El consumo excesivo de alcohol está en el origen de más de doscientas enfermedades y por primera vez un equipo de investigadores ha comprobado que los daños inducidos por ese consumo no se detienen al dejar de beber.
Los investigadores han constatado que se produce una alteración generalizada en la sustancia blanca del cerebro (las «autopistas» que conectan las diferentes partes del cerebro) que afecta sobre todo a las estructuras relacionadas con la comunicación entre los dos hemisferios, a la toma de decisiones y a la memoria.
El estudio, cuyas conclusiones publica hoy la revista «Jama Psychiatry», lo han llevado a cabo investigadores del Instituto de Neurociencias de Alicante (un centro mixto de la Universidad Miguel Hernández y el CSIC) y el Instituto Central de Salud Mental de la Universidad de Heidelberg (Alemania).
Además de estar en el origen de más de doscientas enfermedades, el consumo excesivo de alcohol provoca más de tres millones de muertes cada año en el mundo, por lo que la detección temprana de sus efectos negativos es un objetivo prioritario de los neurocientíficos.
En el estudio han participado 91 pacientes con una edad media de 46 años, hospitalizados en Alemania a causa de un transtorno por consumo de alcohol, y se ha completado con un modelo de ratas que ha demostrado una preferencia natural por el alcohol, ha explicado a Efe la neurocientífica italiana Silvia de Santis, del Instituto de Neurociencias de Alicante.
Silvia de Santis ha precisado que todos los pacientes que han participado voluntariamente en la investigación padecen enfermedades psiquiátricas asociadas al consumo excesivo de alcohol, y ha incidido en que los daños comprobados afectan a la «materia blanca» que conecta las diferentes partes del cerebro.
Los resultados ahora conocidos rebaten la creencia de que las alteraciones en el cerebro comienzan a normalizarse inmediatamente después de dejar el consumo de alcohol, y ponen de relieve además que los déficits cerebrales permanentes a causa del consumo excesivo de alcohol pueden ocurrir muchos antes de lo que se creía.
Los resultados, que se han obtenido mediante resonancia magnética durante las primeras semanas de abstinencia, se han obtenido con garantías de que los pacientes no estaban bebiendo nada de alcohol ya que todos estaban ingresados en un hospital siguiendo un programa de desintoxicación.
El investigador Santiago Canals, que lidera el grupo de Plasticidad de las Redes Neuronales en el Instituto de Neurociencias de Alicante, ha destacado que aunque la toxicidad del alcohol cesa al dejar de beber, los cambios en el cerebro siguen progresando porque se pone en marcha un proceso inflamatorio que avanza incluso en ausencia de alcohol.
Canals, que ha calificado de «sorprendentes» los resultados, ha destacado que estas evidencias estarían también relacionadas con la facilidad de recaída que se produce cuando los pacientes han dejado de beber, durante el periodo de abstinencia. EFE