
La fontera turca con Siria sigue siendo uno de los frentes más calientes de la guerra contra el grupo terrorista Estado Islámico.
El Ejército turco ha utilizado gases lacrimógenos para impedir que tanto kurdos como periodistas entren en su territorio y ha reforzado su presencia en la frontera con doce tanques más en la ciudad de Mursitpinar, justo enfrente del epicentro de los combates entre las milicias kurdas y los yihadistas, Kobani.
Según las últimas informaciones, los islamistas habrían izado la bandera del califato en el este de esta localidad de unos 45.000 habitantes.
Una batalla que no solo salpica a Turquía en forma de miles de refugiados kurdos intentando entrar en su territorio sino también en forma de obuses que caen dentro de sus fronteras, como uno que destrozó una casa, hiriendo a los cinco miembros de una familia.