Que estamos en año electoral todos lo sabemos. Que los gobiernos y clase politica vuelven a llamar a las puertas de sus votantes, tras olvidarlos durente cuatro años, también.
Pero a lo que no nos acostumbramos es al dispendio económico que, algunos, en este caso el Gobierno de Navarra, reparten en cantidades industriales para, pura y llanamente, llamr al votante.
Que en situación de crisis, cerca de dos millones de euros (más los que han antecedido en estos dos meses), sean concedidos, como subvención a promover el asociacionismo y desarrollo de programas (aunque sea para la discapacidad), no parece la mejor medida para atajar la crisis.
La labor de las asociaciones es encomiable, es cierto. Lo que no es encomiable el clientelismo politico que muchas veces subyace en estas situaciones.