Ha surgido una corriente que empuja a padres y centros escolares a organizar la catequesis en el propio colegio. Aducen para ello diversos motivos que, en general, están relacionados con la utilidad. Al parecer, esos huecos vacíos en los que se ven obligados a permanecer en el colegio pueden rellenarse con una oportuna catequesis. Los padres, por su parte, quedarían también liberados de tener que acompañar a los pequeños al centro parroquial en unos horarios que parten la tarde por la mitad. Pero… ¿Se trata tan sólo de lograr el mejor hueco y el más provechoso para conciliar espacios y tiempos familiares? Ciertamente, la catequesis debería recorrer todos los espacios y todas las horas del día, empezando por esas que se viven en familia. No en vano, el instrumento de mayor poder a la hora de catequizar es el testimonio de los mayores. Sin embargo, las sesiones de catequesis, que tienen lugar una vez a la semana, deberían tener su espacio en la estructura diocesana. La única iglesia apostólica es la Iglesia Católica. Ésta es una seña de identidad esencial. El Obispo es sucesor de los apóstoles y la diócesis está dividida, grosso modo, en parroquias. Colegios y parroquias deben ocupar su espacio respectivo si no se quiere desvirtuar el papel que les corresponde. Si la catequesis de los pequeños la sacamos de la parroquia ¿qué vinculación percibirán con ella? Quizá, con un poco de suerte, los padres los lleven el domingo a la Eucaristía. Eso, si no la celebran también en el colegio.
La acción evangelizadora de las parroquias cada vez cobra más relevancia. Sin embargo, una parroquia sin catequesis es una parroquia que se percibe como con falta de vitalidad. La consecuencia natural es que la vida parroquial va languideciendo hasta convertir el templo, casi exclusivamente, en un lugar de culto y oración para las personas más piadosas y con más tiempo: los mayores. Los escolares de los colegios católicos son inducidos a la celebración de los sacramentos en el propio colegio. Sin embargo, cuando estos alumnos dejan de serlo se enfrentan a un mundo extremadamente secularizado en el que es cada vez más difícil mantenerse fiel a una mínima y latente práctica religiosa. Pero, si los jóvenes sólo han percibido esa cierta religiosidad vinculada únicamente con su experiencia escolar quizá resulte más difícil que acudan a una parroquia cuando ya todo les sea adverso y dependa tan sólo de su propia iniciativa. ¡Ah! ¿Y qué ocurre con los pequeños que, aun asistiendo a un colegio público, están dispuestos a recibir la Primera Comunión? Pues bien, la parroquia ha de ser el lugar de encuentro común para todos y cada uno de los niños dispuestos a recibir catequesis.
José Manuel Contreras Naranjo, programador Web, ha sido presidente CONCAPA, vicepresidente del Foro Español de la Familia y Presidente del de Navarra.