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Una sumisión trufada de plurinacionalidad, catalán y “embajadillas”

 

Seguimos con este agosto intenso en lo político y normal en lo climatológico. Aunque luego hablaré de lo primero, no quiero evitar un breve comentario sobre “el verano más cálido de la historia” que repiten, día sí día también, los voceros de los medios de comunicación. Y es que lo que antes eran borrascas, tormentas de verano o, todo lo más, la temida gota fría (no exactamente lo mismo los tres fenómenos, pero para el caso, vale) que casi todos los años azotaba algunas zonas, generalmente del este peninsular o insular, ahora, tras el fracaso de los “Objetivos del milenio”, su sucesora, esa también llamada a fracasar más pronto que tarde, espero, la Agenda 2030 –de hecho ya empiezan a hablar de la 2050–, lo presenta como una terrible DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) cuando no, los más “calentólogos”, nos hablan de reventón térmico, también fenómenos diferentes, pero para asustar, que es de lo que se trata, todo vale. Llama la atención, al menos a mí me parece bastante chocante, que todos los medios, televisivos o radiofónicos, dediquen tanto tiempo y tanta gente en telediarios e informativos, más actores que meteorólogos y, en el caso de las emisoras, ocupando la mitad de sus editoriales de diez minutos a castigarnos con infinidad de datos climatológicos para “asustarnos”. Por ejemplo, con que, un viernes, 16 de agosto, se alcanzarían en Badajoz “nada menos” que 40ºC, lo mismo que, otro día, anunciaban unos infernales 40º o 42ºC en la tradicionalmente “fría y polar” Córdoba.

Pero vamos con este políticamente agitado agosto, segundo consecutivo, en un mes en el que sus señorías ni están, como tantas veces, ni se les espera, como casi nunca. Ya vimos cómo, nuestro presimiente, tras su sonoro fracaso del 25-M-23 en las municipales y autonómicas convocó, al día siguiente, por sorpresa, con vacacionalidad, alevosía y media España flotante, unas elecciones generales, el 23-J-23, que perdió también –hay que recordar ambas derrotas–. También, que después de cuatro meses perdidos –eso sí, con sueldos y prebendas vigentes para nuestros representantes inactivos–, en otro ejercicio de trile, en lo que es maestro, y con sólo 121 escaños, un tercio de la cámara baja –en la alta (término que nunca entenderé, dado su escaso papel), el PP consiguió mayoría absoluta y, tal vez por eso, Sánchez solo estuvo una vez en el Senado este año–, la suma heterogénea de todas las izquierdas (PSOE, Sumar y sus veinte franquicias, ERC, BNG, BILDU, y la juncal CC) junto a las dos extremas derechas nacionalistas (JxC y PNV) ya sabemos lo que produjo. Y de aquellos polvos de los “cambios de opinión”, en román paladino puras contradicciones, estos lodos, el vergonzoso show del cobarde prófugo que duplica ambos términos, Carlos Puigdemont, y la bochornosa sumisión al nacionalismo para conseguir por la puerta de atrás la investidura del gran gestor sanitario y coordinador de “expertos”, Salvador Illa.

Siguen los ecos de la “No tocata –se fue sin que le pusieran una mano encima– y sí fuga” del “héroe” de Waterloo, que se ha vuelto a reír del Estado español y de la Justicia y deja a España al nivel de la república bananera en la que su primer ministro y el desaparecido que lo antecedió en el cargo, de su partido, la quieren coinvertir. Fuga que no podría haber hecho sólo, con su abogado, el secretario general de su partido, dos mozos simpatizantes, a los que se les unió momentáneamente el presidente de la asamblea catalana hasta que una deportista paralímpica cedió su coche que, un inoportuno semáforo, impidió seguir, ¿cómo se iban a saltar los mozos un semáforo en rojo para perseguir a un fugitivo amigo? Y aunque Moncloa, en su frecuente papel de echar balones fuera, pretende cargar el mochuelo en los Mozos de Escuadra, parece más que evidente la connivencia de no se sabe todavía quiénes ni cuantos, pero todo apunta a una más que posible colaboración –si no, montaje– de la Generalidad, responsable del triste cuerpo policial autonómico y del cada día más desgobierno de España, al que corresponde el control de fronteras, con sus ministros del Interior, Fernando “Pequeño” Marlasca, y Defensa, Margarita Robles “Junco”, de la que depende ese otrora prestigioso Centro Nacional de Inteligencia, que, esta vez, ha demostrado poca. Parece que los dos –y el que los manda, claro–se pusieron de perfil ante la orden del Supremo de detener a un prófugo que estaba en la lista de los personajes más buscados de Europa, pese a su temprano aviso de que vendría a España. Al final Marlasca, ante la providencia del magistrado del Supremo, Pablo Llarena, le ha tenido que enviar un informe al juez diciendo que, ¡oh, casualidad! cuando ya los mozos habían dejado huir al señorito, Interior dio orden a Policía y Guardia Civil de establecer un dispositivo extraordinario en fronteras. Significativo también que, el de casi siempre, el “mampoministro” Óscar Puente, que presume de jurista por su condición de abogado, acusaba al Supremo de “extralimitarse” por no aplicar literalmente la ley de amnistía y anticipaba que «hay tribunales en España que se pronunciarán sobre esto», en una clara alusión al Constitucional de Conde Pumpido, que barre para casa siempre. Blanco y en botella. Por su parte, el ministro “tres en uno”, Félix “Gracita” Bolaños, apostillaba que: “La posición del gobierno en relación con esa resolución judicial del Tribunal Supremo, inaplicando la ley se amnistía es una posición conocida. Ya en su día mostramos nuestra discrepancia. Vamos a esperar que se pronuncie la Sala del Supremo. Somos un Estado de Derecho, por tanto, contra las resoluciones contra las que uno discrepa, pues lo que cabe son presentar recursos”. Vergonzoso, viniendo de un ministro de Justicia.

Y entre tanto despropósito, desde la “Casa de la República”, como bautizó a su casoplón pagado por todos, su inquilino, ya de vuelta, dejaba este mensaje: «Hoy estoy en Waterloo después de unos días extremadamente difíciles…”. Más caradura, imposible.

La segunda tapadera de estos días fue la investidura del monigote de turno, Salvador Illa, como nuevo “molt miserable” de Cataluña, para mayor gloria de su señor, reyezuelo de La Mareta, donde ya descansa de su atareada manipulación del Estado y las instituciones, y de Las Marismillas, donde seguramente completará sus vacaciones a costa de todos los españoles, y hasta el siguiente abuso, que no tardará, “porque yo lo valgo y mi Bego también”.

Se estrenaba el que nos quieren vender como el primer presidente no independentista desde 2010 en Cataluña, y empezó a demostrarlo con un discurso exclusivamente en catalán y sin que la bandera de España formara parte del escenario, no se fuera a enfadar el socio el primer día, demostrando que el PSC es, claramente, la marca blanca del nacionalismo. ¿No nos acordamos ya de que Ciudadanos nacía como partido regional y español, precisamente por la escora del PSC hacia el nacionalismo? Después prometió lealtad a las instituciones nacionales de Cataluña, que, de momento, están por conocer, pero que era otro guiño al socio nacionalista. Habló de la plurinacionalidad del Estado español, utilizando en varias ocasiones el término nación para referirse a Cataluña y se refirió a la creación de la consejería de POLÍTICA LINGÜÍSTICA, que estará a cargo de una persona de Esquerra, ambas cosas imposición Esquerra para su apoyo. Lo hizo en estos términos: “La creación del departamento de política lingüística, que subraya la importancia de la defensa de la lengua catalana como columna vertebral de Cataluña. No es la defensa de la lengua catalana un ataque contra ninguna, es la defensa de la columna vertebral de la nación catalana. Es decir, de un plumazo, adiós al Artículo 27 de la Constitución Española, en cuanto a la libertad de enseñanza y al 139 que, en su punto 1 dice que “Todos los españoles tienen los mismos derechos y obligaciones en cualquier parte del territorio del Estado y en el 2 que Ninguna autoridad podrá adoptar medidas que directa o indirectamente obstaculicen la libertad de circulación y establecimiento de las personas…”. Eso sin entrar en el Artículo, 2, el 3, el 14 y alguno más. Illa ha querido aproximarse a su jefe y ha formado un gobierno con dieciséis consejerías, en las que incluye a dos exdirigentes de la antigua Convergencia y a dos cargos de Esquerra. O sea, un gobierno entre paréntesis, Junts y Esquerra.

También ha sido un guiño destacable su primer acto oficial como presidente y delegado de Esquerra, al irse a ver a los Mozos en una mezcla de consuelo y pésame tras el desprestigio por el episodio Puigdemont, a los que se dirigió con estas palabras: “Quiero ser claro. Tenemos una buena policía, pero también quiero ser claro, siempre se pueden hacer las cosas mejor. Lo que ahora es necesario es que los agentes de los mozos de escuadra puedan desarrollar su trabajo alejados de la confrontación política«. Y por si le faltaba algo parece que quiere rescatar como jefe del cuerpo a José Luis Trapero, uno de los protagonistas durante el referéndum ilegal de 2017, por lo que fue condenado. Y para completar la función de “no independentista” anunció la creación del cuerpo diplomático catalán para ampliar sus “embajadillas” en el exterior –actualmente 21–, contraviniendo también el Artículo 149 de la C. E, que, en su punto 1 dice que “El Estado tiene competencias exclusivas sobre las siguientes materias”, la de las cuales es “Relaciones internacionales”. O sea, todo un despropósito, consentido desde la SUMISIÓN de Pedro Sánchez, que vendrá seguido de alguna forma de consulta unilateral, poniendo en tela de juicio el antes citado artículo 149. 32ª la “Autorización para la convocatoria de consultas populares por vía de referéndum”. Aunque en definitiva, todo va a quedar supeditado a la concesión de una financiación especial y el concierto económico para Cataluña, en lo que está trabajando Producciones Moncloa, que ya ha creado al efecto el término “solidaridad”, que oiremos en breve repetir por todo el grupo de corifeos sanchistas. Una cuestión sobre la que se han levantado voces entre los barones socialistas, entre los que el aragonés Javier Lambán dejaba una especie de aviso a navegantes: “Si los compañeros que vayan a ser candidatos en el 2027, quieren hacerlo en unas mínimas condiciones de competir con el PP, o empiezan a pensar muy seriamente la repercusiones que estas políticas del gobierno con Cataluña están teniendo para ellos o si no me temo que el resultado catastrófico del 23 va a ser una broma comparado con el del 27”. Pero ya veremos en qué queda esta “rebelión” porque tanto él, como el castellanomanchego Emiliano García-Page o el extremeño Miguel Ángel Gallardo, ya nos han demostrado varias veces que su discurso discrepante se queda en eso, blablablá, que a la hora de votar es el apoyo a su secretario general. El resumen puede ser que el PSOE es rehén de ERC en Cataluña y de JUNTS en Madrid y así va a seguir siendo para desgracia de España, si no hay sorpresa que evolucione en un adelanto electoral, poco probable, me temo.

Mientras tanto, Alberto Núñez Feijoo decía que «Estamos ante una emergencia nacional” y anunciaba que “Lo que no va a hacer el presidente, que es convocar a los presidentes autonómicos, no lo ha hecho durante toda esta legislatura, lo voy a hacer yo en el próximo mes de septiembre. Vamos a defender juntos la igualdad de todos los españoles. Tenemos un desafío nacional que es mantener el Estado del bienestar solidario en nuestro país”. Mi pregunta sería ¿por qué hay que esperar a septiembre, don Alberto? Si estamos ante una “emergencia nacional”, y yo comparto que lo estamos, ¿por qué no convocarlos ya y empezar con una movilización nacional continua de la Sociedad Civil, única que, de hacerlo bien, puede precipitar los acontecimientos, porque ya hemos visto lo que se ha conseguido con mejores o peores discursos durante los último seis años.

Por su parte, el Rey Felipe VI, al que no sé si vamos a tener que llamar “El Solitario” tras el nuevo feo gubernamental, viajaba el jueves sin ningún ministro acompañante –sin duda “mejor solo que mal…”– a la República Dominicana para asistir a la toma de posesión del presidente Luis Abinader. No sé si coincidiría allí con el ciudadano dominicano José Bono, al que, de hacerlo, le podría haber preguntado cómo van sus finanzas por allí y otros paraísos. Y si después de Felipe González, también ya ciudadano dominicano, se esperan más exdirigentes socialistas para engrosar la nacionalidad de ese querido país caribeño.

Termino con una breve referencia a la ambigua comparecencia en el Senado, esa cámara alta que su presidente no frecuenta, del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, en la que no terminaba de reconocer el verdadero resultado de las elecciones venezolanas que, tres semanas censuran la mayor parte del mundo democrático y sigue sin reconocer como presidente electo a Edmundo González Urrutia, llegando a equiparar  a la oposición venezolana con el régimen chavista, al más puro estilo igualitario podemita, y planteando una solución negociada. Como remate de su repugnante posicionamiento tuvo palabras de elogio para el principal valedor universal del dictador Nicolás Maduro, un tal José Luis Rodríguez Zapatero: “El presidente Zapatero lleva mucho tiempo realizando una labor que el gobierno, desde luego, valora y aprecia. Habla con gobierno y con oposición y ha participado muy directamente en acercar ese diálogo entre venezolanos que nosotros queremos y en la liberación de muchos presos políticos”. Sin duda, una demostración más de que el Gobierno de España se pone de perfil ante la violación de los derechos humanos en Venezuela, estando muy cerca de ser cómplice del fraude.

Veremos qué nos depara la segunda quincena de este “tranquilo” agosto, después de que la fábrica de fango de la Moncloa se haya puesto en marcha para tapar los casos “catedrática Begoña y David von Karajote”, y amenazan con actuar contra las familias de Núñez Feijoo y, de nuevo, de Isabel Díaz Ayuso, para lo que anuncian medidas parlamentarias y judiciales a partir de septiembre, “que tampoco vamos a interrumpir las vacaciones para seguir mintiendo”.

Antonio De la Torre,  licenciado en Geología, técnico y directivo de empresa. Analista de opinión.

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