
Tal y como está la situación en Navarra, a día de hoy, no hace falta denunciar que el batua quiere imponerse en esta tierra, por parte de un Gobierno, por parte de unas administraciones nacionalistas vascas, que tienen como objetivo identitario que su batua impere en estas tierras.
Desde que el nacionalismo vasco gobierna Navarra, y aún antes, el batua ha sido su seña de identidad y lo ha intentado imponer allá donde ha estado. Durante muchos años, además, aprovechó el miedo provocado por la violencia terrorista de ETA y sus diferentes tentáculos en la sociedad vasca y navarra para favorecer al PNV e intimidar y lastrar a UPN, PP y PSOE.
Hoy gobierna, y vaya como lo hace, en Villaba, en Pamplona, en Estella y en muchos otros lugares. Basta ver sus presupuestos para comprobar cómo las ayudas al desarrollo y extensión del batua se han multiplicado.
Se piensa que en las próximas elecciones, sin hacer nada, solo por su propia gravedad, van a dejar el Gobierno y que entonces todo volverá a la normalidad.
¿Pero que normalidad había entonces? Porque el batua identitario existía, las ikastolas que lo enseñaban existían, la imposición y el terror existían y entonces no gobernaban, no.