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¡A pesar de los pesares, la vida merece la pena y hay que vivirla!

Percibo, se percibe en distintos ámbitos sociales, culturales, familiares, académicos, de salud…, que estamos “perdiendo fuelle”, audacia, liderazgo…, como si estuviéramos cansados de seguir en una línea recta de moralidad, de ética, de integridad. Me da toda la impresión que percibo un clima de “¡me da lo mismo todo!” o, que todo vale, esté como esté, pase lo que pase, no importa qué. Tengo la percepción -quizás será exagerada- de que nos hemos cansado de ser buenas personas, y “ya no tiramos del carro”, porque ya no merece la pena tirar de él, total para qué… Todas estas percepciones subjetivas -por supuesto y probablemente exageradas -, pueden denotar un cierto nivel de indefensión, que Seligman ya nos explicó experimentalmente, y nos dijo que era un “estado psicológico que se produce frecuentemente cuando los acontecimientos son incontrolables, y nada se hace y caemos e eso: una indefensión y no merece la pena luchar porque nada cambia…” Aprendemos a sentirnos indefensos y a no luchar contra ello, porque hagas lo que hagas todo sigue igual…”La rata acabó en el fondo de la cubeta, agotada de nadar y nadar, para nada, sin apoyo y sin descanso, hasta que quemada, exhausta, quedó muerta en el fondo ahogada, “ya no luchó más, no tuvo fuerzas y eso es un estado de indefensión.

En este análisis personal y subjetivo, de observación en muchos círculos de adultos (padres, profesores, profesionales, curas,…) que se han cansado de ser adultos, se han cansado de crear, de organizar, de dirigir, de liderar a sus respectivos grupos: hijos, alumnos, empleados, feligreses, pacientes…Noto una cierta desidia que nos hace vivir en un contexto cultural-social de pobreza ética y social.

No parece que tengamos líderes que nos orienten, que nos dirijan, que nos den ejemplo, que impriman ilusión de vivir, de hacer las cosas bien y disfrutar con lo que merece la pena hacerlo bien hecho. No creo que esa forma de “vegetar”, “del todo vale”, “total para cuatro días que vivimos”; me da la impresión de que entramos en una comodidad casi total de dejación de deberes y obligaciones, porque nos encontramos cansados…Y, sin embargo la vida sigue, y sigue a pesar de quien gobierne, y de quien “maldirija”…

Nuestras fortalezas están dentro de nosotros, pero hay que estimularlas, sacarlas a relucir, reactivar la creatividad, el amor por aprender constantemente cosas maravillosos que existen todos los días en todas las partes, un pensamiento crítico, para vivir vivos, porque es verdad que solo tenemos una vida. Cierto coraje para hacer las cosas bien, para ser puntuales, para llevar una disciplina que nos fartalezca las emociones positivas y vivamos con esa ilusión de conseguir metas nuevas, que nos propongamos nosotros mismos en cada una de las acciones que hagamos: Un sermón, bien preparado, sencillo pero con amor, sin repetir el mismo rollo, que a nadie le interesa lo que dicen y cómo lo dice…Una clase preparada con ilusión, con creatividad, con crítica positiva, con motivación, que la palpen los alumnos y se enamoren de lo que dices y lo que preparas. Un padre que no sabe cómo se dice lo que quiere decir, pero lo dice con amor y con sencillez a su hijo, que está una temporada muy desorientado y necesita que su padre le abrace, le diga que le quiere, que las cosas son relativas. Ese funcionario que preparó una oposiciones con tanta ilusión y esmero, y está “vagando en una mesa sin ilusión”, se ha cansado porque todo -según parece- va de mal en peor; no, emociónese de nuevo, vuelva a vivir de nuevo que vale la pena hacer las cosas bien, para cansarnos menos y ayudar, orientar, con humor, con alegría con amabilidad… ¡Que bonito es vivir , que buena gente tenemos a nuestro alrededor! La valentía existe, la perseverencia es una gran emoción que nos hace fuertes frente a los avatares que van viniendo y se van… La integridad y la vitalidad son nuestro mejor ADN, nuestro mejor currículum ante la vida.

Tenemos que retomar nuestras ganas de hacer bien las cosas, de disfrutar haciéndolas, aunque los tiempos que corren no parezcan propicios, pero nuestra vida, nuestra familia, nuestros alumnos, nuestros trabajos, nuestra gente es la misma, no podemos hundirnos en una indefensión, dejándonos morir y vivir muertos, si la ilusión que nos hace vibrar y nos hace más felices siendo como somos y como queremos ser. ¡Sí, nadie dijo que fuera fácil, por eso y por salud, vale la pena luchar y se feliz!.

Dr. Emilio Garrido Landívar, Psicólogo clínico y doctor de la Salud, Catedrático de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos (CEU)

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