Tres años y 10 días después de que los indignados se plantaran con las primeras tiendas de campaña en la Puerta del Sol, el ala más a la izquierda de ese movimiento ciudadano arrasó ayer con cinco diputados y se convirtió en la cuarta fuerza más votada de España, superando a UPyD. Podemos se ha hecho un hueco sorprendente en los mullidos sillones de la Eurocámara a costa del fracaso del PSOE y de IU, rebasando todas las expectativas generadas en torno a esta formación recién nacida a la que ayer rebautizaron en Twitter como Pablemos, por el carisma de su líder, el mediático Pablo Iglesias.
Con el 99% escrutado, Podemos logró 1.245.185 votos, el 7,9% del total, y en la Comunidad de Madrid incluso desbancó a IU. En Asturias, Aragón, Cantabria y Baleares también quedó el tercero. Iglesias es tan alternativo que anoche no celebró los resultados. «Por ahora no hemos conseguido nuestro objetivo, que es formar una alternativa de Gobierno», expresó muy serio. «Mañana seguirá habiendo seis millones de parados». Sus simpatizantes estaban eufóricos. «Que sí, que sí, que sí nos representan», coreaban junto al museo Reina Sofía de Madrid.
Lo de Podemos tiene muchísimo mérito, porque se trata de un partido sin apenas organización ni implantación territorial. Hace sólo cuatro meses que decidieron que se presentaban a las europeas y lo hicieron por primarias. Las encuestas no les daban más de dos eurodiputados.
Su triunfo es la prueba palpable de la desafección social hacia los partidos tradicionales, la constatación de que los ciudadanos están hartos de los mismos de siempre, en donde incluyen al PP y al PSOE pero también, por primera vez, a IU. Los de Izquierda Unida envejecieron ayer de golpe al comprobar que su tradicional electorado ya les percibe como una formación mainstream.
Podemos, en cambio, ha dado con una fórmula a la que ponen cara un profesor con coleta y look de los 90, una maestra (Teresa Rodríguez), un ex fiscal jefe anticorrupción (Carlos Jiménez Villarejo), una autónoma en paro (Lola Sánchez) y un científico del CSIC (Pablo Echenique).
¿Cuál es el truco? A pesar de contar con muy pocos medios (su campaña la han financiado sin pedir préstamos a los bancos), han sabido explotar el lenguaje de la calle, combinándolo con una intensa presencia en televisión y en las redes sociales.
El politólogo Iglesias, que estudió en Suiza cursos de filosofía de los medios de comunicación, ha estado en todas las tertulias (desde la de La Sexta hasta la de Intereconomía, pasando por el canal iraní Hispan TV). Se ha criticado su afán de protagonismo -en las papeletas sale su cara-, pero su personalismo ha venido a llenar el vacío de líderes que caracterizaba al movimiento 15-M.
El efecto Pablemos ha echado el resto en internet, con más de 220.000 seguidores en Facebook y más de 80.000 en Twitter (10.000 nuevos followers se apuntaron en sólo un cuarto de hora, tras conocerse los resultados electorales). En esta red social fueron trending topic mundial y los votantes iban, uno tras uno, dejando constancia de la «ilusión» que sentían, por primera vez en muchos años, tras haber votado.
El tercer elemento que explica el éxito inesperado de Podemos es que ha logrado entusiasmar por igual al ciudadano progresista de 50 años como a su hijo que acude por primera vez al colegio electoral. «Cuando yo tenía cuatro años, Cañete ya se bajaba de los coches oficiales», suele decir Pablo Iglesias. Su partido ha constatado que muchos ciudadanos piensan que se puede hacer política de otra forma. Yes, we can.
