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La lengua atóctona en las señalizaciones

Hace unas semanas me sugirió un amigo la idea de escribir sobre el bilingüismo en los indicadores de vías públicas y pueblos. Consideré que es un tema delicado por aquello de la defensa, muchas veces a ultranza, de lo que consideramos como señas de identidad de un pueblo, sea o no nación, sin llegar a pensar en todos aquellos que no tienen la obligación de entender lo que se pretende señalizar. También pensé que el tema tendría poco recorrido el escribir sobre ello.
Me vino a la memoria aquel encargo, es de suponer que retórico, que al gran poeta del Siglo de Oro español, Lope de Vega Carpio, le hicieran, y de la forma magistral de cómo redactó un soneto indicando como hacerlo, comenzó de tal manera la primera estrofa:

Un soneto me manda hacer Violante;
que en mi vida me he visto en tal aprieto;
catorce versos dicen que es soneto;
burla burlando van los tres delante.

Puestos a ello, digamos que hablo de Asturias; comunidad que tiene por lengua un dialecto, siendo por tanto una variedad lingüística de otra lengua y como tal, una de sus características es que se habla más que se escribe, o apenas se hace; no pasando de un artículo periodístico o revista sobre el tema. Como reivindicación de su lengua, entre otras, se apuntó la comunidad a reflejar en los indicadores de carreteras y pueblos al bilingüismo en español y bable o asturiano, en muchos casos el de los pueblos solamente en este último, contraviniendo lo que dispone el REAL DECRETO 1428/2003, de 21 de noviembre, por el que se aprueba el Reglamento General de Circulación para la aplicación y desarrollo del texto articulado de la Ley sobre tráfico, circulación de vehículos a motor y seguridad vial, aprobado por Real Decreto Legislativo 339/1990, de 2 de marzo, en su artículo 138, que señala expresamente: “Las indicaciones escritas que se incluyan o acompañen a los paneles de señalización de las vías públicas, e inscripciones, figurarán en idioma castellano y, además, en la lengua oficial de la comunidad autónoma reconocida en el respectivo estatuto de autonomía, cuando la señal esté ubicada en el ámbito territorial de dicha comunidad.

Los núcleos de población y demás topónimos serán designados en su denominación oficial y, cuando fuese necesario a efectos de identificación, en castellano”. No siendo, por supuesto, la única autonomía que adolece del mismo rigor legal. Se da el caso de que en la mayoría de las veces, lo único que varía en una denominación es una vocal o una consonante, todo lo más, una sílaba; así Uviedu por Oviedo, Xixón, por Gijón, LLuarca por Luarca, La Pola Llena por Pola de Lena, etc. De esta forma, y con el afán de reivindicar la lengua autóctona, se han sustituido indicadores de carreteras y pueblos, no siempre estos últimos, por bilingües, con el consiguiente gasto que ello comporta. Una paradoja que se produce es que dentro del mismo municipio, la lengua varía de uno a otro pueblo, muchas veces en una distancia a menos de dos o tres kilómetros.

Podía extenderme mucho más en esta región, pero desistí de hacerlo al recabar datos y comprobar que no solo el bable o asturiano se hizo costumbre en la rotulación de los indicadores viales y poblacionales, sino también en otros lugares de España, Europa y el mundo; dándose el caso que dialectos como el artur-leonés, con características semejantes al tratado, cuando no iguales, la Comunidad de Castilla y León, la Diputación de León o ayuntamientos de dicha provincia, rotulan de igual forma. Así tenemos que Truchillas es Truitiellas, Truitas por Truchas, Quintaniella por Quintanilla, Villarinu por Villarino, Vayellu por Baillo, y así sucesivamente. Para más desinformación, solo rotulan la denominación autóctona, ignorando el idioma español.

También en Aragón, en algunas carreteras se emplea el aragonés; así Lo Grau por El Grado, Baix Aragó-Carp por Bajo Aragón-Caspe.

No puedo recargar, por tanto, las tintas en que en el dialecto asturiano la mayoría de los nombres solo sustituyan una vocal de la denominación en español, ya que como hemos visto otros también pecan de lo mismo.

Tenemos más ejemplos; así en el Valle de Jalama, en el noroeste de la provincia de Cáceres, lo que denominan la Fala, que es prima hermana del asturiano y astur-leonés, rotulan Sa Martín de Trevellu por San Martín de Trevejo, Calexa do Portu por Calleja del Puerto, Cascu Antigu por Casco Antiguo, Plaza Maior por Plaza Mayor, etc., etc.
Lo expuesto vale para diversas partes del mundo, en los que los dialectos; ojo, hablo de dialectos, no de idiomas, se hacen ver en los diversos indicadores viales. Así, en Italia, en el Tirol del Sur, se emplea, además del alemán e italiano, el ladino. En la provincia de Trento se utiliza el italiano y el ladino, con restricciones. En Venecia, Undine y en la provincia de Pordedone, además del italiano se emplea el Friuli. En Cerdeña el italiano y la lengua sarda. Son muchas las regiones y provincias italianas que emplean el italiano, además de otros idiomas, y un dialecto en sus indicadores viales.

Al igual que en Italia ocurre en Francia, Gran Bretaña, Escocia, Irlanda, Alemania, Austria, Grecia y tantos otros países que en el mundo son y que por razones obvias no voy a exponer.

Entre los inconvenientes que conlleva la señalización bilingüe, ya sea en dos o más idiomas, o idiomas y dialecto, podemos enumerar los siguientes:

– La duplicidad de textos, que pueden dar lugar a problemas de seguridad en la conducción, ya que la percepción se dificulta.

– En el caso de lenguas regionales, la repetición de los textos complementarios de informaciones ya presentes en el idioma nacional y ya de por si comprensibles a los ciudadanos.

– Problemas varios en razón a la adecuación del prototipo nacional a la situación bilingüe, a la coordinación de la oficialización de los Topónimos minoritarios y la normalización lingüística.

– Mayores gastos en relación a las mayores dimensiones de los paneles y su rotulación de señalización lingüística, así como a la anulación de los preexistentes.

Sobre esta última consideración, el gasto innecesario, en este y otros muchos conceptos, no tengo por menos que acordarme de citar una frase, no se sabe muy bien de quien, que dice: “En el mundo actual, se está invirtiendo cinco veces más en medicamentos para la virilidad masculina y silicona para las mujeres, que en la cura del Alzheimer. De aquí a algunos años, tendremos viejas de tetas grandes y viejos con pene duro, pero ninguno de ellos se acordará para que sirven”.

Para terminar reflejaré la opinión sobre indicadores bilingües, de Juan Manuel Cabrera Pareja, en un artículo publicado en el diario La Opinión de Murcia:

“Son catetos aquellos que basan su identidad cultural en ver un cartel escrito dos veces de la misma forma simulando una diferencia innecesaria. Ambas culturas son la esencia que permite entender la sociedad y la cultura de una nación que basa su riqueza en la variedad y en la tolerancia. Los que ahora ponen en duda todo esto desprecian el esfuerzo de muchas generaciones por establecer una convivencia que nos favorece en aquello que nos une y que es indisoluble, sin que eso signifique que se tenga que hacer monocromática”.

Como puedes ver Violante, no he alcanzado mi objetivo; simplemente he emborronado un par de folios.

José F. Feijóo Carrasco, profesor y ex secretario de Ayuntamiento

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