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Las plantas más «asombrosas» desvelan sus secretos en «Botánica insólita»

Árboles más grandes que una ballena azul, plantas que «resucitan» tras miles de años en el hielo, la flor «cadáver» que produce el aro titán o vegetales que combaten el ébola protagonizan «Botánica insólita», un libro del catedrático de Biología José Ramón Alonso ilustrado por Yolanda González.

“Es asomarse a un mundo asombroso y desconocido”, explica Alonso (Valladolid, 1962) en una entrevista con Efe sobre esta publicación, en la que recopila las investigaciones científicas más recientes sobre el reino vegetal para contar “los últimos descubrimientos” de una forma “amena”.

Plantas “antiterroristas”

Desde las plantas “antiterroristas” que detectan sustancias explosivas a su alrededor y cambian de color para avisar de su presencia, a los eucaliptos que acumulan oro o la planta que modifica sus hojas con forma de antena parabólica para atraer a los murciélagos polinizadores con sus ecos, en medio de la jungla, todas tienen cabida en este volumen de tapa dura.

Botánica insólita” (Next Door) presenta, a lo largo de 249 páginas salpicadas de ilustraciones, las características y anécdotas más llamativas del extenso reino “Plantae” y sus especies, capaces de hazañas que abren “nuevas posibilidades” para el mundo científico, tecnológico y la vida cotidiana en la sociedad.

La obra explora las habilidades de las farmaplantas para producir componentes que combaten el ébola o el cáncer, las técnicas de plantas carnívoras como la drosera para atrapar insectos con sus pelos adhesivos e ingerirlos para satisfacer su necesidad de proteínas, o la vida del árbol más antiguo conocido sobre la faz de la Tierra, con 9.550 años, una picea llamada el Viejo Tikko.

Varsovia (Polonia), 17/05/2015.- Imagen de la planta carnívora venus atrapamosca, Dionaea muscipula en una exhibición de plantas en el Jardín Botánico de la Universidad de Varsovia (Polonia). EFE/EPA/RADEK PIETRUSZKA

Imagen de archivo de la planta carnívora venus atrapamosca en una exhibición de plantas en el Jardín

Botánico de la Universidad de Varsovia (Polonia). EFE/EPA/RADEK PIETRUSZKA.

También detalla cómo es y funciona el “internet” de las tomateras, que se comunican información vital por vía aérea, o la variedad de orquídeas, mayor que la de los mamíferos, que copian el aspecto de las abejas para “explotarlas”, pues tras atraerlas se reproducen a través del polen que ellas transportan.

Los ejemplos “enganchan” a cualquier lector, asegura Alonso, galardonado con algunos de los principales premio de divulgación científica en España, como el Tesla.

Él descubrió los “insólitos” casos que recopila al preparar sus clases como profesor universitario con los artículos científicos de distintas revistas, que ahora comparte en este libro, fruto de su “pasión” por las ciencias y las plantas.

Botánica, parte fundamental de la cultura

Alonso reivindica la botánica como parte fundamental de la cultura y cree que su mayor conocimiento permitiría “mejorar” el aprovechamiento de las cualidades de estos seres verdes, en campos como la lucha contra el cambio climático, la producción de nuevos medicamentos o fuentes de energía renovables como el hidrógeno, un combustible que las hojas producen “en cantidades ingentes”.

Las plantas, continúa el autor, han tenido un rol principal en la supervivencia de la humanidad, ya sea como barrera contra el hambre (el arroz, el trigo y el maíz son la base de la alimentación) o como herramienta para la sostenibilidad ambiental.

Para explicar estas historias, el autor ha contado con “el toque artístico” de Yolanda González (Madrid, 1982), que convirtió esas imágenes científicas en 36 ilustraciones realizadas a mano y luego completadas digitalmente, explica la artista a Efe.

El aro titán, el “Amorphophallus titanum”, una planta de más de 50 kilogramos de peso conocida como “la flor cadáver”, que produce porque utiliza un olor desagradable para atraer a insectos carroñeros, fue una de las “más difíciles” de dibujar, comenta González, porque tenía que conseguir que el dibujo “oliera” mal.

El caso del molusco que se alimenta gracias a la fotosíntesis de las algas que lleva adheridas es “de los más impresionante” para González, que también destaca a “la bella durmiente”, la “Silene stenophylla”, una planta que “resucitó” tras 30.000 años congelada en la Siberia rusa. Efeverde

Kay Levin

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