A veces resulta que los políticos, tan pronto dicen una cosa, como tan pronto dicen otra o, aún peor, no son capaces de decir un Sí rotundo o un No rotundo.
El otro día en la concentración, convocada por las asociaciones Profesionales de Guardias civiles en Pamplona y que obtuvo un gran apoyo ciudadano y también político, ante el intento del gobierno nacionalista vasco de Navarra de expulsarlos de esta tierra. Las declaraciones del portavoz de Interior de Ciudadanos en el Congreso a este medio de comunicación, en algunos aspectos resultan inquietantes y muestran la ambigüedad típica de la clase política. Cuando menos sorprenden.
Su apoyo, claro, muy claro, a la Guardia Civil y a la Policía Nacional; sin embargo, cuando se les pregunta por la creada comisión sobre la policía del siglo XXI, en la que pudiera estar sobre la mesa el traspaso de las competencias de Tráfico sólo a la Policía Foral, responden de forma extraña,
“No, por supuesto que no. No sobra ni la Guardia Civil ni la Policía Nacional. Pero está claro que hay competencias que en la actualidad están duplicadas o triplicadas, tenemos que estudiarlo y adaptarlo a la sociedad de siglo XXI”
Un argumento utilizado como justificación allá donde se ha querido retirar a la Guardia Civil, también aquí en Navarra. Por lo que si esto lo dice un integrante de esta comisión (constituida ya con el Gobierno de Rajoy) parece, más bien, que todo esté encaminado a establecer en la Seguridad y representación policial la misma ruptura que se prende para España.
En está tierra, el apoyo a la Guardia Civil, por parte de la clase política llamada constitucionalista, debería ser meridianamente claro, sin dobleces de ningún tipo. Cualquier otra cosa pone en peligro lo que se quiere mantener y hace más fuertes a quienes quieren hacerlo desaparecer.
Un partido que aspira a gobernar esta tierra debería tener esto tema al menos tan claro como la supresión de la Disposición Transitoria Cuarta.
