Hoy día 5 de enero se han celebrado las exequias por el Papa emérito Benedicto XVI, fallecido el pasado 31 de diciembre, en el adiós el Papa: “Padre, en tus manos encomendamos su espíritu”
Tras la llegada del Papa Francisco, en silla de ruedas, a las 9.20 horas, ha dado inicio la celebración fúnebre. Concelebrada por unos 130 cardenales, 400 obispos y casi 3.700 sacerdotes.
Tras el funeral en la Plaza de San Pedro, presidido por el Papa Francisco, el féretro del Papa emérito fue trasladado a las Grutas Vaticanas, donde fue inhumado en el mismo lugar donde fue sepultado Juan Pablo II.
El Papa en su homilía, reflexionó sobre la lectura del Evangelio de San Lucas 23, 46, deteniéndose en particular, en una frase de Jesús en la cruz: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.
“Son las últimas palabras que el Señor pronunció en la cruz”, remarca Francisco, “su último suspiro capaz de confirmar lo que selló toda su vida: un continuo entregarse en las manos de su Padre. Manos de perdón y de compasión, de curación y de misericordia, manos de unción y bendición que lo impulsaron a entregarse también en las manos de sus hermanos”.
Es la invitación y el programa de vida que inspira y quiere moldear como un alfarero el corazón del pastor, hasta que latan en él los mismos sentimientos de Cristo Jesús.
Testigo del Evangelio
“También nosotros – añade el Papa – aferrados a las últimas palabras del Señor y al testimonio que marcó su vida, queremos, como comunidad eclesial, seguir sus huellas y confiar a nuestro hermano en las manos del Padre: que estas manos de misericordia encuentren su lámpara encendida con el aceite del Evangelio, que él esparció y testimonió durante su vida”.
Francisco cita por último a san Gregorio Magno, quien, al finalizar la Regla pastoral, invitaba y exhortaba a un amigo a ofrecerle compañía espiritual: «En medio de las tempestades de mi vida, me alienta la confianza de que tú me mantendrás a flote en la tabla de tus oraciones, y que, si el peso de mis faltas me abaja y humilla, tú me prestarás el auxilio de tus méritos para levantarme».
Es la conciencia del Pastor que no puede llevar solo lo que, en realidad, nunca podría soportar solo y, por eso, es capaz de abandonarse a la oración y al cuidado del pueblo que le fue confiado.
El grito de la multitud: «¡Santo ya!»
Al final de la celebración, tienen lugar la Ultima Commendatio y la Valedictio. La asamblea, hasta entonces silenciosa, estalla en estruendosos aplausos y tres veces se eleva el grito desde la plaza: «¡Santo ya!». Los silleteros levantan el féretro y lo conducen detrás del escenario, donde el Papa Francisco, de pie, apoyado en su bastón, los espera para la bendición. El Pontífice inclina la cabeza, permanece unos instantes en oración y luego apoya una mano sobre el féretro que es trasladado a las Grutas Vaticanas de la Basílica de San Pedro para su inhumación. Benedicto XVI será enterrado en el mismo lugar que su predecesor, el Papa que sirvió durante décadas, Juan Pablo II. VATICAN NEWS
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