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Moda, coches y comida, emprendedores al servicio del medio ambiente

Alquilar ropa en lugar de comprarla, compartir coche o aprovechar la comida de restaurantes no solo sirve para ahorrar recursos sino para favorecer la economía circular, como lo demuestran diversas «startups» (empresas emergentes) que se valen de la tecnología para unir oferta y demanda

Son las iniciativas de Too Good To Go, una aplicación que sirve para aprovechar la comida que iba a ser tirada a la basura; Hoop, un servicio de vehículos compartidos; y Ecodicta, una web de alquiler de ropa por suscripciones mensuales, cuyo objetivo es favorecer un consumo eficiente y responsable.

La lucha contra el desperdicio de comida se ha materializado en la aplicación móvil Too Good To Go, que nació hace 3 años y ya ha salvado 15.000 toneladas de comida que, de otra forma, hubiese acabado en la basura.

Los restaurantes, panaderías o supermercados cuelgan sus ofertas en la aplicación y los usuarios reservan un paquete de un kilogramo de comida «sorpresa», que acuden a recoger a la hora que les indican.

«Ponemos en contacto establecimientos que tienen un excedente alimentario con usuarios que se acercan a salvar esa comida y evitar que se tire», explica a Efe Carmen Huidobro, del departamento de marketing de Too Good To Go.

«Un tercio de toda la comida que se produce acaba en la basura» y esta solución permite a los proveedores ganar dinero por algo que iban a desechar y a los clientes ahorrar.

Al pedir una pizza con su aplicación «estás ayudando, al igual que el establecimiento, a solucionar un problema de sostenibilidad», resume.

La iniciativa de estos jóvenes transforma el consumo y afecta a todos los sectores que intervienen en la preparación de la comida «desde industrial, transporte, hasta almacenaje… Es decir, todo eso es energía que se utiliza, es agua y eso conlleva emisiones de gases de efecto invernadero», explica.

Too Good To Go es un caso de éxito que cuenta con más de 10 millones de usuarios en 11 países europeos, colabora con 24.000 proveedores y ha salvado 15.000.000 de paquetes de comida.

Es el mismo planteamiento de Hoop, una empresa emergente de vehículos compartidos, que al igual que Too Good To Go se ha presentado esta semana en el Congreso «Mañana» en Madrid y cuyo objetivo es que los trabajadores de la misma zona se desplacen juntos: «tu vas en los atascos y siempre ves a una persona en cada coche», resume su director general, Nathan Lehoucq.

«Lo que hacemos nosotros es conectar personas que comparten un trayecto», cuenta a Efe Lehoucq: «no importa realmente de quien sea el coche, sino que este esté completo», añade.

Se paga por trayecto realizado y los usuarios eligen si ser conductores o pasajeros.

«En emisiones tenemos un algoritmo que calcula, en función de la etiqueta del coche de los usuarios, exactamente las emisiones que se ahorra», dice Andrea García, directora de desarrollo de negocio de Hoop.

Cada pasajero supone un 20 % de ahorro de emisiones y, anualmente, su ahorro en carburante es de 1.000 euros, estiman García y Lehoucq.

Actualmente están probando la aplicación con 3.000 trabajadores de una empresa española que, en 3 meses, prevén implantar en toda la plantilla.

«Lo que hacemos es posibilitar a la empresa calcular el ahorro de emisiones que tienen con respecto a la movilidad de sus empleados», sostiene su director general.

La propuesta de Ecodicta consiste en pagar por uso y no por producto: «lo que queremos hacer es que pagues por algo que vas a utilizar, no por algo, que en el fondo, va a coger polvo», cuenta uno de los fundadores de esta empresa emergente, José Manuel Fuertes.

La idea surgió en México y se le ocurrió a una de las socias fundadoras, que tenía reuniones de trabajo cada día y necesitaba mucha ropa diferente.

Esta emergente ofrece suscripciones mensuales en función de las preferencias de los usuarios, que eligen los productos en la web. «La ropa que menos contamina es la que ya existe», afirma.

El grupo de emprendedores busca una solución de moda sostenible, en la que se cuide desde los lavados hasta el ciclo final de uso de la ropa, que se recicla para que nunca acabe en un vertedero.

«La mayoría de plásticos que se vierten al océano vienen de la ropa», lamenta. EFE

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