Barack Obama se dirigió esta madrugada al pueblo estadounidense para anunciar el comienzo de una abierta ofensiva contra las fuerzas yihadistas del autodenominado Estado Islámico (EI), que controla zonas de Irak y Siria. «Puedo anunciar que Estados Unidos liderará una amplia coalición para contrarrestar esta amenaza terrorista. Nuestro objetivo es claro: degradaremos, y en última instancia destruiremos, el Estado Islámico mediante una sostenida estrategia terrorista», declaró el presidente estadounidense, en la víspera de un nuevo aniversario del 11-S.
Obama evitó en todo momento etiquetar como «guerra» la situación en la que entra Estados Unidos, y prefirió llamarla «campaña antiterrorista». «Quiero que el pueblo estadounidense entienda que este esfuerzo será diferente de las guerras de Irak y Afganistán. No implicará tropas de combate americanas que luchen en suelo extranjero. Esta campaña antiterrorista será llevada a cabo mediante un esfuerzo firme e implacable para sacar al Estado Islámico de donde esté, usando nuestro poder aéreo y dando apoyo a las tropas de nuestros socios sobre el terreno», afirmó.
Con ello, Obama concretaba la estrategia por la que ha optado: EE.UU. se limitará a bombardeos, que deberán estar coordinados con la acción sobre el terreno de tropas vinculadas al Gobierno de Irak, en el caso del combate en ese país, y de los rebeldes sirios moderados, en el caso de Siria. Aunque la Casa Blanca cuenta con que algunos países árabes puedan aportar soldados para el combate, la organización de una coalición aún no se concretado, lo que retrasará los ataques aéreos de EE.UU. en Siria.
Obama indicó que su estrategia tiene cuatro partes. La primera son los ataques aéreos de EE.UU., combinados con la actuación sobre el terreno de otros países. «El poder americano puede marcar la diferencia, pero no podemos hacer por los iraquíes lo que deben hacer ellos mismos, ni podemos reemplazar a los socios árabes en hacer más segura la región».
La segunda es el despliegue de personal militar estadounidense en la zona, que no entrará en combate –«no nos dejaremos arrastrar a otra guerra de superficie en Irak»– sino que se limitará a labores de asesoramiento, entrenamiento, coordinación e inteligencia. En Irak ya existen cerca de mil soldados de EE.UU. y Obama anunció el envío de otros 475. También habrá contingentes para asesorar y armar a la oposición siria, sin contar en absoluto con las fuerzas del régimen de Al Assad, que «es un régimen que aterroriza a su gente y nunca recobrará la legitimidad que ha perdido».
La tercera supone medidas antiterroristas más amplias para prevenir atentados del Estado Islámico, como contrarrestar la ideología extremista, cortar canales de financiación e impedir el flujo de combatientes extranjeros que luego realicen atentados al regresar a sus países de origen. Aunque Obama aseguró que el EI supone una «creciente amenaza más allá de la región, incluyendo Estados Unidos», precisó que «aún no se han detectado planes concretos contra» el territorio estadounidense. Anunció que en dos semanas presidirá una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU para movilizar a la comunidad internacional en este esfuerzo.
La cuarta parte de la estrategia consiste en seguir aportando ayuda humanitaria a civiles que puedan verse amenazados por el EI, como la ya prestada a varias minorías religiosas. «El Estado Islámico es una organización terrorista, pura y simplemente. Esos terroristas son únicos en su brutalidad», afirmó.
Frente a las críticas recibidas por la tardanza en elaborar un plan frente al empuje del Estado Islámico, el líder demócrata aseguró que su Administración siempre ha estado en la vanguardia del combate contra el extremismo islamista, y recordó la eliminación de Osama bin Laden y las ataques contra dirigentes de Al Qaida en Pakistán, Yemen y Somalia.
