adiós 15-M, adiós

Reflexionar a los cinco años del 15-M sobre lo que allí ocurrió resulta especialmente complejo. Si se tuviera que hacer una síntesis de ese análisis probablemente deberíamos recurrir a las imágenes de ese instante histórico en la vida de nuestro país, aunque antes quizás debiéramos darle una vuelta al histórico concierto que el pasado sábado “el Boss”, o sea Bruce Springsteen dio en Madrid.

Ver una banda de roqueros sesentones enloquecer a miles de fans indica dos cosas, que el rock de toda la vida, el cásico, sigue vivo y que lo novedoso también en la música al igual que en política no vale absolutamente para nada. Estoy de acuerdo con la profunda reflexión que mi admirada Aurora Beltrán escribía hace apenas unos días en su muro personal sobre este tema.

Observar a Bruce acompañado por su banda con su lugarteniente Little Steven y su pañuelo pirata a la cabeza, al igual que nuestro “El Drogas”. es una bendición de la madre naturaleza. Dan ganas de gritar alto y fuerte: 66 años os contemplan niñatos del carajo, disfrutarlo y respetarlo, porque la veteranía es un grado. Algo parecido sucede en la política actual.

Exactamente lo mismo que se vivió en las calles y plazas de nuestro país en aquel movimiento ilusionante, en las asambleas y debates, en las concentraciones la mayoría eran gentes de más de 50, e incluso 60 años, supervivientes luchadores anti franquistas. Es cierto que el protagonismo se los llevaron un puñado de jóvenes, muchos de ellos oportunistas como se ha visto con el devenir de los acontecimientos, pero quienes los impulsaron, aportaron ideas en los debates colectivos, quienes miraban más allá de los ombligos, eran los veteranos y veteranas curtidos en mil batallas. Esos que luego esos mismos  oportunistas intentaron descalificar desde una falta de respeto intolerable, calificándolos de “Régimen del 78”

Si no hubiera sido por aquel puñado de sesenteros, como los de la banda de “El Boss”, no habría sido posible llegar a la democracia, ni el 15-M habría sido más allá de un puñado de manifestantes en las calles. ¿O no se recuerda como un momento culminante del mismo la llegada de la marcha de los mineros a Madrid? Un hito fundamental de la clase obrera, donde mineros bregados, veteranos forjados en el acero y el carbón de las minas asturianas, leonesas, etc. tomaron la capital del reino al grito de ¡Basta ya!

Incluso ese 15-M cinco años después da para una reflexión más profunda, para preguntas del tipo de: ¿cómo los poderes fácticos consiguieron transformar un movimiento revolucionario en una cuadrilla de borreguitos sumisos centrados en el asalto al “Palacio de Invierno” a base de votos? Ingenuos, insensatos entran ganas de gritarles. ¿Es que vuestra capacidad de análisis no os ha hecho ver que así ese asalto hoy resulta absolutamente imposible? ¿Vuestras cortas mentes no llegan a entender que sin las masas agitando nuestras calles y plazas como en aquellos días que acompañaban al 15-M, eso no resulta viable?

Quizás sea algo que los historiadores 400 años más tarde lleguen a descubrir, eso si llegamos claro. Cómo explicar que ese movimiento fresco que tomó la calles de manera cuasi revolucionaria, acabó siendo un partido como los de siempre que intenta sólo tomar a través de las urnas el poder político resulta un misterio, aunque algunas claves hay. Existen pruebas irrefutables de la presencia de un poderoso dueño de medios de comunicación, que por más trosquista que se diga no dejan de ser otro poder fáctico más que intervinieron de manera decisiva en esa lamentable transformación.

Esos poderes fácticos los crearon para desactivar todo lo que existía en nuestras calles en aquel momento y posteriormente también Ciudadanos para rematar la jugada.

Si uno se dedica a ver los carteles que poblaban las calles y plazas llenos de ingenio e imaginación y lo compara con el panorama actual puede acabar en la depresión, o lo que es peor en la melancolía. Ni uno de esos eslogan, ni una de esas reivindicaciones se ha cumplido, ni se cumplirá. Fue un espejismo, un soplo de aire fresco que dio paso a un siroco insoportable.

Compararlo con el Mayo del 68 francés en una insensatez, una irreverencia tan grande como comparar esta época y sus políticos con la I Transición y los suyos. Es como comparar el fútbol de tercera regional con el de la Champions League.

El Mayo del 68 transformó de manera profunda la sociedad francesa, al igual que a la izquierda europea. Ya nada desde entonces fue igual. Aquel acontecimiento histórico iba además acompañado de un movimiento cultural y social profundo. Pensadores, cantantes, pintores, artistas, literatura, cine, teatro se vieron afectados por aquel tsunami de ilusión e imaginación. Nada de esto ocurre ahora.

Da pena observar como estos días de manera patética algunos nostálgicos de la nada, incluso de manera oportunista como se denunció la presencia de Monedero o Errejón en Sol, un puñado de políticos que barren para casa y decenas de tertulianos, columnistas, escribanos de poca monta, intentan dar relumbre a algo acabado. Ya no quedan ni los rescoldos, ni unas pequeñas brasas de aquella descomunal hoguera.

José Luis Úriz Iglesias, afiliado al PSC viviendo en Navarra

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